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El ejemplo del 2012

  • El Granada llega a los cinco últimos partidos en una situación sobre el descenso similar a la de hace dos temporadas, cuando cuatro derrotas y un triunfo estuvieron a punto de descenderle

Lo dijo Lucas Alcaraz en la rueda de prensa posterior a la victoria contra el Barcelona: los seis puntos que quedan para lograr la permanencia van a costar mucho. No está falto de razón el técnico. La frontera de los 42 puntos, los mismos que logró el equipo en las dos anteriores temporadas en Primera, aparecen como el espigón que refugiaría un año más al equipo en el puerto de la élite. Esto es, ganar dos partidos para superar esa cifra (43), o vencer uno y empatar dos. Con los dos encuentros que quedan en casa y contra rivales directos, las cuentas están en la senda prevista.

Pero como en una carrera universitaria, las últimas asignaturas cuesta aprobarlas mucho. Más por el efecto psicológico de ver la meta al final de la recta que por la materia. En tenis es habitual que a los jugadores se les complique un partido que tienen ganado. Han de aprender a cerrarlo, se dice en el argot. En la memoria del granadinismo aún está fresco el agónico final de Liga en Vallecas, cuando el equipo estuvo a un gol de caer a Segunda. Los rojiblancos están en una situación similar a la de hace dos años, con seis puntos de margen sobre el descenso (por ocho de aquella vez). Lo que pasó en mayo de 2012 es el ejemplo más claro de lo que cuesta sumar puntos a final de Liga. Aquel año, con 39 puntos en la jornada 34, el Granada tuvo opciones más que sobradas para ni siquiera haber sufrido. Tan sólo ganó un encuentro de los últimos cinco. Se complicó la existencia al perder en Zaragoza (rival directo), Levante, Real Madrid y Rayo Vallecano. Bastó, pero porque aquel balón del villarrealense Marco Rubén no entró.

La relajación condenó al Granada a pasarlas canutas para quedarse en Primera. El año pasado era peor, pero la respuesta fue inmejorable. Con un calendario más favorable, con tres de los últimos cinco compromisos en Los Cármenes, los rojiblancos, firmaron 10 de los 15 puntos en juego. Ganaron como a Málaga, Osasuna y Getafe, y rescataron un punto decisivo en Donostia ante la Real. Hasta la derrota en Valencia no tuvo consecuencias.

¿Qué diferencia ambas situaciones? En la primera el Granada, al contar con una renta más que amplia, se confió, lo que unido a la extraña remontada del Zaragoza propició los agobios finales. En la del pasado curso, los granadinos tuvieron que verse con el agua al cuello para dar su mejor versión y lograr la permanencia con una jornada de antelación.

Este año, la situación se asemeja más a la de 2012. El estertor liguero que le resta al Granada presenta tres partidos fuera y dos en casa, precisamente los más accesibles frente al Rayo y el Almería. Serán estos los que marquen el grado de sufrimiento.

Dos triunfos mandarían a los de Alcaraz a los 43 puntos, lo que no aseguraría la permanencia pero casi. Las cuentas saldrían fáciles: se obligaría a Almería y a Getafe a ganar casi todo lo que les queda. En caso almeriense, 13 de los 15 puntos en juego para empatar en la tabla: recibe a Celta, Betis y Athletic, y visita al Espanyol y al Granada, salida fundamental por el average particular. El Getafe, por su parte, debería sumar 12 de 15 posibles, es decir, ganar cuatro de cinco partidos. Su calendario le penaliza: Málaga y Sevilla en el Coliseum y Levante, Barcelona y Rayo a domicilio.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Extrapolado al Granada, en 2012 lo tenía todo a favor y terminó llorando de los nervios. Ahora la situación pinta igual. ¿Habrán visto la piedra Lucas y los jugadores?

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