Cultura

El pesimismo bien entendido

  • El periodista José Landi recoge en su primer libro una serie de relatos que son el retrato de una época, de una ciudad y de nosotros mismos.

YA VENDRÁN TIEMPOS PEORES. José Landi. Editorial Cazador de Ratas 2016. El Puerto de Santa María, 2016. 188 páginas. 16 euros.

El pesimismo bien entendido puede dar muchas ganas de vivir. A fin de cuentas, como sugiere el título del primer libro del periodista Pepe Landi, todo es susceptible de empeorar. Así que, mejor que lamentarnos, es forzoso apurar, haber apurado, el tiempo real. Landi, que hasta en su apellido italiano lleva la seña del gaditano inconfundible, se convierte de sopetón y como sin querer en eso que suena tan antiguo de cronista social. Pero ¿qué otra cosa es un periodista?

El autor ha rechazado expresamente que Ya vendrán tiempos peores sea un retrato del Cádiz de los años 80. Y aunque no siempre conviene hacerlo, tenemos que darle la razón. En realidad, sí es una crónica de aquella época, pero no de todo Cádiz, no de todos los gaditanos de entonces sino de los que ahora, cuando ya no sabemos si han llegado los tiempos peores, tienen más o menos la edad del autor. Diríamos que es una película juvenil que recorriera décadas, con algunas escenas sacadas de Trainspotting y otras de Verano del 42, sin que falten retazos de Perros callejeros, quees lo mismo que decir que en todos los tiempos han cocido habas.

Se entenderá entonces que lo que cuenta Landi retrata Cádiz, pero también dibuja a otras muchas ciudades de la época. De la misma forma que lo que le pasa a a él mismo o lo que él dice que le pasa a sus amigos y enemigos, conocidos y gente que pasaba por allí, nos pasó o pudo haber pasado a cualquiera. Sin ir más lejos, el título del libro es robado a un amigo del autor, que a su vez lo había cogido de su madre, y es de suponer que ésta lo había oído de alguien. Alguien, yo mismo sin ir más lejos, dejó dicho que cuando uno escribe de sus pasiones, sus complejos o sus sentimientos más íntimos encuentra en ese campo la conexión más segura con el resto de la humanidad. Por lo menos con el resto de la humanidad que sabe leer y comprender un texto. Es decir, todos somos diferentes, pero todos hemos tenido nuestra primera experiencia sexual, la primera y la última pelea, unos padres que nos veíamos obligados a matar y a los que sólo entendimos con el paso de los años, y unos amigos a los que no sabíamos si adorábamos u odiábamos. Lo esencial es escribirlo tan brillantemente como está hecho este libro.

De ese campo interior, a la vez atómico y universal, va este libro, escrito por un periodista nacido -simple casualidad, supongo- apenas unos días después de aquel Mayo del 68. Es literatura de recuerdos, pero como el escritor no es tan mayor no podemos apelar a la nostalgia para definirlo. Esta colección de relatos está indefinidamente situada entre la experiencia propia y la ficción. Ya se sabe, "algunas cosas me habría gustado que sucedieran así", ha confesado con otras palabras Landi, quien también admite que muchas cosas que se atribuye a él mismo en realidad le pasaron a otros. Eso no le quita el evidente carácter auténtico a las historias y a las consecuencias de las mismas, descritas o sugeridas.

En muchos momentos, es literatura de humor, por más que la sonrisa provenga de ese vernos retratados de manera más bien ridícula en algunos rasgos generacionales. En otros ratos, ese humor deviene sátira inmisericorde con la sociedad, con los profesores, con los políticos, con los periodistas, con los amigos verdaderos trasmutados en falsos y revenidos en verdaderos, con Cádiz, con España y con la humanidad. Incluyendo, por supuesto, en el género humano al propio autor.

Es obligado señalar los capítulos favoritos para quien escribe esto. En primer lugar, el titulado Charcos en el cielo, el que relata la diversión más barata, duradera y gratificante de tantos niños, adolescentes y jóvenes gaditanos del género masculino: los partidos de fútbol sin reloj en la playa. Con un inicio brillante: "Lo más cerca que anduvimos del cielo fue cuando lo tuvimos bajo los pies. Era un reflejo". O el que retrata tan crudamente la profesión periodística que casi avergüenza haber empezado a ejercerla, El intermediario. Y el hilarante ¿Quien es Muffi? Pero el feroz Landi asoma también el corazón que todos (bueno...) tenemos, hablando de unos padres que hicieron lo que pudieron o llegando a comprender con los años a aquellos enemigos que todos hemos tenido. Aunque el puñetazo se lo tuvieran merecido. ¿Ven como estamos todos?

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