Andalucía

La UCA investigará "uno a uno" todos los gastos de las tarjetas

  • Miembros del Consejo Social barajan pedir que se devuelva el dinero malgastado a la espera de la auditoría interna Los alumnos protestan hoy

El gobierno de la Universidad de Cádiz se enfrenta hoy a un claustro caliente, recién elegido, en el que el despilfarro en comidas y viajes entre los años 2007 y 2011, admitido por la propia UCA en una auditoría interna que aún no es oficial, será el argumento principal de la jornada sin encontrarse en el orden del día. El revuelo en la comunidad universitaria es notable y se verá reflejado.

Para empezar, los alumnos asociados en las plataformas contra los recortes han preparado un recibimiento a los claustrales a partir de las nueve y media de la mañana en el salón de actos de la facultad de Filosofía. La indignación del alumnado, más allá de que todos los gastos aparecidos estén justificados con facturas, es enorme. En una nota, esta plataforma recuerda que "este caso de despilfarro manifiesta la falta de transparencia que sufre la universidad y la falta de control democrático que tiene el conjunto de la comunidad universitaria sobre el presupuesto y el gasto universitario".

Aunque este colectivo encabeza su manifiesto con una respuesta a las tarjetas black, las 17 tarjetas conocidas del anterior equipo rector no eran black, estaban dentro del sistema gastos de la Universidad y pasaba, según ha manifestado la Universidad de Cádiz, todos los controles.

Pese a ello, una indagación no muy exhaustiva, ya que se ha realizado a demanda de un profesor sobre unos puntos muy concretos, revela que hubo un comportamiento "poco prudente y oportuno". Esta valoración de la propia auditora de la UCA no causa sorpresa a nadie, el ya se sabía es una de las frases más escuchadas estos días en la comunidad universitaria. Pero es que también lo sabía el propio equipo de gobierno actual cuando llegó al rectorado, que tomó como primera medida suprimir el sistema de tarjetas. Pese al tono académico y serio de sus notas de prensa, personas cercanas a ese mismo equipo de gobierno han llegado a manifestar entre ellos que aquello era "un descontrol". En las conversaciones mantenidas con posterioridad a la publicación por parte de este medio de los apuntes de las tarjetas, varios cargos del antiguo equipo rector han explicado algunos de sus gastos, pero siempre anteponiendo la frase: "Yo hablo por mí". En la mayoría de los casos han preferido dar esta información para conocimiento del medio, sin que saliera a la luz.

El rector, Eduardo González Mazo, que era director de Acceso en los tiempos de Diego Sales y que ayer no contestó las llamadas de este medio, baraja realizar una comparecencia pública. A sus allegados ha afirmado que lo que más le preocupa en este momento es la imagen de la Universidad, que no debería verse afectada, ya que su equipo rector evitó desde el primer momento estos gastos, que ahora están fiscalizados a través de los departamentos. González Mazo, sabiendo que se conocían los excesos en los gastos de sus antecesores, se refugia de momento en lo que él llama "lealtad institucional". González Mazo fue alumno de Diego Sales y fue aupado al rectorado gracias al apoyo de David Almorza, vicerrector de Alumnos con Diego Sales y que mantiene su puesto en el actual gobierno.

Todas estas claves y muchas más son las que se barajan entre parte del profesorado que conoce las interioridades de la UCA, una universidad en la que, como todas, existen camarillas y recelos. Algunas de ellas saldrán hoy a la luz, casi con seguridad, en la celebración del claustro, uno de los más esperados en mucho tiempo.

El Consejo Social, un órgano objetivo, creado para tender un vínculo con la sociedad y de algún modo observar la Universidad fuera de su tradicional endogamia, puede llegar a tener otra perspectiva. Es el Consejo Social el que ha hecho que se investigaran unas tarjetas que el equipo rector quiso despachar con una auditoría que, previamente, provocó la dimisión de un técnico al analizar las cuentas antes de que éstas pasaran a un organismo supervisor superficial como es la Cámara de Cuentas -la Cámara de Cuentas sólo examina fugas de dinero, no el destino del dinero-.

Hay miembros del Consejo Social dispuestos a exigir la devolución del dinero malgastado, ya que sobre un exceso del gasto entre determinadas personas y determinados departamentos nadie tiene duda. Esa devolución, piensan algunos, tendría que ir destinada a crear una bolsa para aumentar la cantidad destinada al número de becas. Esto no es sencillo. Y no es tan sencillo por la simple razón de que la UCA, como las demás universidades, tiene que hacer verdaderos equilibrios no ya para cuadrar los presupuestos, sino para simplemente hacerlos. La falta de personal es un serio problema que no sólo afecta a los docentes o a los técnicos, sino a los propios responsables de administrar la Universidad.

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