Granada

El fin de la renta antigua amenaza a más de un millar de comercios

  • Comienza la cuenta atrás para que termine la moratoria que permite a los comerciantes del centro disfrutar de unos alquileres baratos Las tiendas tradicionales ven el cierre como única salida en un momento en que la crisis económica tampoco ayuda

Este año los negocios más tradicionales del centro están viviendo la campaña de rebajas de verano con auténtica preocupación. No saben si será la última. El fin de los alquileres de renta antigua está a la vuelta de la esquina y según las cifras que baraja el grupo municipal socialista condenará al cierre a más de un millar de negocios de toda la provincia de Granada. La sensación de desánimo es total.

En 1985, el ministro de Economía, Miguel Boyer , instauró un decreto por el que modificó la Ley de Arrendamientos Urbanos, transformando los contratos de alquiler, que hasta entonces podían tener carácter vitalicio, en temporales. Después, en 1994 se dio un plazo de veinte años para normalizar el precio y que expira el 31 de diciembre de 2014.

José Ángel Vega Fernández, de la mítica droguería La Giralda situada justo al lado de Bib-Rambla es uno de los afectados de este fin de la moratoria. Según explica Vega, afrontar un alquiler tres veces mayor sería inviable teniendo en cuenta la actividad comercial que tiene ahora el centro de Granada donde toda la oferta se ha transformado al turismo. Por eso, desde La Giralda, que tiene 133 años de historia lo ideal sería aplazar esta medida o al menos que cada comerciante renegociase su alquiler con precios razonables.

No obstante, la desaparición del comercio tradicional granadino es, a ojos de Vega, imparable. Él que lleva más de treinta años trabajando en este negocio ha visto cómo Bib-Rambla ha cambiado sus tiendas por bares y restaurantes donde los turistas paran a comer. "Aquí antes había solo dos cafeterías y todo lo demás eran comercios", recuerda con anhelo Vega. Jugueterías, ferreterías, tiendas de calzado, floristerías, moda o complementos conformaban la otra oferta comercial de una plaza que quedaba justo al lado del mercado de San Agustín y que por tanto atraía a granadinos y turistas. Sin embargo, ahora con la progresiva despoblación del centro el público ha ido mermando y transformando la estética de la céntrica plaza en un "comedor turístico".

Otro de los comercios que ha percibido la transformación del centro y la amenaza del fin de la moratoria es Calzados San José que ya ha colgado el cartel de liquidación por cierre. Según detalla su propietario, atrás quedaron los tiempos buenos de Bib-Rambla. "Aquí solo se apuesta por la hostelería. Ahora mismo es la única industria que tenemos y todo va destinado al turismo", explica Miguel Ángel Tapia que ya planea abrir otro negocio en otro sitio.

Según cuenta, él es propietario de parte del local y ya ha habido personas que se han interesado por alquilarlo. Pero el cese del negocio con más de cien años de historia no solo se debe a eso. La crisis también ha hecho mucho daño.

En otras calles del centro de la capital también se percibe la desaparición del pequeño comercio y sus sustitución por otros negocios. En Ángel Ganivet, Reyes Católicos o Mesones ha sido prácticamente fulminado. En estas calles se puede ver cómo las franquicias y las empresas de restauración han ido comiendo todo el terreno. También en la zona de la Plaza de la Trinidad, cuyos comerciantes se sienten en parte discriminados por las administraciones que no fomentan la zona.

En esta zona Calzados Los Guerrillleros con más de sesenta años de historia también observan con recelo el fin de la moratoria. No solo por cómo les pueda afectar a ellos, si no también al resto de negocios de amigos y vecinos de la zona que llevan históricamente trabajando en la zona. Para Elena Salas todos los organismos e instituciones deberían trabajar para buscar una solución. No solo en lo que respecta al fin de la moratoria si no también a otras medidas como favorecer el aparcamiento, o incorporar esta zona al alumbrado navideño para atraer a más clientela. Una petición que a la que se suma Cristina Salas, de la tienda de moda infantil La sala de los niños y que abrió el pasado año. Aunque a ella no le afecta la moratoria, se solidariza con todos sus vecinos de local. Según explica esta joven, cuando llegó a la calle Tablas apenas había comercios. La crisis había arrasado con la mayoría de los establecimientos. Por suerte, el abaratamiento de los locales ha provocado que abran nuevos recuperando el tráfico de granadinos. No obstante, Salas añade peticiones. Además de prorrogar los alquileres, se muestra a favor de ayudar al pequeño comercio que tiene muchas dificultades para empezar pero también para mantenerse. En este sentido, todos ellos piensan que se hace necesario que sean los propios clientes quienes valoren el trato personalizado de estos establecimientos que traen una amplia oferta de marcas al negocio. De lo contrario, Granada que ha sido una ciudad históricamente ligada al comercio acabará por convertirse en un auténtico universo de franquicias.

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