Una de las 'cualidades' de ciertos políticos es la ductilidad que manejan cuando analizan datos. Así son capaces de darle la vuelta a informes o encuestas nada favorables. Sí, también se llama demagogia. Una práctica a la que se prestan los números del partido de ayer. Si se miran con frialdad y sin haber visto el encuentro, se podría decir que ambos equipos estuvieron parejos. Nada más lejos de la realidad, ya que los once disparos o los ocho saques de esquina son un maquillaje que no tapa las carencias rojiblancas.

Si hubo cierta igualdad en las llegadas -22 del Granada por 26 del Getafe-, y en los disparos -11 de los rojiblancos por 13 de los azulillos- fue porque al equipo entrenado por Luis García no le hizo falta más. Además, no fueron iguales ni los acercamientos ni los disparos de unos y otros.

La prueba del algodón está en Roberto y Moyá. Ambos intervinieron ocho veces, pero no de la misma manera. El guardameta rojiblanco hizo un par de paradas de lujo, mientras que el portero mallorquín fue el espectador número 13.320 de Los Cármenes. Un dominguero más con el aliciente de interactuar de vez en cuando en las tristes tentativas de los atacantes granadinistas.

Otro dato que no habla muy bien del Granada son los saques de esquina. Los de Lucas Alcaraz sacaron cinco más que su rival (3), pero sólo crearon peligro en uno de los ocho córneres. La estrategia es un aspecto del juego que debería ser determinante para los rojiblancos y que ayer estuvo muy mal aprovechada. Con las faltas también se puede falsear el análisis. Que el Granada hiciera 19 puede interpretarse como que, al menos, le pusieron valor. Ni por esas, porque más de la mitad las hizo Iturra. Diakhaté todavía no sabe hacerlas.