El secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, anticipó ayer que el escenario de los próximos meses "no es excesivamente optimista" para las exportaciones, aunque confió en la fortaleza del entramado empresarial que vende al extranjero para soportar los envites. Habló de prudencia después de que España alcanzara en el primer semestre su mejor resultado en términos de balanza comercial después del dato de 2013.

Mientras que las importaciones cayeron un 0,5% de enero a junio, hasta 135.919,5 millones, por el intenso descenso de los precios, las exportaciones crecieron un 2,3%, hasta 128.041,2 millones. Y la razón básicamente es que la inflación negativa en España ha permitido una ganancia de competitividad-precio que compensa la pérdida por la vía de una menor demanda de los países emergentes, a los que les penaliza un euro fuerte. Del mismo modo, España se sigue beneficiando de los bajos precios del petróleo y el número de empresas españolas que exportan no para de crecer.

Pero el secretario de Estado de Comercio cree que "el escenario de cara a próximos meses no es demasiado optimista". La principal preocupación es el frenazo de la economía en la UE y el mundo.

Los problemas surgen al otro lado del Atlántico y se reflejan en una caída de las exportaciones en junio a países como Venezuela (-39,7%), Argentina (-24,6%) o Brasil (-9,5%).

Por otro lado, los datos de la balanza comercial hasta junio aún no recogen el efecto del Brexit en Reino Unido. La depreciación de la libra podría tener "un efecto adicional" en los próximos meses, en tanto que "va a ser más difícil colocar los productos" con un euro que ahora resulta más caro.

Además, los bajos precios del petróleo penalizan a España como exportador de productos energéticos y de forma indirecta por cuanto afectan a economías como Arabia Saudí, que es un "importante cliente" de España.