andrés del campo. presidente de fenacore

"Se debe garantizar el respeto absoluto a la unidad de cuenca"

  • Reclama una política en materia hidrológica que asegure un horizonte estable y recuerda que la asignatura pendiente es avanzar en la modernización

El presidente de Fenacore pide una normativa marco que favorezca el uso de las energías renovables en el regadío.

El presidente de Fenacore pide una normativa marco que favorezca el uso de las energías renovables en el regadío. / M. G.

El presidente de Fenacore desgrana en esta entrevista los problemas y necesidades de los regantes. Pero va más allá y llama la atención sobre los efectos del desequilibrio hidrológico en nuestro país. Por eso pide voluntad y generosidad de todos los partidos políticos para tener como objetivo el bien común, no el interés localista, y menos el partidista, y también amplitud de miras para realizar una adecuada planificación hidrológica.

-¿Qué esperan los regantes del Pacto Nacional del Agua?

"Los planes de sequía son básicos, pero no la llave para solventar los problemas de escasez de lluvia"

-Espero que seamos capaces de anteponer el interés general sobre el localista. Que seamos conscientes de que un reparto justo y equitativo de los recursos es fundamental tanto para asegurar el desarrollo económico como para la conservación de los ecosistemas. Partiendo de esta base, el reto principal es que, a través de este pacto, el Estado pueda ejercer sin dificultades sus competencias sobre las aguas que discurren por más de una comunidad autónoma porque se debe garantizar un respeto absoluto al principio de unidad de cuenca, ese de "el agua es para uso y beneficio de todos" que ha inspirado incluso la normativa internacional, la Directiva Marco de Agua. A partir de aquí considero que hay dos cuestiones de vital importancia que deben reflejarse en el pacto: por un lado, garantizar en lo posible la satisfacción de las demandas de agua para uso agrario a nivel nacional y, por otro, avanzar en la modernización y tecnología de regadíos en función de una doble eficiencia: energía y agua. Cuanto más se avance en este sentido, menos agua se utilizará.

-Duero, Júcar y Segura se han acogido a los decretos de sequía y si las lluvias de otoño no lo remedian la del Guadalquivir estará también en situación de emergencia. ¿Qué hace falta para no repetir año tras año la misma situación?

-Lo que nos hace falta es una política hidrológica que asegure un horizonte estable en materia de agua. Siempre he defendido que si se quiere garantizar el acopio y el suministro de los recursos hídricos, sobre todo cuando cada vez hay sequías más frecuentes y extremas derivadas del cambio climático, es básico un instrumento de planificación y de garantía del agua que satisfaga las demandas de un modo racional y equitativo. Por eso hay que alcanzar el Pacto Nacional del Agua y que éste actúe como antesala del Plan Hidrológico Nacional.

-¿Cree que son suficientes las medidas establecidas en los planes de sequía?

-Los planes especiales de sequía, que están siendo revisados, son una herramienta básica de gestión, pero desde luego no la llave para solventar los problemas de escasez de lluvias. Lo que necesitamos es, por un lado, tener agua garantizada para poder regar y, por otro, las conducciones necesarias para poder llevar el agua hasta nuestros campos y, en términos generales, desde donde haya sobrante hasta donde exista déficit. Para eso hay que culminar la regulación en algunas cuencas hidrográficas mediante las infraestructuras necesarias, siempre que sea sostenible y, por supuesto, una vez superados los condicionantes económicos, sociales y medioambientales. Para que nos hagamos una idea, a nivel nacional, podría incrementarse de un modo factible la capacidad de regulación en nuestras cuencas en al menos un 25%. Hoy los embalses están por debajo del 40% de su capacidad, que es casi un 30% menos que la media de los últimos diez años.

-¿Cuál es el principal desafío al que se enfrenta el sector actualmente? ¿Cómo contribuye el regadío a garantizar la seguridad alimentaria?

-Teniendo en cuenta que el objetivo de organizaciones como la FAO es alcanzar un mundo sin hambre en poco más de diez años, uno de los principales retos es incrementar la producción de alimentos para abastecer a una población mundial creciente en un contexto cada vez con menos agua dulce y tierra per cápita. Garantizar esta seguridad alimentaria dependerá de la evolución del regadío, sencillamente, porque estos cultivos son los más productivos. Este incremento de la productividad del regadío plantea a la agricultura dos desafíos: la elevada tecnología para alcanzar la máxima eficiencia, tanto hidráulica como energética en los sistemas de riego modernizados para economizar ambos recursos, y desarrollar cultivos con menos necesidades de agua y fitosanitarios con mayor resistencia a las plagas.

-Quedan algo menos de un millón de hectáreas por modernizar. ¿Hay algún avance?

"Hay que alcanzar el Pacto Nacional del Agua y que éste actúe como antesala del Plan Hidrológico Nacional"

-Estamos ante una de las principales asignaturas pendientes para este curso. Las reuniones que estamos manteniendo con la directora general de Desarrollo Rural y con el subdirector de Regadíos, persiguen, por un lado, adaptar adecuadamente algunos de los proyectos de modernización ya ejecutados en el Plan Nacional de Regadíos Horizonte 2008 al nuevo escenario tarifario para poder asegurar su viabilidad económica; y, por otro, avanzar en la segunda fase del plan con la transformación de las hectáreas todavía pendientes, teniendo en cuenta que el objetivo ahora es, insisto, no sólo ahorrar agua, sino también energía.

-Hay sectores que afirman que la modernización no ha servido para reducir el consumo de agua. ¿Cuál es la visión de los regantes?

-Ciertamente, por mucho que haya sectores interesados en decir lo contrario, las cifras hablan por sí solas. En las últimas décadas, la superficie de riego por sistemas de gravedad se ha reducido al 25%, mientras que la de riego por goteo, considerado el más eficiente, se ha incrementado hasta representar más de un 50% de la superficie, lo que, sin duda, ha permitido que la demanda de agua para uso agrario caiga y se sitúe por debajo de los 15.000 hectómetros cúbicos anuales. Estos resultados demuestran que esta colaboración público-privada, con una inversión de más de 5.000 millones de euros destinados a la modernización ha resultado muy eficaz para optimizar el uso del agua para el regadío.

-Se quejan por el aumento en el consumo energético al que ha obligado la modernización del regadío. ¿Son viables económicamente las explotaciones de regadío?

-Los costes energéticos siguen siendo uno de nuestros principales caballos de batalla, debido al sistema tarifario de la energía en España, que resulta injusto para el regadío. No pedimos ayudas ni subvenciones, lo que solicitamos es pagar de acuerdo a nuestro régimen de uso estacional, ya que muchas zonas regables sólo riegan en primavera y verano, según las necesidades de los cultivos. Para esto hay que pagar por la potencia realmente utilizada y no por la potencia máxima contratada durante los doce meses del año, aunque las estaciones de bombeo no estén en funcionamiento.

-¿Usan los regantes energías renovables? ¿Existe apoyo de la Administración para promover el autoconsumo?

-El uso de las renovables no está tan extendido en el regadío como nos gustaría, porque hace falta una normativa marco que favorezca este uso. La energía solar va cobrando poco a poco protagonismo en nuestro sector. De hecho, la agricultura y el regadío concentran ya cerca del 25% de las plantas fotovoltaicas para autoconsumo que se levantan en España, en parte, gracias a proyectos europeos como los que estamos impulsando en Fenacore.

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