80 años, 100 maratones

Cumplir 80 años con 100 maratones en las piernas convence de los beneficios del correr, sin la excusa de la edad

Dentro de pocas semanas, Roger Macmillan cumplirá ochenta años de edad. Dicho así, extrañará que se comience con el detalle biográfico de un desconocido al que su familia, con miembros de varias generaciones, debe estar preparando una cuidada fiesta de cumpleaños. Pero este anciano canadiense acaba de correr su maratón número cien. Especialmente a los que se tienen por valientes -ya que no corren, como los cobardes-, interesa recordar que un maratón supone 42 kilómetros y 195 metros de carrera. Muchos médicos, ya no por razones de cobardía, desaconsejan participar en esta dura prueba física. Y argumentan, para poner un ejemplo claro, que si recién concluido un maratón por un corredor popular, no deportista profesional, se dirige a las urgencias de un hospital, tras ducharse y acudir con una compostura ordinaria, sin informar que acaba de correr esa prueba y solo decir que se siente bastante mal, cualquier sencilla analítica que se le practicara recomendaría un inmediato ingreso en la unidad de cuidados intensivos. Hasta que pasadas varias horas, desde que se atravesó la meta, poco a poco vayan recuperándose los valores más o menos normales.

Pues bien, Roger Macmillan, que de anciano solo tiene los años del carné, corrió su primer maratón el año 2006, poco antes de cumplir setenta años. Y, en esta última década, ha concluido unos diez maratones por año, uno casi cada cuarenta días, cuando el común de los corredores populares no lo hace más que en una o dos ocasiones al año. Completó el maratón más rápido en 4 horas y 33 minutos, con una media de 5 horas y 19 minutos en los cien que ha corrido. Por si fuera poco, ha ido aumentado el número de maratones por año según crecía en edad y, después de apagar las velas de los ochenta años, quiere completar tres maratones más hasta diciembre. Dice Roger que caminar todos los días del año es su sencillo secreto, y que basta con mantenerse activos sin necesidad de correr maratones, aunque él empezó a hacerlo, tras algunos años participando en carreras más cortas, con la ya avanzada edad de setenta años. De modo que, después del verano, más concurridos los gimnasios y con gran afluencia de paseantes las avenidas del colesterol, cumplir ochenta años con cien maratones en las piernas ha de convencer a los que se tienen por valientes, y a los remolones, de los beneficios del correr sin la excusa de la edad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios