Economía

El sector turístico estima unas pérdidas de 250 millones por la crisis aérea

  • Las agencias de viaje lamentan el coste que supondrá el puente en alojamiento, hostelería o transporte · Cerca de 2.000 afectados se constituyen en una plataforma para reclamar indemnizaciones

El balance de daños ya tiene una cifra para el sector turístico. El presidente de la patronal de agencias de viajes Aedave, José Manuel Maciñeiras, estimó que el turismo español dejará de ingresar unos 250 millones de euros por el cierre del espacio aéreo español como consecuencia del abandono masivo del puesto de trabajo por parte de los controladores. Según las agencias de viajes, esta cifra se refiere a lo que dejarán de facturar las empresas turísticas en concepto de alojamiento, hostelería o transporte, dado que el número de afectados entre el viernes y ayer sábado, inicio del puente de la Constitución, ronda las 600.000 personas. Este puente, uno de los más importantes para el turismo español aunque no se preveía muy espectacular en cuanto a salidas a destinos de larga distancia, se ha complicado aún más, señaló Maciñeiras.

Además, habrá que sumar el coste que le supondrá al país este colapso aéreo, dado que muchas compañías aéreas internacionales han tenido que reprogramar sus vuelos o esquivar el espacio aéreo español.

La crisis no sólo ha afectado al español que sale, sino también al extranjero que entra, por lo que se podrán producir importantes pérdidas en destinos como Canarias o Baleares, agregó el presidente de la patronal de agencias de viajes. Por otro lado, Maciñeiras advirtió que la recuperación del dinero pagado por sus vacaciones por parte de los afectados será "un calvario", porque las reclamaciones serán complicados, al tener que hacerlas por vía judicial, salvo que algunos operadores de motu propio decidan devolver los importes cobrados.

Acerca de esta cuestión, cerca de 2.000 ciudadanos afectados por la huelga salvaje se han unido en una plataforma para interponer una demanda de reclamación civil contra los controladores, su patrimonio personal y sus compañías de seguros, por lo que los usuarios pedirán indemnización por daños y perjuicios. La resignación dio paso a la acción.

Pese a la reapertura del espacio aéreo tras acudir finalmente los controladores a sus puestos, todavía se podían ver colas kilométricas y la resignación, mucha resignación, planeaba en el aire en los aeropuertos españoles.

Esta escena contrastaba con la euforia desencadenada entre los pasajeros que aguardaban fatigados al enterarse de la reanudación de sus vuelos.

Los ciudadanos comienzan a hacer fuerza. Los afectados se han puesto en contacto a través de mail y teléfono con el objetivo de "resarcir el daño sufrido" por la grave situación y que "los controladores respondan" por ello, según informó el abogado Luis Vericat, del despacho Cremades y Calvo Sotelo. Un equipo formado por 15 abogados estudia ya la demanda civil sin descartar abrir un procedimiento penal, ya que "pueden cohabitar ambos". El abogado explicó que la noche del viernes un matrimonio madrileño, Julián Andrés y María del Mar Zapatero, presentó una denuncia penal en Plaza de Castilla contra los controladores por el abandono de su puesto de trabajo, lo que podría ser constitutivo de un delito recogido en el artículo 409 del Código penal.

Estos dos ciudadanos se dirigieron al aeropuerto para recoger a sus dos hijos de 10 y 11 años que se encuentran bloqueados en Irlanda sin poder regresar. En la denuncia, a la que tuvo acceso Europa Press, el matrimonio reclamaba como medida cautelar que se obligue a los controladores a regresar a sus puestos de trabajo.

Elisa, otra de las afectadas que quiere unirse a esta plataforma, estuvo en el aeropuerto de Barajas el viernes entre las 16:00 y las 21:00 porque pretendía viajar con sus hijos hasta Bruselas y reunirse allí con su marido. "Nosotros no hemos podido ir y mi marido sigue allí", manifestó la mujer, que afirmó que sólo la compañía aérea les dio explicaciones y que Aena estaba sobrepasada.

Las colas kilométricas eran comunes. Mientras unos se marchaban, otros aún esperaban y, los más afortunados, comenzaban a volar.

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