De libros

Muere Henning Mankell, la gran voz del 'noir' nórdico

  • El escritor sueco, de 67 años, logró el éxito mundial con una saga que nació a principios de los 90.

Henning Mankell, autor de la popular saga de novelas negras del inspector Kurt Wallander, murió ayer, en la madrugada del domingo al lunes, en la ciudad sueca de Gotemburgo. El escritor tenía 67 años y falleció a causa del cáncer que le fue diagnosticado a finales de 2013. La noticia, que él mismo anunció en el diario Göteborgs-Posten en enero del año siguiente, supuso para el autor un "descenso a los infiernos" sobre el que reflexionó primero en artículos en ese mismo periódico y poco después en su último libro, Arenas movedizas. En esta obra, publicada el pasado mes de septiembre por Tusquets, su editorial en España, Henning Mankell alterna recuerdos de su infancia con pensamientos en torno a la muerte, el miedo, la esperanza o sus creencias más íntimas pero, sobre todo, sobre la vida. 

Mankell publicó su primera novela en 1973, bajo el título Bergsprängaren (El rompedor de rocas), pero no sería hasta casi dos décadas después, a comienzos de los años 90, cuando alcanzó una popularidad que ya no dejó de crecer. Esa fama se la dio la serie de novelas protagonizadas por Wallander, un taciturno inspector de policía que fue a la vez su más querido y fiel álter ego y la instancia a través de la cual el escritor, mucho antes de que la moda de novelas criminales en paisajes azotados por la nieve adquiriera rango de fenómeno comercial, se dedicó a examinar las realidades más oscuras e injustas que las sociedades nórdicas preferían ocultar bajo la alfombra de sus felices clichés sobre el Estado de Bienestar. 

Nacido en Estocolmo en 1948 y casado con Eva Bergman, una de las hijas que tuvo el maestro del cine Ingmar Bergman, Mankell comenzó a trabajar como autor y ayudante de dirección en el Riksteatern de la capital sueca. Aunque protagonizó una extensa carrera como dramaturgo -solía recordar que esa era su gran pasión, y de hecho firmó más de 40 obras teatrales- y escribió libros más íntimos, sin género, como Zapatos italianos, además de numerosos libros infantiles y juveniles -entre ellos una serie protagonizada por Sofía, una niña africana, que le sirvió para narrar las dificultades de la vida de las mujeres en ese continente-, si Mankell vendió más de 40 millones de ejemplares en todo el mundo y fue traducido a más de 40 idiomas, fue gracias al ciclo que inició en 1991 con la novela Asesinos sin rostro, la primera de Kurt Wallander. 

Tras ella vinieron Los perros de RigaLa leona blancaEl hombre sonrienteLa falsa pistaLa quinta mujerPisando los talonesCortafuegosLa pirámideAntes de que hieleEl hombre inquieto y Huesos en el jardín, entregas muy exitosas cuyo impacto multiplicaron las distintas adaptaciones audiovisuales de las historias crudas y descorazonadoras que investigaba su atormentado inspector. La primera de ellas se realizó en la televisión de Suecia en 1995; más tarde, desde su estreno en 2008, la BBC ofrecería una versión con Kenneth Branagh en el papel protagonista. 

"Mankell abrió las puertas a la novela negra escandinava en el resto del mundo", reconoció ayer el noruego Jo Nesbø, uno de los grandes beneficiarios de ese boom mundial. "Si la novela negra sueca fuera un imperio, Henning Mankell sería su presidente", proclamó por su parte otro autor de éxito en estas mismas coordenadas novelescas, el sueco Hakan Nesser. "Usando el espejo del crimen, la literatura nos dice muchas cosas sobre la vida, y sobre cómo somos los seres humanos", dijo en una ocasión el autor, que con grandes dosis de pesimismo y una prosa sobria y sin adornos, fría como tantos de los lugares por los que se movía Wallander, se propuso demostrar que no hay sociedad, por próspera que ésta sea, que sea capaz de proteger a sus miembros de las innumerables bajezas del ser humano. 

Mankell era el gran referente de la novela negra nórdica, a la que aportó un peso literario del que carecían tantas de las obras que se apuntaron a esa corriente. Pero también él tuvo sus modelos a imitar. Como admitió públicamente el escritor, se empapó del estilo que a mediados de los años 60 pusieron de moda Maj Sjöwall y Per Wahlöö, autores unidos por la literatura y el matrimonio que fueron pioneros del noir en Suecia y que consideraban, por cierto, que la famosa saga de su compatriota era "aburrida porque carece de sentido del humor". 

"Sé que antes o después esta enfermedad me matará", afirmaba el escritor en su última entrevista, publicada por el periódico Göteborgs-Posten el pasado 27 de septiembre. En ella Mankell contaba que dedicaba dos horas al día a la escritura y se mostraba "satisfecho" con la vida que había vivido. También desveló que estaba escribiendo una novela, La noche,protagonizada por enfermeras que trabajan en turno nocturno, una idea que le surgió a raíz de sus obligadas estancias en el hospital. Mankell estaba también ilusionado con otro proyecto, una serie biográfica sobre Ingmar Bergman, su suegro, cuyo manuscrito escribió hace cuatro años y que esperaba que viera la luz en 2018, en el centenario del nacimiento del cineasta. 

A falta de saber el destino de esos escritos, la editorial Tusquets anunció ayer que en la primavera de 2016 publicará la última obra que les entregó el autor, Botas de lluvia suecas.

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