juan cano. presidente del consejo consultivo

"El término adecuado para Cataluña, como para Andalucía, es el de comunidad nacional"

  • Juan Cano, catedrático de Constitucional y presidente del Consejo Consultivo, sostiene que el reconocimiento de la personalidad histórica de Cataluña causaría un gran efecto en las otras autonomías

Juan Cano, el presidente del Consejo Consultivo y catedrático de Derecho Constitucional.

Juan Cano, el presidente del Consejo Consultivo y catedrático de Derecho Constitucional. / carlos gil

Juan Cano es uno de los autores que ha contribuido a crear la interesante biblioteca que ha comenzado a editarse en España con el problema catalán como objeto de análisis. En su caso, Cataluña, en su laberinto, este catedrático de Constitucional de la Universidad de Almería aporta una visión al conflicto desde Andalucía, no en clave andaluza, pero sí con el foco de quien entiende que nuestra comunidad aportó una "reconstitucionalización" a una Carta Magna que nació con una voluntad de asimetría entre los territorios. Cano ha sido letrado del Parlamento andaluz y es el presidente del Consejo Consultivo de Andalucía.

-En su condición de antiguo letrado, ¿un fugado de la Justicia puede ser presidente de una comunidad autónoma?

-No, claramente, no. Primero, porque los diputados tienen el deber de asistir a las sesiones, a los debates y a las votaciones, y segundo porque el diputado, cuando es proclamado electo por la junta electoral, necesita cumplir tres requisitos para ejercer sus funciones: presentar la credencial en el registro del Parlamento, prometer o jurar la Constitución y el Estatuto y presentar la declaración de bienes y actividades. Si un diputado recoge el acta por un interpuesto, que ya me parece dudoso, si no promete la Constitución y el Estatuto en la primera sesión, no puede ejercer.

-La España de la Constitución es una España asimétrica. Al menos, en principio.

-La intención inicial es ésa, ya que hay vías privilegiadas de acceso al autogobierno frente a una vía de autonomía administrativa sin garantías de aparato institucional; evidentemente, era una España asimétrica para aplacar el conflicto en Cataluña y en el País Vasco, y en mucha menor medida en Galicia. Y para no dar respuesta al resto de los territorios. Inicialmente, es así, configura un Estado asimétrico con tres entidades distintas, las tres citadas.

"Una vez recogida el acta, el diputado debejurar o prometer la Constitución y el Estatuto"

-¿Su concepción de España es ésa?

-Yo diría que España es diversa y escasamente homogénea.

-Les da miedo decir asimétrica...

-Es que la asimetría, técnicamente, supone que determinados territorios están colocados de modo preferente desde un punto de vista constitucional. Por encima de los demás, y en ese sentido, no soy partidario de una desigualdad; dicho esto, creo que la personalidad de unos no es igual que la de otros y, por tanto, en España hay unas comunidades nacionales y regiones.

-¿Le parece un buen término comunidades nacionales?

-Sí, este término lo utilizó el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y me parece que define bastante bien lo que es Cataluña. Porque, al final según la ciencia política, una comunidad nacional es un territorio claramente delimitado, con una población perfectamente establecida que comparte una cultura común, una historia común y una lengua común. Y con un elemento subjetivo muy importante, que tiene sentido de pertenencia, diferente a lo que le circunda.

-Una nación con el límite de que la soberanía reside en otro conjunto.

-Una nación en el ámbito de un Estado plural.

-¿Y qué comunidades nacionales ves?

-Es complicado, porque no lo ligo en exclusivo a la lengua o al Derecho propio. Andalucía tiene una personalidad histórica, cultural, idiosincrática, perfectamente definida, hasta el punto que los andaluces se sienten diferentes; siendo españoles, pero diferente de los gallegos o de los castellanos. Las comunidades nacionales que podría haber están resueltas en la práctica constitucional, porque son las del artículo 151, son las llamadas históricas y Andalucía.

-¿No crearía esto problemas, de ser así en una posible reforma constitucional, en otras comunidades como Valencia o Baleares?

-Creo que la posible reforma constitucional debería dejar a los Estatutos las singularidades, los hechos diferenciales e incluso la plena la organización territorial e institucional. Para que se me entienda: los catalanes quieren veguerías en lugar de diputaciones provinciales, que tengan veguerías; si comarcas, comarcas. No se debe imponer una organización territorial interna.

-¿Y Valencia?

-Valencia fue el reino que sufrió con mayor virulencia los decretos de Nueva Planta de Felipe V. Tiene una personalidad histórica indudable. ¿Quién podría negar que Aragón tiene personalidad histórica? ¿O Asturias? ¿O los leoneses? Pero hay que estar al día de la fecha y al momento en que se está redactando, y ahora ni Asturias ni Cantabria ni Valencia ni Aragón tienen un problema identitario. La Constitución debe hacer una reforma económica, limitarse a la cláusula de la Unión Europea, a cambiar lo del orden de sucesión de la Corona, a reconocer algún derecho fundamental que ahora no lo es, como la vivienda, y a garantizar la sostenibilidad financiera del Estado social. Y, después, en materia territorial hay que dejar claro que debe convencer a todos, no sólo a Cataluña. Debe ser una reforma acotada y negociada, y la negociación significa el final del camino, no el inicio. ¿Qué aspectos deben incorporarse? La cláusula europea, la mención de todas las entidades territoriales, para acabar con las ansias expansionistas de algunos y la inclusión de técnicas federales de cooperación. Creo que las técnicas federales, y en eso discrepo de los padres de la Constitución que han intervenido estos días en la comisión del Congreso, serían muy convenientes para producir integración territorial y para menguar la conflictividad que en estos momentos es atosigantes.

"Las comunidades nacionales son las de la práctica constitucional: las llamadas históricas más Andalucía"

-Pero mi impresión es que Cataluña no necesita más cuota de autogobierno y el Estado, sí necesita otros instrumentos. El catalán, por ejemplo, es la lengua vehicular en la educación, en la Administración, en la Justicia y en los medios audiovisuales.

-Uno de los elementos que no existe es el reconocimiento de la personalidad histórica de Cataluña. Es una gratificación moral si se quiere. Pero allanaría mucho el camino que se considerase a Cataluña una comunidad nacional.

-Sin más consecuencias jurídicas.

-Sin más consecuencias jurídicas que perjudiquen a otros territorios.

-¿Con singularidades fiscales o económicas no estás de acuerdo?

-No, porque creo en la solidaridad interterritorial, que está recogido en el artículo 2 de la Constitución, y es tan importante como el principio de unidad o de autonomía.

-Cataluña está dividida entre dos bandos casi iguales, esto no lo ha solucionado el 155.

-El independentismo no va a desaparecer por decreto. A mí me parece que hay un porcentaje de la sociedad catalana que se vería reconfortado con un mayor autogobierno. Puede ser un 20% o un 25% que no son independentistas siempre que se reconozca la singularidad de Cataluña.

-¿Qué significa en hechos reales la mejora del autogobierno en Cataluña?

-Darle más poder de decisión a las instituciones catalanas y menos posibilidad de intervención al Estado dentro del territorio. La organización interna tiene muchas derivadas, no sólo es la territorial, está lo judicial, por ejemplo. Podríamos plantear una organización federal en lo judicial. El autogobierno no se ha apurado todavía y es posible mejorarlo sin romper.

-¿Y en el caso de Andalucía? ¿También ves necesario mejorar el autogobierno?

-Claro que lo creo. Somos una frontera sur de la Unión Europea, y afrontamos con escasos recursos y sin competencias un fenómeno migratorio africano. ¿Por qué Andalucía no puede tener un presupuesto propio, llegado desde el Estado o de la Unión Europa, con competencias en materia de laboral, reubicación, asistencia sanitaria, servicios sociales? La Constitución de 1978 es técnicamente muy buena, y tiene la virtud de que ha durado 40 años. Pero eso no significa que pueda ser mejorada en algunos aspectos, y creo que todos los españoles de todos los territorios se deben implicar más en la toma de decisiones. El Gobierno, por ejemplo, actúa con una sola voz en la escena internacional, pero no tiene cauces para escuchar la polifonía.

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