Incentivar el consumo y la demanda interna, una tentación fácil en época electoral, no es el camino para la salida de la crisis. Aumentaría el déficit exterior y perjudicaría el objetivo principal: lograr un crecimiento sostenido a largo plazo. Es el sector exterior el que debe seguir liderando la economía, y hay margen para que siga haciéndolo. Ésa es una de las conclusiones del estudio Competitividad, eje de una expansión sostenida, nacido de una reunión de 15 expertos el pasado julio en Barcelona y que fue presentado ayer en Sevilla por la Cámara de Comercio y la delegación del Instituto Español de Analistas Financieros (IEAF).

Ángel Jiménez, director de Análisis y Estudios de la Fundación de Estudios Financieros y encargado de presentar el informe, desglosó las claves para incrementar la competitividad de la economía, la llave para un crecimiento sano. Y entre ellas citó incentivar que las empresas aumenten de tamaño -porque así tendrán más facilidad para innovar y exportar-, vincular a los resultados los fondos para investigación, reformar la administración pública, simplificar contratos y vincular salarios y productividad.

Jiménez alertó de que los "deberes" no han acabado y se corre el riesgo de que el espíritu reformista se frene cuando "aún sólo se perciben los primeros síntomas de que el esfuerzo sirve para algo".