Estado de la felicidad

¿Habrá una propensión más directa a engañar con la preferencia política o con el estado de la felicidad?

Aunque los sociólogos y los gurús demoscópicos -no siempre asimilables- den razón del rigor de los barómetros y predicciones con el alto nivel de confianza estadística, cuesta admitir que, con menos de 2500 entrevistas, pueda configurarse una prospectiva, rigurosa y fiable, sobre el resultado de las próximas elecciones generales y asuntos más o menos aledaños. Pero el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) así lo proclama cada vez que un barómetro afina bastante más que el escrutinio del hígado de las ocas al que eran dados los augures de la antigüedad, menos doctos y más magos, para anunciar vaticinios y presagios ante contingencias singulares. Ahora bien, los niveles de confianza de tan cuidados estudios demoscópicos deben considerar no solo las desviaciones del tratamiento estadístico sino el factor de engaño con que los encuestados, por distintas razones, alteran sus respuestas. Y si pocos parecen los 2500 elegidos para una muestra representativa, que se les haya preguntado entre los pasados días 2 y 12 de enero también tiene su cosa. Cuando los Reyes Magos estaban al paso, todavía brillaba la estrella de los buenos propósitos o no había perdido vigencia el decreto de la felicidad. Puesto que una de las cuestiones reclama la manifestación de los encuestados, en una escala de 0 a 10, sobre "¿en qué medida se considera una persona feliz o infeliz?". Cabría preguntarse si hay una propensión más directa a engañar con la preferencia política o con el estado de la felicidad pero, sea como fuere, a pocos días de la Nochevieja y con el año en ciernes cualquier prospectiva es inestable, incluso con la compartida manifestación de los buenos deseos. Así las cosas, de "completamente infeliz" (0) a "completamente feliz" (10), más de la mitad los entrevistados (52,7%) miden su un grado de felicidad entre 8 y 10, se ve que nada mal. Según el recuerdo de voto de las pasadas elecciones generales de 2016, los que parecieron darlo a Ciudadanos son significativamente más felices en esos términos de la escala (60,6%). No muy lejos quedan los votantes del PP (55,9%) y parecen relativamente menos felices los que otorgaron su confianza electoral a Unidos Podemos (47,8% de felicidad alta) y PSOE (46,5%). Luego el estado de la felicidad tal vez daría para un Pacto de Estado. Y, si la cosa empeora, pues ahí está el presidente Maduro, en Venezuela, que acaba de nombrar una viceministra de la Suprema Felicidad Social del Pueblo.

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