Andalucía

Naranjas de la China

  • Empate. Arenas no consigue ocultar su euforia por las encuestas. Griñán insiste en practicar su estilo didáctico. Y Valderas sigue empeñado en aumentar el déficit público

LA puerta del Parlamento recuperó ayer la normalidad de los días de pleno. Es costumbre que haya una o dos manifestaciones en estas ocasiones, y allí había una doble. Doble de ancha, doble de ruidosa y doble de agresiva, protagonizada por el sindicato CSIF. Algunas pancartas protestaban por los recortes sociales. Sorprende. A menos que el decreto de reordenación del sector público recorte derechos sociales. Y también es malicioso preguntarse cómo pueden cientos de funcionarios manifestarse un jueves a las 12:00, en vez de estar trabajando.

En el interior, sin embargo, hubo una novedad inhabitual: la rotunda unanimidad para un asunto de gran trascendencia. Eso sí, internacional. Sus señorías deambularon ayer, por el mundo mundial, hasta las murallas de la China comunista. Y empezaron su periplo en el Sahara Occidental, para condenar los sucesos de El Aaiún y poner a Marruecos como hoja de perejil. (La ironía es de este cronista). Lo cierto es que PP, PSOE e IU están completamente de acuerdo en que estamos ante un caso de violación de los derechos humanos del pueblo saharaui, con cuyas víctimas se solidarizan.

Ahí se terminó la unanimidad del pleno. En el debate de los jefes, Griñán recibió palos de derecha e izquierda. No estaban coordinados, pero Arenas utilizó para su arranque el final del debate del presidente con Valderas y continuó los argumentos de Izquierda Unida. No era producto de una nueva pinza, sino de la maestría como polemista del presidente popular: entrevió que Griñán abrió un flanco débil en su intercambio con Valderas y se metió por él como una exhalación.

Resulta que el presidente se dejó llevar de su afán profesoral y en la réplica a Valderas le recordó que el Gobierno comunista chino es uno de los principales agentes de la especulativa guerra de divisas que hay entablada en el mundo. Contestaba el presidente a las preocupaciones del coordinador regional de Izquierda Unida sobre la desigualdad, la pobreza y el paro en Andalucía. En su intento de contextualizar la crisis y explicar por qué es difícil colocar deuda en los mercados internacionales, Griñán pasó por China, y China se quedó para todo el debate.

Arenas golpeó una y otra vez el flanco chino de Griñán. Desde su arranque. Felicitó al presidente por su habilidad en buscar culpables a la situación económica que vive Andalucía. El dumping social chino es una novedad, sostuvo, porque hasta ahora el mérito de la crisis era del capitalismo americano. Descubierto este punto de referencia, China, su prensa o su política sirvieron al jefe de la oposición para decirle a Griñán que es un ovni que vive fuera de la realidad, que vende humo.

No sonaba a pinza, pero el presidente ensayó ayer un par de gestos de defensa del más puro chavismo. Por ejemplo, sacó a pasear la bandera del 28 de Febrero, en su última intervención: le recordó al PP que no estuvo en el proceso del primer Estatuto y que ahora quiere llevar al Gobierno andaluz -si gana las elecciones- una involución del espíritu fundacional de la autonomía andaluza, con un adelgazamiento del Estado del bienestar y la privatización de servicios públicos esenciales como la educación y la sanidad, con menos igualdad y menos tolerancia.

Una defensa clásica, que era complemento de otra anterior, en la que dijo que los problemas de los socialistas son los problemas de los andaluces, mientras que para el PP su problema es que quiere elecciones, porque cree que las puede ganar. Arenas no se quedó cortó. Aconsejó a Griñán que abandone su discurso triunfalista. Le dijo que su política económica es un error y un atentado al sentido común. Y su política de empleo, un auténtico escándalo. El intercambio de golpes, con Arenas al ataque y Griñán a la contra, no se quedó ahí. Para el presidente, el jefe popular viene lanzando una colección de ambigüedades e inconcreciones. Los andaluces tienen derecho a saber qué se les propone y si servirá para luchar contra la crisis o el paro, o es pura y simple demagogia.

Arenas repetía sus datos como una letanía de desastres: cuando empezó la legislatura había en Andalucía 464.000 parados ya ahora hay 1.130.000, ¿cómo puede decir el presidente que la desigualdad se ha reducido? Pero lo dijo. Por cierto, en respuesta a Valderas. Ayer no hubo pinza, pero Arenas ensanchó el terreno de juego, dispuesto a replicarle a Griñán por lo que le diga a él y por lo que conteste a Valderas. El presidente había afirmado que en la última encuesta sobre presupuestos de las familias españolas, la desigualdad en Andalucía se había reducido en dos puntos entre 2004 y 2009, mientras en España esa reducción fue del 0,4%. Y dijo más: el porcentaje que no podía irse de vacaciones había bajado en ocho puntos, el de las que no podían llegar a fin de mes había descendido en cuatro y el de las que no podían hacer frente a gastos imprevistos, se redujo en un 5%.

Griñán intentó sacar partido de todas las referencias posibles. Por ejemplo, presumió de que Andalucía ya no es una región de convergencia, sino de competitividad, en alusión a que perderá en 2014 gran parte de los fondos estructurales europeos que ahora recibe como territorio subdesarrollado. Arenas le contestó que esto es por el efecto estadístico de la entrada de los nuevos países del Este.

Por dos veces el presidente se fue al ataque, con soltura. Una, para afearle al PP su campaña de envío postal de tarjetas al presidente Zapatero, para quejarse del paro femenino en España. Dijo Griñán que es verdad que ahora hay 600.000 mujeres en paro más que en 2004, pero que también hay 1.323.000 mujeres más con empleo. Y que la tasa de actividad femenina en España era cuando el PP salió del poder del 44,6% y ahora es del 52,2%. La otra fue para poner en evidencia la ingeniería estadística del PP en el Gobierno: en mayo del 2002 cambió los criterios de contabilidad y afloró de golpe 1.254.000 empleos.

Arenas desveló las consejerías que desaparecerían con él en el poder: Se fusionarían Presidencia y Gobernación, Educación y Cultura, Sanidad y Asuntos Sociales, e Igualdad y Empleo. El PP no estaba ayer para contenciones. Se veía llegando a San Telmo. A todo lo que argumentaba el profesor Griñán contestaba el polemista Arenas que naranjas de la China.

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