Andalucía

El Vaticano cita al arzobispo de Granada por el escándalo sexual

  • El prelado Francisco Javier Martínez se desplazará a Roma para comparecer ante la Congregación para la Doctrina de la fe

El escándalo de abusos sexuales que salpica a la diócesis de Granada está lejos de remitir. El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, viajará el próximo domingo al Vaticano, donde ha sido requerida su presencia para dar explicaciones sobre el caso, que surgió tras la denuncia de un joven de 24 años ante el papa Francisco y la Fiscalía Superior de Justicia de Andalucía. La denuncia implica a doce personas (diez sacerdotes y dos seglares) en los supuestos abusos sexuales: tres son acusados de forma directa, mientras que al resto lo señala como encubridores.

La implicación del papa Francisco en el caso da un paso más con la llamada a Francisco Javier Martínez para que comparezca ante la Congregación para la Doctrina de la Fe, tal y como adelantaba ayer el diario El País, que también desvelaba que los sospechosos -vinculados según Religión Digital al clan de los Romanones- actuaban como una secta y tenían como líder a uno de los tres sacerdotes que en octubre fueron suspendidos de sus funciones por el arzobispo. Además, el grupo tenía varías casas repartidas por la capital y Salobreña donde suspuestamente habrían cometido los abusos. Según la información de estos dos medios, el Papa habría llamado por segunda vez al denunciante el pasado mes de octubre -dos meses después de su primera conversación- para excusarse por la actuación de la diócesis granadina.

Sin embargo, ayer el arzobispo de Granada defendió en una entrevista en la cadena COPEel papel que ha desempeñado desde que conociera el escándalo. Según Francisco Javier Martínez, tras conocer el caso y reunirse con el joven, procedió a tomar las "medidas que pide la disciplina de la Iglesia", que pasan por la realización de una investigación previa para comprobar si los hechos denunciados tienen verosimilitud. "La puse en marcha inmediatamente y concluí que eran verosímiles y tomé las medidas cautelares", aseguró el prelado. El 15 de octubre, según el arzobispo, tomó la decisión de apartar del ejercicio "del ministerio sacerdotal público y de cualquier domicilio pastoral" a los tres sacerdotes implicados directamente en la denuncia del joven, pero no siguió actuando contra los otros siete religiosos implicados -"que habrían conocido" los abusos- porque tanto el denunciante como el Juzgado le pidieron que no hiciera nada más "para no interferir en la Justicia".

En sus declaraciones, el arzobispo aseguró entre lágrimas que "si los hechos son ciertos son una herida tremenda" y "dolorosísima", pero también destaca que si no fueran ciertos "serían igual de dolorosos, porque no se ha protegido la intimidad ni la presunción de inocencia de toda una serie de personas, incluido el denunciante". En la entrevista, Francisco Javier Martínez indicó que "tiene que haber un juicio justo, con derecho a la defensa y todas las pruebas necesarias", aunque garantizó que "la Iglesia quiere proteger a las víctimas lo más posible".

De hecho, el prelado granadinno aseguró saber de primera mano que el joven denunciante "está sufriendo porque se había impuesto el secreto" de sumario en el caso y se ha hecho público. "Por eso la Santa Sede pide secreto, porque las víctimas también sufren al convertir sus vidas personales en espectáculo", apuntó Martínez, que garantizó que al joven "lo están destrozando con este follón". El arzobispo manifestó que ha ofrecido al joven en todo momento su "paternidad y su aliento", y que en su encuentro personal le garantizó que "tiene que haber un designio bueno en lo que ha pasado" y que su caso "podrá ayudar a otras personas".

Martínez declaró que se siente "destrozado" por el caso, y que siente un "dolor inmenso" por su "familia". "La Iglesia es mi cuerpo y la diócesis de Granada mi famiia, a la que quiero con todo el alma", apuntó el arzobispo granadino, que subrayó que no puede hacer "más que penitencia" por su familia. "Vamos a pedirle al señor que nos ayude a ser cristianos más verdaderos, sacerdotes más enamorados de nuestra vocación y más fieles a la hora de erradicar cualquier cosa que pueda servir de distorsión a la bellega de nuestra misión y de la vida de la Iglesia".

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