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La locura le sonríe esta vez al Granada (2-2)

  • El equipo de Sandoval rescata un punto en los minutos finales cuando perdía por dos goles de diferencia Los rojiblancos aprovechan la inferioridad numérica del Málaga para encerrarle en su campo

Un partido con un desarrollo caótico, con dos equipos entregados pero faltos de calidad durante gran parte de los noventa minutos, no podía tener otro desenlace posible. El Granada salvó un punto en un encuentro que perdía por 2-0 a diez minutos para el final gracias a que Sandoval se la jugó, puso a dos delanteros, y de una vez por todas la apuesta le salió bien. A los rojiblancos, el fútbol les devuelve algo de lo que les había quitado en partidos como Gijón o Cornellà. El guión macabro lo sufrió esta vez el Málaga. El viento parece que ha rolado a favor del Granada y se le ha puesto en contra a los malacitanos. Lo hará más veces hasta el final de la Liga.

El empate final no puede considerarse más que justo, con una parte para cada equipo. En igualdad de efectivos el Málaga fue mejor, mientras que con uno más el Granada fue el claro vencedor. El partido se rompió al final del primer tiempo con un gol de Charles que premió el empeño blanquiazul. Todo partió de una pérdida de balón en campo propio de Robert Ibáñez ante su ex compañero Juan Carlos, quien tras combinar con uno de los suyos metió un centro para que Charles metiera la cabeza sin oposición ni marca alguna.

Hasta el final de la primera parte, el Derbi de Andalucía fue un partido tan intenso como descargado de calidad. El Málaga evidenció sus problemas de pegada porque llevó el peso del juego pero fue incapaz de hacerle daño a las numerosas facilidades dejadas por el Granada, que aunque mantuvo el orden defensivo, concedió muchos espacios por las bandas, sobre todo la defendida por Biraghi. También se echó el falta algo más de alivio en la salida de balón. Sin Rubén Pérez ni Krhin, Sandoval apostó por el nigeriano Uche Agbo, al que se le notó menos frescura y desparparjo.

Por eso el Málaga se fue con ventaja al descanso, porque lo mereció. Había avisado con un disparo lejano de Juan Carlos mediadoel primer acto y luego con un remate de Charles a la media vuelta que atrapó Andrés. Luego llegó el gol del brasileño.

En ataque, el equipo rojiblanco buscó a dos jugadores que cuando el equipo subió a Primera aún eran adolescentes. Sin embargo, el problema fue de juego. El equipo de Sandoval trató de vivir de segundas jugadas y de recorrer demasiados metros desde la salida hasta el marco de Kameni. Una cabalgada de Peñaranda desde el centro que acabó en córner (4') y un disparo de Miguel Lopes que detuvo el portero fueron los únicos acercamientos con cierto peligro de un Granada muy blando a la hora de hacer daño al oponente.

La segunda comenzó ya viciada por el gol de Charles. El Granada se vio obligado y nuevamente zarandeado por un tanto en contra antes del final de un periodo, por lo que se tuvo que ir para arriba. Y ciertamente, el equipo de Sandoval tomó las riendas de su destino para buscar la igualada. Tuvo la pelota y atacó con más criterio, pero los golpes le llegaron muy pronto, antes de que le diera tiempo a madurar el ansiado gol. Primero, el árbitro expulsó por doble amarilla a Tissone, y luego le perdonó una roja clara a Miguel Lopes. Esto encendió al graderío y desconcertó a los jugadores, que acto seguido encajaron el segundo. Andrés Fernández salvó un remate franco de Amrabat, pero el balón siguió vivo y Pablo, en remate picado, alojó la bola en el marco visitante. Un intercambio de golpes fatal para un Granada que estaba empezando a crecer y que desde ese momento quiso remontar pero con todo en su contra. Encima, el Málaga perdonó en dos acciones el tercero. Primero Juan Carlos en el área chica (fuera) y luego Charles frente a Andrés.

Los de Sandoval se hicieron con la pelota merced a que Javi Gracia ordenó que todas sus tropas se reagrupasen para proteger a Kameni y evitar que el Granada pudiese meterse en el partido. Pero no lo consiguieron. Sandoval metió a Rochina en la mediapunta y a El Arabi como segundo delantero para tener más opciones de remate. Tanto se replegó el Málaga que al final alguna iba a tener el equipo rojiblanco. Avisó Fran Rico con un testarazo fuera minutos antes del 2-1 que le dio esperanzas al Granada. Los goles fueron casi calcados: centros desde la banda y remates de cabeza. Primero la puso Foulquier desde la derecha para la testa de El Arabi, y sólo dos minutos más tarde fue Biraghi quien se la puso a Rochina. Del 83' al 85' arregló el Granada un partido que sin comerlo ni beberlo se la había puesto contracorriente. Un punto que sabe casi a victoria. Ya tocaba hacer daño a un rival directo.

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