Alavés-granada · la crónica

Jémez empuja hacia el desfiladero (3-1)

  • Un Granada de nuevo con muchos cambios zozobra ante un Alavés más hecho. Los errores y las variantes borran los brotes verdes de jornadas anteriores.

No se engañen. Los equipos también bajan en los meses de agosto, septiembre y octubre. Perder contra el Alavés por 3-1, con el Eibar 1-2 o que Las Palmas te meta 5-1 es sinónimo de perder los goal averages que tantos y tantos años han mantenido al Granada en Primera. Ayer, un recién ascendido como el Alavés, que ha sido capaz de fichar mejor que un equipo con capital procedente del gran gigante asiático y en el que brilló un descarte del entrenador como Edgar, le ganó así de claro a un equipo de Paco Jémez que se despeña lastrado por su fallos individuales, pero también mareado por tanto golpe de volante, tanto cambio de jugadores y ayer incluso de propuesta. Ni siquiera lo que mínimamente funciona le vale al técnico cordobés, que desde la gran primera media hora contra el Betis y la segunda parte ante el Athletic ha deshecho aquello que medio funcionaba, y que anoche acabó con su equipo haciendo el peor partido de los seis jugados. Está el de Las Palmas, sí, pero ante el Alavés ya estaban los fichajes, no como ante los canarios. 

A este Granada le desangran sus fallos defensivos e individuales, pero más graves que ellos fueron ayer los escasísimos y casi inexistentes fogonazos en ataque. Sólo aparecieron una vez los del big three, Andreas Pereira, Alberto Bueno y Carcela-González, en una jugada fenomenal de este último con pase a boca de portería a Alberto Bueno que este mandó alto cuando debía ser el 1-0. Un bote pequeño del balón fue clave para el desenlace, pero perdonar una acción tan clara en un partido planteado para no encajar es conceder demasiado. 

Era el minuto 15' cuando marró Alberto Bueno esa ocasión, aunque antes el Alavés había tenido una inmejorable en la que Edgar (muy motivado el ex granadinista) cedió en raso y diagonal a Deyverson, que chutó para que Vezo la repeliera a córner. Hasta la media hora en la que Daniel Torres mandó al limbo un balón suelto dentro del área no había sucedido nada, y hasta el final del primer acto los sobresaltos fueron pocos. El único fue contra el Granada y contó con la buena vista del árbitro, que observó cómo Deyverson se llevaba el balón con la mano en una acción que acabó en un golazo en propia puerta de Gastón Silva (37'). 

Por los pelos se estaba salvando un Granada insulso, ajeno a cualquier asociación de ideas con el juego que desempeña Paco Jémez, que esta vez pretendió nadar más la ropa retrasando de forma considerable la línea de presión de su equipo. El Alavés, que tampoco sabía muy bien cómo descifrar al Granada, recibía con agradecimiento los errores puntuales y de colocación de los rojiblancos, que estaban más perdidos que nunca con las nuevas referencias del equipo en punta y en la fabricación. No funcionó la dupla novedosa de Krhin y Javi Márquez, que además se vio cercenada con la que parece grave lesión de rodilla del esloveno. El catalán no distribuyó porque no encontraba a quién dársela por delante. Esta vez Pereira y Carcela no fueron tan móviles como en los encuentros anteriores, y sólo con Alberto Bueno había algo más de salida del balón. Arriba también se echaron en falta a Ponce y Kravéts. Jémez, en un intento de no se sabe qué, le dio la titularidad a Barral, que de pelea y cuerpo a cuerpo sabe mucho, pero que no casa con el estilo de atacar de este Granada. El gaditano sólo disparó dos veces. 

La calidad, aunque intermitente, de partidos anteriores no se vio anoche en Vitoria. Fue una involución clara en la concepción de juego de un equipo desnortado y sin ideas. Se ha perdido hasta esa calidad, ese camino a seguir que empezó ante el Betis y que Jémez se ha encargado de emborronar. La segunda parte lo puso todo más negro. 

El Alavés no tuvo que apretar mucho para encontrar la primera vía de agua. Un error de Krhin en un pase le dio la pelota a Camarasa. El Granada, que estaba saliendo, se vio sorprendido por la contra. El ex del Levante se la dio en perpendicular a Edgar Méndez para que el canario batiese a Ochoa dándose el gustazo de ajusticiar al entrenador que no le quiso de rojiblanco (52'). Defienda más o menos el Granada, los fallos siempre aparecen, por eso los rivales no deben sufrir mucho. Al final encuentran su momento. 

Vezo remató alto un córner diez minutos después en el primer conato de reacción rojiblanca. Ya estaba en el campo Atzili, al que extrañamente metió Paco por Alberto Bueno al descanso, pero al que retiró 25 minutos después sin haber hecho absolutamente nada, cabreando y señalado, de paso al joven hebreo, que poca culpa tuvo de que cuatro minutos antes Camarasa encarrilara el partido con el 2-0. Una acción que retrató el sinsentido que tiene confiar en Uche Agbo en Primera División, donde tiene pocos partidos pero no se le recuerda ninguno que justifique que sea un fijo para Paco. Es el Sissoko del entrenador cordobés. Corpulento como es el nigeriano, se dejó adelantar por el vitoriano cuando protegía el balón. 

Deyverson al larguero e Ibai de tiro flojo pero en buena posición pudieron incrementar la sangría, pero fue el Granada el que se encontró con esperanzas de puntuar cuando por relajación de la defensa babazorra, Kravéts se filtró para remachar un centro de excepcional factura de Andreas Pereira (78'). Quedaba tiempo para salvar los muebles y el ucraniano tuvo el 2-2 en un disparo bombeado que hizo que Pacheco se luciera. Pero no hubiera sido justo. Con el Granada volcado, otro error individual, esta vez de un Vezo que no hizo un mal partido del todo. El luso controló mal un balón y Deyverson le robó la pelota, recorrió medio campo y finalizó. 

Al Alavés le salió todo a pedir de boca. Sólo debía ser paciente a que el Granada se descalabrara en su sopa de tácticas, cambios y provisionalidad. 

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