Granada

La magia tapó la crisis por un día

  • Sus Majestades repartieron 14.000 kilos de caramelos · La Banda de música amenizó la fiesta y tocó el himno del Granada Club de Fútbol como homenaje por su ascenso a Primera.

Dicen algunas abuelas que cuando el frío penetra en la ciudad y hace que se congele hasta el bigote, sus Majestades de Oriente ya deben de andar cerca. Una leyenda que, como cualquier otra, calma el ánimo de los más pequeños que, impacientes, no paran de preguntar a sus padres cuándo vienen los Reyes Magos. Incluso, ya en la cabalgata, minutos antes de queSus Majestades hicieran su aparición estelar, los pequeños, inquietos, no se mordieron la lengua y quisieron averiguar qué pasaba para que tardaran tanto en salir. Sus padres con ingenio contestaban que se estaban arreglando o explicaban que "como vienen de muy lejos, tienen que descansar un poco".

Desde luego, todos los pequeños tenían muchas ganas de saludar a Sus Majestades que llegaron de tierras lejanas para llenar las calles de ilusión en la noche más mágica del año. Un día en el que los nervios inundan los hogares de cientos de niños que, con suerte, consiguen conciliar el sueño, porque la mayoría, con un ojo abierto, otro cerrado y cosquillas en el estómago, no duermen para saltar de la cama a primera hora de la mañana y abrir todos los regalos. Aunque ya advirtieron ayer algunos padres a sus hijos que "como no os portéis bien, seguro que los Reyes os traen carbón". Y es que los pequeños, un tanto revoltosos, no dejaban a los mayores tranquilos porque querían avanzar un poco más porque no veían nada. "Vamos pa'lante", le decía un niño a su padre. Y es que lo importante en una tarde como la de ayer es estar colocado en un sitio estratégico para poder coger el máximo número de caramelos.

Los niños más tempraneros llegaron a la calle San Juan de Dios, cerca del Centro Gran Capitán -de donde salió la cabalgata- media hora antes de que comenzara la comitiva. En primera fila y ataviados con enormes bolsas de plástico, se peleaban entre ellos y se retaban para ver quién conseguiría más caramelos este año. Y la competición comenzó pasadas las cinco y media de la tarde donde una lluvia a de confeti y algunos cohetes dieron el pistoletazo de salida a una cabalgata que cumplió ayer cien años de vida. Niños en brazos, a cucurumbillo en los hombros de sus padres, en los balcones o subidos en los poyetes de las ventanas. Como fuera. Ninguno quería perderse de cerca a los encargados de convertir sus sueños en realidad. Y los padres estaban igual de ilusionados. Durante unas horas, un poco de magia en forma de carrozas sirve para tapar las penurias del día a día, aunque únicamente sea por un rato.

La Estrella de Oriente hizo su aparición de inmediato para guiar por buen camino a todos los acompañantes de los Reyes y, enseguida, aparecieron multitud de trajes exóticos, carrozas y pajes que iniciaron su habitual lluvia de chucherías. "¡Aquí, aquí!"o "¡echa por aquí algo!", gritaban los pequeños -en busca de uno de los objetos más codiciados ayer, las bolsas de quicos-, aunque la apoteosis llegó con el primer Rey Mago, Melchor, al que los niños y no tan niños, le gritaron durante un buen rato y al unísono solicitándole más golosinas. Porque los pequeños saben que Sus Majestades a la hora de repartir son más que generosos.

Llegó el turno de Gaspar y, de nuevo, todos al suelo, incluidos los padres que también participaron en este juego que se ha convertido en uno de los principales alicientes de la cabalgata. "Esto tiene un efecto dominó porque cuando vienen los caramelos hacen que te tires al suelo a por ellos como por arte de magia", explicaba Olga Castro. Y algunos abuelillos que, con tal de ver la cara de satisfacción de sus nietos, se agacharon para coger los envoltorios que quedaban escondido entre los pies de la multitud.

Que no fueron pocos, porque Sus Majestades repartieron 14 toneladas de caramelos. Sin embargo, para algunos debieron de estar muy mal repartidos y tacharon a los Reyes de "rácanos", a la vez que se lamentaron porque decían que "la crisis se nota hasta en la cabalgata".

Pero, excepto algún comentario negativo sobre la rapidez del último monarca, Baltasar, o sobre la poca generosidad de algunas carrozas, el resto de la fiesta discurrió entre bailes y a ritmo de batucada. Los tambores y la banda de música tocaron canciones de lo más amenas y conocidas para que los asistentes siguieran el ritmo y la letra. Por ejemplo, entre el repertorio estuvieron canciones de los payasos de la tele, villancicos clásicos y tonadas que nunca defraudan en una charanga. Tampocofaltó el particular homenaje al Granada Club de Fútbol por haber subido a Primera División con la canción del equipo. Un espectáculo muy divertido que contó con 18 carrozas de dragones, pavos reales o camellos y que estimuló durante los tres cuartos de hora que tardó en pasar la comitiva a bailar y cantar. Los pajes de Baltasar dieron un punto muy atractivo al cortejo porque se dedicaron a hacer algunas piruetas y saltos que arrancaron el "olé" del público.

Tampoco faltaron personajes como los Pitufos, el malo Gárgamel, Asterix o Blancanieves en una noche para recordar y compartir con los primos pequeños, con los amigos, con la pareja y con los padres. Porque un día así ofrece suficientes excusas para convertirse por unas horas en un niño.

Después, a la Plaza del Carmen, al balcón desde donde saludan las grandes figuras que visitan la ciudad. Y, después del olor a pólvora de los fuegos artificiales, Melchor, Gaspar y Baltasar abandonaron las dependencias municipales a toda prisa. Les quedaba trabajo.

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