Granada

"No concibo la vida sin la Universidad"

  • Beca de honor para la primera mujer granadina que ganó una oposición a cátedra en la Universidad española

Carmen Castillo es una universitaria de pies a cabeza, aunque ya no tenga edad para seguir en las aulas. Habla con moderación y cuidado, como si las respuestas formaran parte de una investigación que hay que ir puliendo y matizando poco a poco. Castillo es la primera granadina que consiguió ganar una oposición a cátedra en la Universidad española; corría el año 1969. Ha dedicado toda su vida a la Filología Clásica, en la enseñanza y en la investigación, sobre todo de la Historia de personajes romanos.

A sus 79 años, se la veía como pez en el agua en el patio del Colegio Mayor Alsajara, atiborrado de jóvenes estudiantes universitarios, de los padres venidos para el final de curso y de profesores de la Universidad de Granada. Esta granadina nacida en la calle San Antón realizó su estudios no universitarios en el colegio del Sagrado Corazón y fue precisamente una profesora de este centro -la Madre Casanova- quien le influiría en la elección de su futuro profesional. En el camino se quedó el Derecho con su afición a las novelas policíacas y la Filosofía.

También tuvo una influencia imprevisible. Estudió los dos años de Comunes de Filosofía y Letras en la sede de lo que es hoy la Facultad de Traductores en la calle Puentezuelas. Y allí "un tapiz o un repostero en la escalinata principal tenía una leyenda que decía: Ecce plus quam Salomon hic, y yo no era capaz de traducir aquello" -confiesa-, "me fastidiaba muchísimo no entender lo que decía".

Carmen Castillo despliega una sencillez abrumadora. Si se habla con ella sobre las ventajas comparativas de vivir en un Colegio Mayor frente a vivir en un piso, comienza: "Es que nunca he vivido en un piso…" Pero sí en un Colegio Mayor. "Esa convivencia amplía el ámbito intelectual, conocer distintas mentalidades, carreras… y las amistades que se pueden hacer. Todo eso creo que es una gran ventaja".

El fino distanciamiento que le proporciona su humor aparece cuando relata el trabajo de investigación del que se siente más satisfecha. "Mi preferido es un personaje que nunca existió", relata. Una incógnita para despejar: un nombre desaparecido de una inscripción hallada en el siglo XIX, el de un rico testador romano que deja un legado al emperador bético Trajano. Su hipótesis fue apoyada ni más ni menos que por Sir Ronald Syme, autoridad principal entre los prosoprógrafos. "Después ha habido quien la ha combatido", dice, y concluye: "Todavía no se sabe quién es"…

¿Y cómo se desenvolvía la profesora Castillo en un ámbito tan masculino como era el de los latinistas hace unas décadas? También como pez en el agua. Si bien sólo aprobó la oposición de cátedra a la tercera -un factor en contra era el hecho de ser mujer-, en lo demás su condición femenina no ha sido un hándicap para abrirse camino en ámbitos internacionales. Ha dictado cursos en universidades como Bolonia y La Sorbona, y dictado conferencias en toda Europa.

Habla con cariño y respeto de los dos grandes maestros que tuvo en Granada y en Navarra: Emilio Orozco y Antonio Fontán. Y de su padre, "muy granadino". ¿Y en qué consiste el ser granadino? Duda unos segundos antes de decir: "Una persona seria, serena, de bastante carácter pero nunca brusco". Y sí; Carmen Castillo responde a esos rasgos del "ser granadino". Con buenas dosis de sentido del humor, quizá herencia de su madre gaditana. Seriedad, serenidad, decisión y fina ironía que le han acompañado sin duda en su dilatada trayectoria universitaria, principalmente en la Universidad de Navarra, y que le acompañan aún hoy.

Realmente se entiende que afirme que "no concibe la vida sin la Universidad". La curiosidad, el afán por aprender cosas nuevas, el interés por todo, la escucha activa, la relectura de autores queridos… están marcadas en su personalidad.

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