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Las consecuencias de jugar a ser rácano

  • El Granada adormece el partido en la segunda parte pero acaba como víctima de su propia medicina y finaliza derrotado estadísticamente

El Granada acaba 2014 en puestos de descenso por primera y única vez. Ha tenido que ser en la última jornada del año cuando a Joaquín Caparrós se le ha agotado el milagro. Todo en un partido en el que las estadísticas derrotan a la escuadra rojiblanca. La clave para entender estos datos está en el alarmante bajón en los capítulos ofensivos durante el segundo tiempo. El equipo durmió tanto el partido que terminó por adormilarse él también y acabó aturullado cuando necesitó reaccionar.

El dato que mejor indica cómo el Getafe terminó mereciendo un empate que al descanso hubiera sido injusto está en los disparos sobre el marco rival. Los madrileños terminaron con dos lanzamientos más a Oier que el Granada sobre Guaita, pero en la segunda mitad, los azulones (ayer de amarillo estilo control de la Guardia Civil) duplicaron sus intentos con respecto a los de Caparrós (3 a 6). Algunos desesperados, otros más certeros, al final el gol iba a llegar dejando tanto tiempo la pelota al rival. Los números de posesión así lo avalan. 52% del Getafe contra el 48% del Granada, cuando en la primera fue al revés. Muchas concesiones a un equipo con talento.

Ambos porteros tuvieron que hacer tres paradas en el partido, aunque su presencia en el juego cambió mucho. Guaita tan sólo jugó una vez con el pie y fue en la segunda parte, mientras que Oier siete, todas en la primera. El Granada empezaba por el arquero vasco, activo en el juego. Pero cuando el Granada se puso por delante y se pertrechó cerca de su área, eso ya no importaba. Ya se limitó a parar. Consecuencia de un cambio de guión marcado por el resultado. El Granada tenía menos la pelota, por lo que el arquero ya no actuaba iniciando el juego.

Y otro dato que corrobora el 'amarrateguismo ilustrado' de Caparrós. El equipo hizo prácticamente el doble de faltas que su rival. En una de ellas llegó el empate. Otra consecuencia de confiar en que sin jugar se pueden ganar partidos. Hay que hacer algo más que especular.

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