Economía

Confidencias de un señor del aceite

  • Juan Ramón Guillén afirma en un libro de KPMG sobre líderes empresariales que Acesur tendrá en el futuro un gestor independiente ajeno a la familia Arremete con dureza contra las catas

Juan Ramón Guillén (La Roda de Andalucía, Sevilla, 1935), presidente de la aceitera Acesur, es el único empresario andaluz seleccionado para el libro Los que dejan huella, una publicación editada por KPMG y coordinada por Jesús Martínez de Rioja. En ella se esbozan los perfiles de 20 emprendedores con dos cosas en común: han levantado un emporio empresarial en su sector prácticamente de la nada y lo han hecho en el ámbito de la empresa familiar. Entre ellos están José Antolín, presidente del Grupo Antolín; Gabriel Barceló, cofundador del Grupo Barceló; José García Carrión, presidente de J. García Carrión; Juan Molíns, presidente de Cementos Molíns, o Rosa Tous, presidenta de Tous.

En el capítulo dedicado a Guillén, éste narra en primera persona los orígenes de Aceites del Sur y reflexiona sobre el presente y futuro del sector del aceite y de la propia compañía. Respecto a Acesur, ensalza el carácter familiar de la firma como clave de su supervivencia y su crecimiento. "Para que una empresa de alimentación pueda salir adelante, tiene que ser familiar. En otras sociedades siempre hay alguien que quiere vender la empresa o vender algo que no se debe vender, porque así hace caja de cara a su imagen ante los bancos. Pero las empresas de alimentación, como no sean familiares, duran poco en las mismas manos, van cambiando y desaparecen".

Ahora bien, el hecho de que sean familiares no significa que no deba haber gestores independientes. Es más: Guillén es partidario de ellos para equilibrar las posibles tensiones entre los miembros de la familia. "Si la familia es numerosa, pueden enfadarse entre ellos y entonces deben ponerse de acuerdo para vender y deshacer el status quo, o para buscar un buen gestor o un buen director general. Ese gestor llevará la empresa, pero detrás habrá un consejo familiar y, aunque se lleven mal, nunca estarán todos de acuerdo en vender la sociedad". En el caso de Acesur, esa figura no existe porque su figura es preponderante, pero Guillén ya anticipa que sí aparecerá en el futuro. "Nosotros no tenemos ese gestor porque la gestión la llevo yo. Pero si falto, lo habrá. Hay un protocolo familiar. Tengo cinco hijos con distintas funciones ejecutivas en la empresa -Juan Ramón, Gonzalo, Álvaro, Sergio y Carlos- pero no creo que los nietos vayan a estar todos. Además, no conviene. Es mejor que estén trabajando fuera del ámbito de la empresa".

Guillén aboga, por otro lado, por crear una cultura del aceite en España, algo en lo que el vino lleva bastante delantera. Y critica el intervencionismo público, que, según él, impide el desarrollo de las marcas. "Como es un producto que influye en la cesta de la compra, siempre hubo intervención estatal. Nos persigue la burocracia de los catadores y nos multan porque unos catadores dicen que no es virgen extra. Cuando yo recibo una botella de vino, la destapo y si no me gusta pido que me traigan otro. ¿Piensa usted que con el aceite hacen eso? La barbaridad de los catadores es que quieren imponer sus gustos al consumidor. Estamos luchando para que desaparezcan". Guillén afirma que si el procedimiento de elaboración es correcto y los parámetros analíticos lo son también, nada más puede decidir que es un aceite de oliva genuino. "¿Sabe más un catador que un cromatógrafo de gases? Dejemos que sea el consumidor el que diga que marca de aceite le gusta y preocupémonos sólo de que sea verdaderamente genuino aceite de oliva. Es que pica poco, y el virgen extra tiene que picar. No: hay aceites más picantes que otros, hay aceites dulces. Luego el aceite no pica ni amarga, es la marca la que gusta".

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