Granada

El taxista que llevó a Almuñécar al acusado de matar a su ex novia declara que "no olía a alcohol"

  • El amigo de Ángela que dio la voz de alarma niega que tuvieran un idilio

El juicio con jurado contra Óscar C. T., acusado de matar en julio del año pasado a su ex novia de 18 cuchilladas y de profanar su cadáver en el piso del Zaidín en el que convivían, se reanudó ayer en la Audiencia de Granada con las declaraciones de los testigos. Fue el taxista que llevó al acusado hasta Almuñécar tras el crimen quien abrió la segunda sesión, y su testimonio será clave para determinar si realmente el acusado, que asegura ser alcohólico, cometió el brutal crimen en estado de embriaguez o no. "No olía a alcohol", manifestó el testigo, al tiempo que detalló que Óscar se montó en el asiento del copiloto y tampoco balbuceaba ni parecía estar borracho.

Sólo llamó la atención al taxista su atuendo -Óscar llevaba gafas de sol y chanclas- y lo único que apreció fue cierta lentitud en sus movimientos al bajarse del vehículo cuando llegaron al destino. Junto con el acusado iba el perro que tenía con su víctima, Ángela María Chamorro Ruiz del Valle. El animal viajó "en el maletero". Durante el trayecto, que duró unos 50 minutos, Óscar no comentó nada especial al conductor. Le dijo "que era metre en un hotel" y se quedó dormido a la altura de Padul. "Le tuve que despertar para preguntarle por la calle al llegar", agregó.

La siguiente en declarar fue María del Carmen Ruiz del Valle, madre de Ángela, que tenía 29 años. La mujer, que ejerce la acusación particular y está representada en el proceso por el abogado Rafael López Guarnido, explicó que la joven llevaba "cinco o seis años en Granada" y que su relación con ella era "buenísima". Sabía que estaba con Óscar, a quien no conocía personalmente y con quien sólo habló en alguna ocasión "por teléfono". Describió a Ángela como alguien vital y muy buena gente, que "tenía un corazón que no le cabía y era muy buena de sus amigos". Aseguró que la joven no era dependiente y que, pese a su aspecto frágil -estaba muy delgada- tenía "carácter". Sobre el supuesto alcoholismo del acusado, admitió que Ángela le comentó en alguna ocasión que quería ayudarlo.

También desfilaron ayer por la sala de vistas varios policías y guardias civiles, entre ellos los dos agentes de la Policía Local de Almuñécar que hallaron sobre la una de la madrugada a Óscar "ensangrentado" y aturdido, con "una brecha en la cabeza". De sus testimonios se desprendió que Óscar pudo haber sufrido un resbalón en las rocas en lugar de haberse intentado suicidar. De hecho, uno de ellos explicó que un transeúnte les dijo que había visto cómo el acusado había dado "un traspié con una chancla" a ras del suelo.

Fue uno de estos policías quien descubrió que aquel hombre llevaba el móvil de Ángela. Estando en la camilla Óscar, "el teléfono empezó a sonar" y al cogerlo el agente habló con la Policía Nacional de Granada, que le comunicó que estaban tratando de localizar a la joven. Óscar "no" les dijo nada entonces sobre su paradero ni sobre el crimen. Había dado la voz de alarma un amigo de la víctima, Quique, que la había acogido en su casa tras su ruptura con el acusado.

"Llegué de trabajar a casa y Ángela no estaba y me preocupé", dijo por su parte Quique. El joven sabía que ella había quedado con su ex esa mañana y ya, a última hora de la tarde, recibió varios mensajes desde el móvil de Ángela. En los primeros le decía que se había marchado a Ciudad Real porque a su madre le había pasado algo "grave" relacionado con su pareja. Los últimos eran inteligibles: "Eran algunas letras sueltas". Por ello contactó con la Policía.

Durante su declaración, Quique negó haber tenido relación sentimental o sexual con Ángela. Era consciente de que Óscar sospechaba que ambos tenían "algo". Pero en realidad eran simplemente "amigos". Desveló que las discusiones entre ella y el acusado eran muy frecuentes, y que él "la insultaba" y "la controlaba", pero que ella no pensaba que le fuera a hacer "nada".

El cadáver de Ángela fue localizado pasadas las 04:00 horas del 10 de julio. Los policías nacionales que acudieron al escenario del crimen (el piso donde la pareja había convivido en la calle Miguel Toro de la capital) afirmaron ayer que sabían que podían enfrentarse a "un caso de violencia de género" y confesaron que la estampa que se encontraron en la cocina les "impactó". El juicio continúa hoy con la intervención de testigos de la defensa y de los peritos.

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