Economía

El caso Bogaris

  • El presidente del grupo, Rodrigo Charlo, explica la evolución de una empresa que tiene inversiones por un valor de 2.200 millones

Poco se podían imaginar tres animosos y jóvenes amigos que compartían piso en el centro de Sevilla que el Instituto San Telmo llamaría a uno de ellos, Rodrigo Charlo, para explicar su éxito empresarial A este ejemplo de espíritu emprendedor se le denominó caso Bogaris. Ese que hizo que Charlo pasara de dedicarse a la investigación con fitosanitarios para la multinacional Du Pont, en 1985, a presidir una firma que tiene invertidos 2.200 millones de euros en sectores tan diversos como el diseño de fábricas y parques comerciales, las energías renovables o la producción de aceite de oliva. Ayer, Rodrigo Charlo relató algunos de sus secretos en el foro Generar tejido empresarial en Andalucía, que organiza la Fundación Valentín de Madariaga en colaboración con la CEA. En primer lugar, habló del espíritu emprendedor, que para él es una combinación de "capacidad para ver una oportunidad de negocio, impulso para llevarlo a cabo y constancia para mantenerlo en el tiempo".

Falta un factor más, según Charlo: la creatividad. Mucho de eso hubo en 1995, cuando consiguió el contrato para construir y arrendar la plataforma reguladora de Carrefour en Andalucía y Canarias. "Fueron 1.060 millones, y eso, para lo pequeños que éramos entonces, es una barbaridad". A pesar de la juventud de la empresa y de sus responsables, lograron convencer a La Caixa para financiar el proyecto. El aval era el respaldo de Carrefour, empresa a la que se le convenció de que la obra estaría lista en sólo ocho meses, como así fue.

Otro hito en la trayectoria de Bogaris fue el que se llamó modelo Becosa, en referencia a la empresa de energía del grupo. "Nosotros le dijimos a las industrias: si a ti te cuesta 300 millones producir calor en una planta, yo te vendo la energía a doscientos, y eso sin que entres en mi negocio. Se nos dijo que hacíamos fraude de ley, pero desde ese momento todas las eléctricas comenzaron a hacer lo mismo que nosotros".

En 2007 se produjo la última gran transformación de la compañía, que pasó de denominarse Grupo Detea a ser Bogaris. "Se trataba de dar la imagen de un grupo de personas remando al unísono y del verbo bogar sacamos Bogaris". Del grupo se escindieron la actividad constructora y de ingeniería y la actividad se centró en promoción especializada, energía y medio ambiente y agricultura. "Tenemos fábricas y centros comerciales por un valor de tres millones de metros cuadrados, con rentas de 78 millones de euros, de las que ya estamos cobrando 23 y el resto está en cartera; en energías renovables gestionamos 237 megawatios y están en cartera 487; y en el sector del aceite, tenemos 5.000 hectáreas -cuatro mil en Portugal y mil en Chile- que en el futuro producirán diez millones de litros de aceite".

Charlo se enorgullece, con su estrategia empresarial, de haber atraído hacia Andalucía actividad industrial. "Gracias a ello se han generado 6.810 empleos indirectos, y en cuatro años serán 5.000 más". Como ejemplos, la fábrica Crown Cork & Seal de latas de Coca-Cola en Dos Hermanas (Sevilla) y las instalaciones de Schott Solar, en Aznalcóllar (Sevilla).

Más allá de la estrategia puramente empresarial, Rodrigo Charlo se permitió dar un consejo a los futuros emprendedores: "No se trata de tener ganas de trabajar más. Eso no vale. De lo que hay que tener ganas es de buscar a gente mejor que tú, gente que te haga sombra. Esa es mi valía, que los he elegido yo". Charlo volvió a la imagen del grupo de personas remando al unísono para concretar la posición de Bogaris respecto a la crisis: "Hemos decidido levantar los remos y dejar que el barco siga, aunque de vez en cuando metamos de nuevo las palas para frenar un poco". ¿El principal problema? La financiación. "Las cosas en marcha van bien, pero ahora mismo es difícil el crecimiento".

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