Andalucía

Syriza en La Viña

  • Los índices económicos del casco histórico de Cádiz no difieren mucho de los de las zonas más deprimidas de Grecia y los gaditanos han votado como los griegos

El casco histórico de Cádiz es el sur del sur del sur de Europa. Con índices de paro que se pasean alegremente por encima del 50%, la economía sumergida, el trueque, la paguita y la lotería clandestina se cuentan como moneda de curso corriente.

Con toda su historia a cuestas, con el honor de haber albergado a los constitucionalistas -La Pepa, 1812, el bicentenario... se habló mucho de ello sin que se sacara nada en claro-, de ser el sitio donde arrancó nuestra historia política moderna, hoy día, el distrito centro de Cádiz no es determinante ni referente para casi nada. Arroja una cifra de 36.000 habitantes, 20.000 menos que hace treinta años, una sangría demográfica que habla mucho de su decadencia.

En ese lugar, Podemos logró el pasado domingo ganar en el 90% de las mesas. Los gaditanos del casco histórico votaron como griegos porque se sentían Grecia. Votaron a Syriza. Los gaditanos del casco histórico tienen la misma etiqueta en España que los griegos en Europa. Si por muchos fuera, saldrían el euro Grecia y Cádiz.

Esto no quiere decir, ya que no es cuestión de pecar de ingenuos, que entre los votantes podemistas haya alguno que haya abierto mucho los ojos y las orejas ante lo que puede prometerse como una Arcadia Feliz con chucherías como renta básica para todos. Voto a Podemos y a vivir del porque yo lo valgo. Cádiz viene de los fenicios y tiene mucho fenicio, pero pensar que el éxito de Podemos en Cádiz se debe sólo a eso es de una necedad que sólo circula entre insultadores incansables de las redes sociales, escritores de comentarios en los digitales de los periódicos y cenáculos políticos de muy cortas miras. No, Podemos no ganó en Cádiz por eso. Podemos no logró la única capital, su único consuelo, por eso.

La misma noche electoral se podía leer en las redes este clarificador tuit: "¿De verdad una sociedad tiene que estar tan mal social y económicamente como la gaditana para arriesgarse?". Pues sí. Lo mismo sí. Es lo que ocurre cuando no tienes nada que perder.

En la depauperada realidad gaditana, farolillo rojo de tantas malas notas (42% de desempleo, 69% en menores de 30 años, una de cuatro personas en extrema pobreza, más de un tercio de abandono escolar temprano...), el casco antiguo es el farolillo rojo del farolillo rojo. Las promesas y proyectos abandonados son legión. Creer en algo o en alguien se pone difícil. Creer en algo o en alguien, así las cosas, es una tontería.

En ese contexto, se presenta a presidenta una vecina del barrio, emparejada con un carnavalero, un comparsista, y dice las cosas que ellos dicen en las horas muertas, que son muchas en barrios como La Viña, el más propio de todos los barrios de Cádiz, el que mira a la playa de La Caleta, el que tiene en las esquinas a pescadores vendiendo pescado, el de las colas en los comedores sociales, el que tiene tejida una red solidaria vecinal que explica cómo se puede sobrevivir con semejante renta per capita de menos de 10.000 euros de media.

A la vista de los resultados, hay que pensar que un determinado tipo de gaditano se ha identificado con el discurso de Podemos. A la vista de los resultados, el "todos los políticos son iguales y no son como yo", ha terminado calando. Porque un político de toda la vida en el centro de Cádiz, en La Viña, es un pingüino, un marsupial.

Podemos Cádiz nació aquí. Todo el movimiento, en gran medida juvenil (juvenil de muchos jóvenes sin trabajo, carne de emigración), que tomó con las tiendas de campaña El Palillero tras la megaacampada de la Puerta del Sol del 15-M tenía agarradas las raíces al centro de la ciudad. Y fueron los mismos que tomaron un palacio abandonado, el de Valcárcel, un antiguo hospicio que iba a ser muchas cosas y hace décadas que no es nada. La iniciativa consiguió implicar y, sobre todo, interesar a no pocas personas. Valcárcel, que sigue bostezando telarañas desde su intervención, quedó como símbolo de que otra forma de hacer las cosas tal vez no era posible, pero debería serlo.

La policía los sacó a rastras ante la indignación del barrio y se acabaron sus cuentacuentos, sus talleres de manualidades y esas cosas que les ha granjeado el simplista calificativo de perroflautas.Los del movimiento Valcárcel adecentaron zonas del edificio que estaban ruinosas, las desparasitaron, arreglaron tuberías, limpiaron, pintaron. Y luego sí, hacían sus talleres y sus movidas. Por muy ilegal que fuera, esos meses el edificio, casi emblema del barrio, tuvo un pálpito de vida. Es cierto. Pero Podemos en Cádiz, ahí están las votaciones, son mucho más que unos perroflautas o unos jipis. Es una potente fuerza política local que bebe de la izquierda de la izquierda -Izquierda Anticapitalista, heredera de la Liga Comunista Revolucionaria, los trotskistas del PCE, formación integrada en Podemos, reunió mil votos en su última convocatoria gaditana- pero que es comprensible para el gaditano que repite las coplas de Carnaval más comprometidas, las que se corearon en el velódromo de Dos Hermanas cuando el Selu y Juan Carlos Aragón amenizaron el mayor mitin celebrado durante la pasada campaña, con más de 15.000 almas gritando que sí se puede, aunque no se pudo. En Cádiz, sí.

El discurso de Podemos, quizá sobreactuado, quizá demasiado afectado para una parte de Andalucía que no se percibe en tal estado de emergencia, no suena alienígena en Cádiz. Le han dado cuerpo a ese "estoy más que harto y no pienso seguir soportándolo" que gritaba el telepredicador Albert Finney en la película Network. Probablemente se lleva repitiendo desde hace años. Aquí no hay un alejamiento de la clase política. Aquí, la clase política está a años luz de distancia, en otra galaxia. Todo ello ha tenido que influir en esos casi nueve puntos, muy por encima de la media andaluza, de incremento de participación en estos comicios. Algo así como ¿no querían política? Vamos a hacer política. Y en el cercano Ayuntamiento, gobernado desde hace años con una cómoda mayoría absoluta por la popular Teófila Martínez, han parpadean.

Las municipales no serán como las andaluzas. Teófila Martínez, vetereana entre las veteranas del PP, en su última campaña, sabe cómo llegar a la gente, sabe ser populista incluso con los votantes de Podemos y Podemos no tendrá a Teresa Rodríguez, sino a su compañero. No es lo mismo, pero la advertencia está ahí. Hablamos de Grecia y de la cuna del liberalismo... Los discursos vacíos de los políticos de toda la vida dicen que por esos y estos pagos nació la democracia.

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