Granada

Aluvión de quejas por un fiesta de música electrónica en la Plaza de Toros

  • Vecinos, enfermos y personal sanitario del Clínico soportan más de 10 horas de fiesta

El Granada Winter Festival tuvo ayer en vilo a medio barrio Plaza de Toros. La fiesta de música electrónica que se celebró ayer en el coso taurino comenzó a las 12 de la mañana y no cerró sus puertas hasta las 11 de la noche; diez horas de música ininterrumpida para el delirio de muchos y el sufrimiento de otros tantos.

Según fuentes de la Policía Local, las primeras quejas vecinales comenzaron a la hora de la siesta en torno a las cuatro de la tarde, momento en el que desplazaron a la zona una unidad policial que constató que, aunque el evento musical contaba con todos los permisos y licencias pertinentes, los decibelios se subían de los límites permitidos. "Nos pusimos en contacto con el responsable que tuvo que bajar el volumen de manera inmediata y se le advirtió de las posibles sanciones que podría tener si no cumplía la normativa de ruidos".

El problema no sólo era la música sino también el amago de botellón que la Policía Local tuvo que cortar de raíz ya que los jóvenes estaban sacándo a la calle las bebidas que compraban dentro de la plaza. "A todos se les informó de que si seguían bebiendo fuera podían ser sancionados por la Ordenanza de la Convivencia y la situación comenzó a calmarse", señalaron desde el cuerpo policial.

En cualquier caso, las diez horas de música no sólo sacó de sus casillas a los vecinos del barrio sino también a los pacientes y al personal sanitario del Hospital Clínico San Cecilio que se encuentra en la misma calle que la Plaza de Toros.

Trabajadores y enfermos del centro sanitario tuvieron que pasar toda la tarde escuchando la 'banda sonora' de los diferentes DJ que acudieron a la cita y se mostraban sorprendidos ante el hecho de que se puedan dar licencias a fiestas de este tipo en recintos cercanos a centros hospitalarios y durante tantas horas seguidas.

A última hora de la tarde, la fiesta se mantenía en plena ebullición en el interior de la Plaza de Toros y en el exterior -ya sin presencia policial-, sólo quedaban los restos de un festival en toda regla.

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