Salud sin fronteras

josé Martínez Olmos

Camas hospitalarias

HACE unos días conocimos que España cuenta con un total de 791 hospitales, cuatro más que hace un año, según datos recogidos en el Catálogo Nacional de Hospitales que ha publicado el Ministerio de Sanidad y que se refieren a los centros que permanecían abiertos con fecha 31 de diciembre de 2015.

Es importante señalar que se trata de la primera vez que la cifra aumenta desde 2008, año del comienzo de la crisis, y supone volver a los niveles de 2011, aunque aún quedan lejos los 804 centros contabilizados en 2008.

De los 791, y atendiendo a su dependencia funcional, 466 son de carácter privado (incluyendo a las mutuas), mientras que el resto, 325, son públicos. En este caso, el número de centros públicos ha experimentado un ligero crecimiento con respecto al año pasado cuando se contabilizaron seis menos (319), mientras que en el caso de los privados, el incremento ha sido de dos centros.

Llama la atención el hecho de que en las noticias que daban cuenta de estos datos se hacía énfasis especial que que sin embargo, este incremento en el número de hospitales no se ha visto reflejado en el número de camas disponibles, que vuelve a bajar después de que en 2014 experimentara un ligero incremento. Así, el número total disponibles en 2015 fue de 158.566, lo que supone 186 menos que las de 2014.

Es demasiado frecuente el error de medir o valorar la potencia del sistema hospitalario en función del indicador de número de camas. Este es un indicador inexacto y no válido para ese fin. Un sistema hospitalario no es mejor que otro porque tengan más camas hospitalarias.

Es evidente que la evolución de la tecnología ha sido un condicionante fundamental para entender que muchos aspectos de la actividad asistencial hospitalaria se resuelven en la actualidad de manera diferente a como se hacía 10, 15, 20 y 30 años atrás. Como consecuencia de ello, la estancia hospitalaria es hoy menor que antes y muchos de los procesos asistenciales que antes requerían internamiento hospitalario, en la actualidad no lo requieren.

De hecho, es cada vez mayor la actividad de alta resolución que se desarrolla cada vez más en los hospitales o unidades hospitalarias de esa naturaleza que hoy son una realidad en el conjunto del sistema sanitarios. El resultado es un cambio en el patrón asistencial y una necesidad diferente en el uso y disponibilidad de los recursos hospitalarios y en concreto, de las camas hospitalarias.

Es por eso que conviene trabajar en la definición de indicadores de estructura, de proceso y de resultado, que nos permitan monitorizar nuestro sistema sanitario de una manera más precisa y adecuada. Y de igual forma, no debe olvidarse que para tener una verdadera fotografía de la realidad de un sistema sanitario se necesita incorporar en los indicadores todas aquellas cuestiones que se refieren a la atención primaria ya que se supone que su función esencial, que es la de resolver un alto porcentaje de las necesidades de salud de la población, condiciona el funcionamiento del nivel de atención hospitalaria.

Una visión global y una visión dinámica de los sistemas sanitarios es lo más adecuado para conocer de manera precisa el estado de situación y por tanto, las fortalezas y las debilidades de la sanidad de un país.

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