Quedada para llorar

Las lágrimas pueden traer causa de circunstancias muy variopintas que lleven a una quedada para llorar

La acción de quedarse, de estar en un lugar, es la primera acepción académica del término "quedada", aunque su uso más bien parezca propio de esa jerga de los navegantes digitales que surcan los procelosos mares de la web dejándose atrapar, gustosos, por las redes sociales. ¿Tiene alguna relación la quedada con la cita a ciegas? Acaso participen ambas formas de encuentro del atractivo de la expectativa cuando se llevan a término entre amigos y seguidores declarados en las redes sin que medie el conocimiento personal, sino algo así como una relación epistolar sostenida en la parafernalia y la cacharrería tecnológica. De modo que se acrecientan las posibilidades de comunicación interpersonal o anónima, aunque las imágenes y los vídeos anticipen una presencial virtual más o menos fidedigna. Y si la quedada fuese para llorar, ¿acudiría una legión de convocados a fin de desahogar sus afligidas pesadumbres, como si el mal de muchos resultara consuelo de todos? Pues esa ocurrencia ha tenido un asiduo a las redes sociales (qué atenta esta la Academia para definirlas como plataformas digitales de comunicación global que ponen contacto a gran número de usuarios), al proponer una quedada para llorar sin que parezca todavía clara la naturaleza o razón de ser del llanto. Sabido es que las lágrimas pueden traer causa de cuitas y circunstancias muy variopintas. Que el llanto de alegría no deja de ser un oxímoron, una oposición de la que resulte un nuevo sentido al encontrarse palabras de significado opuesto, mas no una manera ordinaria de juntar uno y otro término. Luego para tan peculiar quedada convendría establecer los motivos del ejercicio lacrimoso, dando por hecho que no se trata de un simulacro escénico o actoral, sino de un desahogo del ánimo que costase poco expresar en una concurrencia movida por el mismo propósito. Posiblemente, algunas aplicaciones informáticas prestarán asistencia a fin de discernir las razones para llorar. Que este puede ser el frontispicio de un foro o el acicate de un chat para que las conversaciones alumbren el pensamiento y determinen de modo más preciso la naturaleza de tal quedada. Quizás sobren tantas disquisiciones, sino que llorar sea el resultado, y no la razón, de quedar. Esto es, cual cita a ciegas, lamentarse a lágrima viva por la frustración cuando se pone cara y porte a la expectativa.

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