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La intensidad sobre el sistema

  • Los planteamientos ultradefensivos del Granada en el Camp Nou no han sido los que mejor resultado le han dado La solidaridad entre compañeros fue más importante que el dibujo

No es la primera vez que Lucas Alcaraz se enfrenta al Barcelona. El técnico granadino destaca por saber leer las circunstancias de su equipo, del rival, y del partido, y a partir de ahí tomar las decisiones sobre la alineación y la forma de jugar. Alcaraz vuelve a examinarse en el Camp Nou, el sitio donde ningún técnico rojiblanco ha sido capaz de dar con tecla de los puntos. Ahora está probando con una defensa de tres centrales pensada única y exclusivamente en hacer inexpugnable al Granada. Sin embargo, en la historia reciente hay antecedentes que hablan claro: no por poner más defensas sales vivo de Can Barça. Todo pasa por la actitud de los jugadores.

La solidaridad fue la palabra más repetida después de los buenos partidos realizados por el conjunto granadino en el feudo culé en la época moderna. La segunda fue valentía. Aunque al Granada nunca le dio para puntuar en el Camp Nou, al menos los rojiblancos sí dejaron buena imagen, en algunos casos incluso siendo goleados. Importó la confianza que tomó el equipo en su manera de jugar. Hasta la temporada de la visita a Barcelona con Caparrós como entrenador, el Granada había sido siempre combativo en el campo azulgrana. A partir ese 2014, el equipo perdió su carácter en las visitas al cinco veces campeón de Europa.

Las primeras tres apariciones fueron las mejores, aunque en la que se estuvo más cerca de puntuar por primera vez en Barcelona fue en la segunda. Después casi cuatro décadas, el Granada regresaba al Camp Nou en 2012. El equipo granadino, ya dirigido por aquel entonces por Abel Resino, salió derrotado por 5-3. Un encuentro en el que los rojiblancos marcaron la misma cantidad de goles que hasta ese momento llevaban anotados en el campo de Arístides Maillol. El planteamiento del entrenador no fue excesivamente conservador, aunque el dominio fue claramente culé. El Granada dispuso un 1-4-2-3-1 en el que se renunció al ataque para cerrar el centro de la defensa, con Mainz y Borja Gómez en el eje ayudado por Moisés Hurtado y Mikel Rico, y David Cortés y Siqueira en los lados. En ese partido, el Granada sobrevivió por el buen hacer de los dos centrales y, sobre todo, por la valentía de la segunda mitad. Aunque eso al final le costó el partido, los rojiblancos estuvieron cerca de sorprender. Además, en ese encuentro hay otra clave que esta semana ha ensayado mucho Lucas Alcaraz: el balón parado. Tres de aquellos goles llegaron en el set piece.

Unos meses después, pero en la temporada siguiente. El Granada hizo su mejor aparición en el Camp Nou. Recordada por el fallo de Orellana a cinco minutos del final en un mano a mano con Valdés. La pizarra de aquel Granada, comandado por Anquela, tampoco dispuso una defensa de cinco, si no un 1-4-2-3-1 falso en el que los dos extremos ayudaban a los mediocentros. Nyom, Siqueira, Íñigo López y Borja Gómez componían la zaga, mientras que el toque conservador estaba en el doble pivote, formado por Mikel Rico e Iriney. La solidaridad entre todo el equipo y la asunción de responsabilidades defensivas de figuras no acostumbradas a ello como Orellana y Torje permitieron al equipo soñar con la victoria hasta casi el final (2-0).

Al año siguiente, en 2013, Lucas dirigió por única vez a su Granada en el coliseo blaugrana. Cayó derrotado por 4-0 aunque el equipo rojiblanco no dejó malas sensaciones. El equipo no se echó para atrás de entrada y quiso sacar la pelota desde atrás, aunque eso le costó disgustos. Alcaraz planteó un choque al contrario de lo que ahora tiene en mente. Una defensa de cuatro, con tres hombres en el centro del campo y tres arriba. Bien es cierto que Iturra hubo momentos en los que actuó como tercer central, y que luego fue expulsado. Quizás se repita esa manera de jugar, pero sin las alegrías ni la confianza que aquel Granada mostró ante el Barça del Tata Martino, al que ganó en la segunda vuelta en Los Cármenes.

Los planteamientos ultradefensivos son los que peor rendimiento le han dado al Granada en Barcelona. Lo encarna a la perfección el 6-0 de la era Caparrós, el peor encuentro de esta época en el Camp Nou. El entrenador sevillano colocó una defensa de cuatro pero con el centro del campo muy cerca de ellos. Un 1-4-4-2 engañoso y que dificultó al Barcelona durante un buen rato, pero que requería de solidaridad y claridad de ideas que no se tuvieron. Al primer error, de Héctor Yuste, el Granada se abrió y acabó goleado. El único antecedente con defensa de cinco fue el curso pasado, con Sandoval como entrenador. Cinco defensas con Uche (que fue el experimento), Lombán y Dória en el eje, y Édgar y Biraghi en los lados. El madrileño no echó atrás a los suyos pero adelantó en exceso la línea de presión y la defensa dejó demasiados espacios atrás que supo castigar el Barça con un 4-0 final y a medio gas.

Parece que todas las maneras de jugar en el Camp Nou han sido amortizadas por el Granada. Habrá que esperar al sábado para ver si Lucas puede acertar con la tecla de una vez por todas.

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