Fútbol

La leyenda negra de José Plaza

  • El ex colegiado granadino Francisco Aguilera Barea 'Pacurri' recuerda, casi treinta años después, que el entonces presidente de los árbitros le privó de pitar en Primera División por favorecer otros ascensos

Desde que saltó la noticia de que el Real Madrid ganó, a lo largo de su historia, 19 Ligas con injerencias federativas y de personas afectas al régimen, muchos han sido los ríos de tinta que han corrido en artículos y tertulias radiofónicas. Una de las revelaciones, señala al entonces presidente de los árbitros, José Plaza. Y es que de esos 19 campeonatos sospechosos, 13 fueron bajo su mandato unipersonal; once para las vitrinas blancas y dos para sus vecinos rojiblancos.

En todo caso, en ese periodo Granada dispuso de Primera División en el antiguo Los Cármenes y, además, un galáctico del silbato, Francisco Aguilera Barea, conocido como Pacurri. Este singular ex colegiado, de 69 años, ratifica la leyenda negra sobre el mandato de José Plaza, al que atribuye además, trato de favor en los ascensos a los colegiados. A su juicio, él fue una de sus víctimas, pues ganó dos 'Silbatos de oro' con la mayor puntuación de entre todos los trencillas y los aplausos de los campos de Segunda División, pero vio como Plaza le arrebataba en los despachos lo que ganó en el campo.

En la década de los sesenta, Aguilera militó en el Atlético Granadino, el Gabia CF o el Andaluz, entre otros. Por entonces, recuerda como especialista que era en marcar faltas y tras anotar un gol así al Numancia que Martínez Maldonado se lo anuló. "Le discutí con el reglamento en mano, pero si llegan a existir las tarjetas no hubiera podido repetirlo", explica Pacurri, quien le dejó sorprendido por "la explicación y al volver a marcarlo con rabia".

Lejos de jugar fuera de la provincia, decidió colgarse el silbato en 1968. Por entonces, en los Salesianos se disputaba la final y le tomó la responsabilidad de arbitrar. Allí, un observador de los árbitros le sugirió el que se dedicara a ello. Sin embargo, se hizo de rogar y volvió para dirigir los campeonatos universitarios, donde recibió sus primeras críticas y alabanzas, por su carácter dialogante y por acciones como devolver el balón con el pie a los jugadores.

A pesar de todo, el colegiado Antonio Burgos lo alistó a mitad de temporada y dirigió su primer encuentro en categoría juvenil. Pacurri comenta que, el por entonces director de árbitros de Granada, Antonio Titos, al probarlo, le dijo: "ya no te puedo enseñar más". A los cuatro meses, Aguilera Barea ascendió, a pesar de que se requerían dos años para dar el salto. Ahí, Pacurri se tornó en un clásico de los partidillos de entrenamiento del Granada CF de los jueves, donde congenió con afamados jugadores de Primera, como Barrios o Quiles, a quienes "daba consejo" e incluso "a la hora de golpear el balón en las faltas".

En 1970, Aguilera Barea debuta en Regional, dos temporadas después asciende a Primera Regional y se encumbra primer árbitro de la categoría por puntuación, lo que le valió para viajar a Majadahonda para el curso de Tercera División. En las pruebas físicas los árbitros de INEF, "me envidiaban , incluso me dijeron que mi condición física era mejor que la de algunos jugadores".

Su paso por Tercera fue efímero, pues en su debut quedó primero de nuevo y repitió curso para la extinta Segunda A de dos grupos. Esa vez acudió en chándal, mientras que todos vestían de traje. "¡Pero bueno, aquí somos deportistas o modelos!", exclamó Pacurri, al recordar lo que les dijo a sus compañeros y, a la vez, señala un recorte de diario deportivo Marca, en el que fue noticia por ese hecho, ganándose la simpatía y el honor de poner de moda el chandal entre el colectivo arbitral.

Aguilera Barea ascendió a Segunda División B en el año 1975 y alternó encuentros en Segunda A y Copa del Rey. La prensa de la época, que cumplía con la moda de valorar minuciosamente a los árbitros en las crónicas, refleja lo mucho que lo estimaban por toda España. Aguilera acostumbró a devolver el gesto con saludos en su retirada, algo que "no era bien visto por Plaza". En Murcia, algo que recoge en su archivo de prensa, un fotógrafo le tuvo que prestar una moneda para el sorteo. Eran gestos que no gustaban a la unipersonal y rígida cúpula arbitral.

A pesar de todo, Pacurri se siente orgulloso cuando señala crónicas como las de un encuentro entre el Deportivo La Coruña y el Castellón en Riazor, en el que, a pesar de ganar los visitantes 0-1, se le nombra como "lo mejor de la temporada", incluso recoge la foto en la que los aficionados lo aclamaban a la conclusión del encuentro.

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