ayer y hoy

María Pacheco La hija del alcalde de la Alhambra

  • La hija del Conde de Tendilla, casada a los 15 con el comunero Juan Padilla, luchó contra Carlos V por defender Castilla La que de niña jugaba en el Patio de los Leones, de mayor demostró 'tener pantalones'

Osada, atrevida, valiente y hasta dicen que hechizada por una morisca en Granada; la hija del Conde de Tendilla, primer alcalde de la Alhambra, casada a los 15 años con Juan de Padilla uno de los comuneros alzados contra Carlos V, mantuvo su lucha aún después de haber muerto su marido precisamente un 23 de abril en Villalar. En Toledo recuerdan a María Pacheco mejor que en Granada.

Muchas son las biografías que narran con detalle las peripecias de los alzados comuneros castellanos contra esa nueva Casa de Austria que, aprovechando el vacío de poder que dejó la muerte de Fernando el Católico y la sospechada demencia de Juana la Loca reina legal de Castilla, quiere gobernar España colocando en los mejores puestos de la administración a extranjeros que ni siquiera hablan castellano: Carlos V, Adriano de Utrecht, Guillermo de Croy, etcétera; una parva de nobles y cortesanos que aterrizan en España buscándose la vida aprovechando los ingresos de la lana castellana, los impuestos generosos del pueblo y las riquezas que se adivinan de ultramar para dar brillo a la ambiciosa corona imperial.

No estaba muy de acuerdo la niña María, de la familia de los Mendoza nada menos, hija de un marqués, de un conde y del primer alcalde de la Alhambra, con eso de tener que casarse con un muchacho hidalgo toledano cinco años mayor que ella y al parecer no muy agraciado ni por físico ni por linaje; pero en el siglo XVI mandaban sobre las mujeres los deseos de papá.

Fue María Pacheco mujer muy especial; en algo recuerda a la valentía de la otra granadina ilustre, Mariana Pineda. Vivió en el Albaicín pero de casada marchó a Toledo; siguió en todo la ideología de su marido, la defensa de los intereses castellanos contra Carlos V; y aún a pesar de quedar viuda cuando a Padilla, junto a los otros comuneros levantados, Bravo y Maldonado, lo mataron en Villalar el 23 de abril de 1521, siguió ella encabezando el movimiento comunero desde Toledo hasta que en 1522, abandonada y desilusionada, se refugió en Portugal escapando disfrazada de aldeana hasta la ciudad de Braga. Moriría diez años después en Oporto a la orilla del Duero, enferma y en la más absoluta miseria.

Numerosas biografías, citas literarias y autores dramáticos han querido mantener viva su memoria. Ya su propio hermano, el poeta Diego Hurtado de Mendoza le dedicó este entrañable epitafio: "Si preguntas mi nombre, fue María /si mi tierra, Granada…./si mi vida, seguir a mi marido…". Otro granadino, Martínez de la Rosa, le dedicó una sentida tragedia titulada La viuda de Padilla, escrita en 1812 en plena guerra contra los invasores franceses. Unos años antes, en 1788, Ignacio García Malo le dedicó su obra Doña María Pacheco. También el poeta almeriense, tan vinculado a Granada, Francisco Villaespesa nos dejó un drama en verso titulado La leona de Castilla escrito en 1929. Título que también sirvió para la película de Juan de Orduña estrenada en 1951 y protagonizada por Alfredo Mayo y Amparo Rivelles. Y a partir de ahí muchas otras obras más o menos históricas o noveladas han mantenido viva la memoria de esta granadina, "liberal", adelantada a su tiempo; "populista" si con ello queremos aludir a la defensa de los derechos del pueblo castellano contra la abusiva presión fiscal de una casa real extranjera, la Casa de Austria, cuyos intereses eran sufragar guerras externas y ambiciones imperialistas.

No sé si Granada le dedicó calle o plaza alguna a la comunera María Pacheco, la que de niña jugaba en el Patio de los Leones y demostró de mayor tener pantalones; pero sí que la recuerdan en Toledo donde hasta un Instituto de Secundaria de la bonita ciudad castellana lleva su nombre. No importa; para eso estamos los que nos da por esto.

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