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La Alpujarra agita un pelotón tranquilo

Y sonó el despertador en La Alpujarra granadina. Llegó la hora de la verdad para el pelotón en un momento en el que la Vuelta a España se hallaba en un estado semilatente, entre la sorpresa de Chaves y las polémicas de cada día, pero el Alto de Capileira puso a todos en fila.

Era el primer examen serio y una etapa complicada en la que, al paso por Lanjarón, el agua era un bien preciado y valioso porque el termómetro superaba los 37 grados pese a la altura.

El equipo Orica, esa gran familia del líder, no tomó el control de la carrera y cinco corredores tuvieron licencia para escaparse. Eso cambió el argumento de la etapa pese a que la aparición del pinganillo hace que las carreras se controlen día sí y día también. Ciclismo de laboratorio. No obstante, Alejandro Valverde destacó en la meta los 27 segundos que se dejó Froome: "Esos segundos buenos son, queda mucho pero esta etapa ha sido muy dura y nosotros aún seguimos con dos opciones en la general".

Los aficionados también fueron protagonistas. Algunos de ellos acudieron a la cita provistos de neveras, mesas y sillas de camping. Ambiente típico de jornadas grandes. Eso no cambia.

Las banderas de Colombia presidían una parte del recorrido y también las de Euskadi, que ya piensa en Mikel Landa. De momento, se ha encontrado mejor de lo que esperaba y en cuanto desaparezca el calor será uno de los que opositen al podio. Las altas temperaturas aplacan desde siempre al corredor vitoriano porque, como aseguró, "donde yo vivo hay 15 grados".

El Astana, junto al Movistar, fue uno de los encargados de administrar la última subida. El equipo siempre da noticias en esta ronda española aunque la primera fuera contraproducente para sus intereses. Por fortuna, ésta ya no es la Vuelta de los líos sino la de Esteban Chaves. No se sabe hasta qué momento pues su compatriota Nairo Quintana alzó la voz y anunció pelea.

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