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Un tuya-mía presenciado por 20.848 espectadores

  • Los de Sandoval y Simeone logran sus objetivos tras empatar en un partido en el que lo más destacado se vivió en la grada

Cuando en un partido a los dos equipos les interesa empatar, arriesgar lo justo y apenas acercarse al área rival, los números del choque apenas tienen trascendencia. Eso fue lo que ocurrió ayer en el Estadio de Los Cármenes, donde se vio un rondo entre dos equipos distintos pero con algo más de 21.000 espectadores en la grada. Un simulacro de encuentro porque lo realmente importante estaba en otras ciudades, concretamente en Almería y Barcelona.

Con toda la información no solo en el banquillo sino también en la grada, los jugadores que pisaron el césped de la instalación del Zaidín se pasaron el balón de uno a otro de manera horizontal. Estaba prohibida la verticalidad. No obstante, en la grada cada vez que tocaba el cuero Antoine Griezmann se levantaba un rumor por si acaso se le ocurría disparar a puerta. Precisamente el excelente jugador galo fue el único que intentó el disparo en la primera mitad aunque su chut se marchó muy desviado a la derecha de la portería defendida por Roberto.

Por contra, los rojiblancos solo lo intentaron por medio de Rochina, que levantó a la afición granadina pues hasta ese momento (minuto 42 del primer acto) lo más destacado fue ver como los seguidores locales sufrían y sonreían cuando llegaban las noticias desde el estadio de los Juegos de Mediterráneo y el Camp Nou.

Pero si tuvo poca historia la primera mitad, la segunda fue aún más insulsa. Un intento por cada bando (Juan Carlos por los locales y Koke por los madrileños) y apenas un saque de esquina. Esto hizo que tanto Roberto, que salvo sorpresa disputó su último partido de Liga con el Granada CF, ni Oblak, tuvieron apenas trabajo. Tan solo algún que otro centro lateral atajado por alto sin problemas por ambos guardametas. Lo que más hubo fueron faltas, pero eso sí, muy lejos de ambas áreas vaya que a alguno se le ocurriera equivocarse y creara más peligro de la cuenta.

Sin duda, fue el acta más fácil que rellenó González González en toda su carrera como árbitro. No hubo amarillas ni goles ni prácticamente nada...bueno si, la invasión de los seguidores que no pudieron contener su alegría por lograr por cuarto año consecutivo la permanencia en la categoría.

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