Cultura

La "poetada" de Fernando Aramburu se hace con el Premio Biblioteca Breve

  • El autor vasco narra con humor despiadado un encuentro literario en 'Ávidas pretensiones'.

Una atrevida sátira, narrada con maestría técnica y un lenguaje gráfico y vivaz, según los términos del jurado, le valió ayer al escritor Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) el prestigioso Premio Biblioteca Breve 2014, dotado con 30.000 euros. Ávidas pretensiones, su relato de una "poetada", una reunión de tres días de delirio literario donde poetas con ganas de medrar cometen "las mayores perrerías del mundo", se impuso entre 945 manuscritos, la mayoría llegados de España pero también de Argentina, México y Colombia, sobre todo. Y lo hizo porque, como advirtió José Manuel Caballero Bonald, miembro del jurado que completaban los escritores Eduardo Mendoza, Carme Riera y Pere Gimferrer, la prosa del autor donostiarra, "siempre rica en matices, funcional, eficiente y con injertos castizos", es decir, de buen tono verbal, se ha puesto aquí al servicio de una comedia satírica que, entre el esperpento, la caricatura y el sarcasmo, recrea una velada literaria en una versión actualizada, insistió el premio Cervantes jerezano, "del Parnaso cervantino".

Aramburu, que desde su debut literario con Fuegos con limón (1996) sigue sorprendiendo por su "dominio técnico del lenguaje", según Carme Riera, parte aquí de un modelo lejano, una reunión de poetas alemanes, no españoles, para componer una novela divertida con tintes valleinclanescos y quevedescos cuyo gran valor, remarcó Riera, "es la lengua".

El narrador, un hombre serio en el compromiso literario, ya sorprendió a sus lectores en 2010 con el aparente cambio de registro que dio en Viaje con Clara por Alemania. Aquí, según Eduardo Mendoza, "se desmelena, como hace quien puede y tiene talento, no quien quiere", y firma un divertimento que pone al lector ante un mundo extraño que al final deja una idea descarnada: "¿Estamos ante una reflexión sobre la literatura o sobre la naturaleza humana?". Para Gimferrer, la respuesta está clara: "El tema de esta novela premiada no es la literatura, sino la vanidad humana".

Para su autor, Ávidas pretensiones es "un delirio colectivo" donde hay ambición, dinero, sexo, amor, engaño, y humor por supuesto. "Quiero explicar esto del humor. Para mí es una necesidad vital en mi relación con los demás y las cosas del mundo, lo cual me permite soportar ciertas situaciones. Y es un compromiso personal, una posibilidad para estar a buenas conmigo mismo y cerrar ciertas heridas. En mis libros, los pasajes jocosos los escribo cuando mi situación es peor. Hay como un factor de compensación. El humor es mi antídoto para no sucumbir al fanatismo", declaró Aramburu, exultante por recibir un premio que le confirma en la obsesión que mueve su vida desde que era adolescente: escribir.

El autor, que aunque reside desde hace años en Alemania tampoco ha eludido en su producción el conflicto vasco, asegura que "nunca" pone su literatura "al servicio del rencor o del resquemor". Por ello, reta al lector a que aguante hasta el final, sin sonreír, esta novela sutilmente ambientada en los días de Rodríguez Zapatero ("hay una alusión a que al año siguiente no habrá fondos para celebrar el encuentro literario anual") y que no quiere satirizar la poesía pese a que, declaró, tiene "la modesta certidumbre de que el humor y la poesía son incompatibles". "Y los amigos que me citan a Quevedo no hacen más que confirmar mi tesis. La poesía embellece, idealiza la realidad, selecciona de ella ciertos resplandores. Y yo me desgarro por dentro entre las dos actitudes porque las dos me gustan", concluyó.

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