La opinión invitada

Un fantasma recorre el mundo (del aceite), el del nacionalismo económico

  • Reflexiones tras la operación Deoleo.

Ahora resulta que el problema del aceite de oliva en España es el conocer el país en el que está registrada la empresa mayoritaria en el capital de Deoleo. Yo, la verdad, no lo entiendo.

Entre las grandes calamidades que ha padecido el sector aceitero español, muchas han sido 100% españolas. Podemos hablar de Coosur y de Domingo Solis o de la aventura Mercosa en los tiempos de Carlos Romero. ¿Recuérdenme por favor cual era el pasaporte de los hermanos Salazar? También es verdad que ha habido malas experiencias foráneas, como el final de Frint o el intento de vaciado de Carbonell por Ferruzzi. O sea, que el tamaño importa pero la nacionalidad, mucho menos. Además, ¿cuál es la nacionalidad de un fondo de inversiones, cuál es su nacionalismo? Lo mismo que han venido se irán y venderán lógicamente al mejor postor.

Tenemos una discusión parecida con el sector bancario, que si banca española o extranjera; que si banca pública o privada. Yo lo digo claramente: el ciudadano Tomás García Azcárate prefiere a la banca Triodos, privada y extranjera, a Bankia, española y pública.

Lo que importa es el proyecto industrial. Lo que importa es que hoy dos compañías, Deoleo y Sovena (¿por cierto, estamos seguros de que Sovena es portuguesa?) están en situación de practico duopolio. Lo que importa es que hoy ninguna empresa puede sobrevivir dignamente vendiendo únicamente en el mercado interior porque los precios están corrompidos, empujados a la baja por una gran distribución que sabe aprovecharse de las debilidades de sus suministradores. Lo que importa es que, a pesar de que la nueva PAC permitía ayudar significativamente más al olivar de baja producción frente al intensivo con una utilización adecuada del verdeo; a pesar de que se hubiera podido ayudar más las primeras 50 hectáreas para ayudar al agricultor profesional de menores dimensiones, se ha decidido no hacerlo.

La nueva programación de desarrollo rural permite programas sectoriales. Si tan importante y estratégico es, si tan vital es la intervención pública, aquí habría un buen campo para promover una visión compartida de futuro y ponerla en marcha con los incentivos correspondientes. Me parece un enfoque más generador de futuro que las llamadas que ya están surgiendo para solicitar un nuevo almacenamiento privado.

Se ha comparado el caso Deoleo-CVC con el caso Puleva-Lactalis. No me parece acertado. En el caso de la leche, España es un productor de segundo orden, con problemas estructurales importante tales como el excesivo peso de la leche UHT y una ganadería intensiva directamente sometida a los vaivenes del precio de los cereales y la soja, todos importados.

En aceite, España es el líder mundial aunque no ejerza como tal. Por esto es tan importante el proyecto industrial. Para mí, la pregunta del millón es qué piensa hacer CVC para recuperar la rentabilidad: ¿El despiece, técnica habitual cuando la suma de las partes de un conglomerado es mayor que su valor conjunto, o un proyecto de creación de valor?

Ya lo hemos dicho, la rentabilidad se encuentra en la exportación, siempre y cuando todos en el sector sigan haciendo las cosas bien, respetando a los consumidores y huyendo de los negocios fáciles a corto plazo que huelen a tierra quemada. Aquí, todavía hay margen de mejora, como demuestra la magnífica radiografía del sector español y mundial que ha hecho la Comisión de encuesta norteamericana.

Tampoco hay que renunciar al mercado interno. La ley de concentración cooperativa y la ley de la cadena alimentaria son dos buenas leyes. Ahora hay que ponerlas en marcha con sensatez, aprovechando inteligentemente las posibilidades que abre la nueva PAC, en particular en lo referente al delicado equilibrio entre política agraria y derecho de la competencia.

Repasando la hemeroteca de estas últimas semanas, encuentro muchas proclamas nacionalistas y poca información sobre el proyecto industrial. La situación es cambiante pero la noticia de hoy (escribo este artículo el miércoles 23) es esperanzadora. Cuatro de los principales accionistas ( CVC, Caixabank, Kutxabank y Unicaja) habrían suscrito este martes un pacto de gobierno para asegurar la viabilidad de la empresa y potenciar la presencia de la misma en todos los mercados, especialmente en el exterior. Este incluiría el permanecer en la empresa un mínimo de cinco años, así como no dividir la sociedad ni vender las marcas líderes mundiales en el sector, como Carapelli, Bertolli, Sasso, Carbonell o Koipe.

Una consideración marginal para terminar, pero que tiene su importancia. La primera es que nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Cuando desembarcaron los Salazar en Italia, ninguna voz en España se levantó para apoyar las múltiples voces que en Italia exigían un anclaje, al menos parcial, italiano para la nueva empresa. Podemos estar muy orgullosos cuando desembarcamos pero muy enfadados cuando desembarcan otros. No le veo yo mucho la coherencia a todo esto.

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