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La fe y la (cruda) realidad

Últimamente, los únicos que están dando motivos para creer que el Granada puede salvarse del descenso son algunos estudios e informaciones que salen en la prensa, sobre todo este medio. Escudriñamos estadísticas y datos históricos en busca de respuestas para pensar que el equipo no está tan mal como puede parecer, que en años anteriores hay quien lo ha hecho peor que el conjunto rojiblanco a estas alturas de Liga y que luego ha podido salvarse, en algunos casos hasta con holgura. Tanta que rozaron incluso las competiciones europeas. El primer mensaje es que queda tiempo para todo: para que Lucas integre a los descreídos, para que el equipo enganche una de esas rachas que algunos tienen cada año en los que cambian de imagen y resultados de forma radical, o para que el karma devuelva todos los sufrimientos que en dos años ha acumulado esta afición. Pero claro, todo esto se piensa sin mirar fríamente lo que sucede en el campo, ya no sólo en los partidos, si no en las prácticas... Y la esperanza de que eso suceda se difumina casi hasta la desaparición.

coma profundo

Porque el Granada no da síntomas de nada. Del partido ante el Sporting se extrajeron como conclusiones positivas que no encajó goles por primera vez esta temporada, que el equipo parece que ya no sufre tanto en defensa, y que se sumó un punto después de más de un mes sin hacerlo. Pero la medida del optimismo de esos parámetros se viene abajo cuando se mide con el rival que había delante. El Sporting de Gijón es un contrincante directo por la permanencia, que no tiene más fútbol que el Granada, y que encima estuvo a punto de llevarse la victoria en el último suspiro cuando en todo el partido apenas tiró dos veces sobre el marco de Ochoa. No. Empatar a cero con el Sporting no es bueno en el cómputo global porque no es cuestión de evitar que este venza en tu campo, si no que has sido incapaz ya no de dejarle sin puntos, si no que ni siquiera fuiste capaz de hacerle las más mínimas cosquillas. Si no se le puede ganar al antepenúltimo, ¿a qué equipo le puede ganar este Granada? Como titulé en la crónica: "Nada a lo que agarrarse".

EL PASEO DE LUCAS

Habrían pasado unos diez minutos desde que acabó la rueda de prensa. Lucas Alcaraz apareció sobre el césped de Los Cármenes. El estadio vacío. Un silencio que rompían las esporádicas rachas de viento y los papeles revoloteando por los pasillos de los graderíos. Cabizbajo, recorrió lentamente la banda. Al Granada le hacía falta un entrenador como él. Al que le doliera lo que pasa en el equipo y que esté continuamente buscando soluciones. Quizás el sábado, Lucas se diera cuenta de que Jémez tenía razón, y que este Granada es un charco muy grande que cada vez tiene más fango en el fondo. Lo bueno para el club es que por él no va a quedar.

DESCREÍDOS

Lo peor que le podía pasar a este Granada de retales, préstamos y púberes futbolísticos es tener este comienzo de Liga. Porque ya empiezan a ser notorios los compromisos y los egoísmos propios de los futbolistas profesionales cuando están metidos en charcos (no va a dar juego la frasecita de Jémez) de los que no saben salir. Boga, Carcela, Samper... Ninguno de ellos ha sido convocado aún por Lucas y están llamados a ser los hombres clave de este equipo. Si ellos no están por la labor, el Granada tendrá muy difícil ganar partidos. Menos Carcela, los otros dos son cedidos. Saben que el año que viene no seguirán aquí, haya descenso del equipo o no. Y he aquí otro gran problema para el club. Me dijo un buen amigo en su día, cuando llegó al Granada Jiang Lizhang, que en tres años veía al equipo en Segunda B. Y mira que ese amigo es granadinista hasta el tuétano. Pero ha visto mucho fútbol. Sigo pensando que exagera, y además que el capital chino no tiene la culpa de la situación deportiva, que es claramente de los directores deportivos (del que está al sol y del que está a la sombra) y sobre todo del anterior entrenador. Pero me echo a temblar al pensar en que el equipo, por desgracia, caiga a Segunda. Con tres cuartos de la plantilla cedidos y teniendo que vender a los que tienen sueldos altos para la categoría, fichando otra vez a un equipo nuevo, que empiece de cero y cuyo bloque, tan importante en la categoría de plata, no haya jugado casi nunca junto... Un panorama aterradoramente real.

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