Rogelio muñoz. teniente fiscal y coordinador de las fiscalías de menores de andalucía

"Denunciar a un hijo es muy duro, pero hay conductas que no se deben permitir"

  • El repunte del maltrato intrafamiliar preocupa a los fiscales, que temen que haya una cifra oculta La delincuencia juvenil en general vuelve a bajar, lo que prueba que la Ley del Menor es "positiva"

En octubre volvió a ser elegido fiscal coordinador de Menores de Andalucía, Ceuta y Melilla, si bien se le ha encomendado también la tutela penal de la igualdad y contra la discriminación, o lo que es lo mismo: coordinar a nivel andaluz la persecución de los delitos de odio. Compaginará ambos cometidos con sus funciones de teniente fiscal en el antiguo Banco de España. Es, probablemente, uno de los fiscales que mejor conocen a la juventud y sus problemas.

-Su nombramiento implica en realidad seguir el camino, ¿no?

-Sí. Es fruto de una instrucción de la Fiscalía General del Estado y, bueno, es una solución de continuidad, pues desde marzo de este año que tomé posesión como teniente fiscal de la Fiscalía Superior de Andalucía, salvo en esos meses, he estado coordinando Menores desde el año 2009.

-Y ahora también los delitos de odio.

-La tutela penal de la igualdad y contra la discriminación es una especialidad reciente y tiene como misión principal, efectivamente, la persecución de los denominados delitos de odio: la incitación al odio frente a cualquier situación de discriminación de las que recoge la Constitución. Se han creado delegaciones en las distintas fiscalías provinciales y se nombra un fiscal coordinador a nivel andaluz en el seno de la Fiscalía Superior. Esta especialidad tiene por objeto perseguir delitos de torturas, discriminación en el empleo, provocación del odio, asociación ilícita, contra los sentimientos religiosos, etc. Se está trabajando con la finalidad de prevenir tales conductas y, en su caso, reprimirlas.

-¿Se dan muchas conductas de este tipo en Andalucía?

-Hay, hay algunas. Las fiscalías provinciales actúan sobre todo en los supuestos del artículo 510, que además ha sufrido una modificación importante por la reforma de Código Penal 1/2015. Es una especialidad nueva y se está trabajando. No tengo cifras ahora, pero a partir del año que viene las tendremos a través de las memorias que elaboren las fiscalías provinciales.

-Se ha referido a la reforma del Código Penal. ¿Le parece acertado que se haya elevado a 16 años la edad del menor para mantener relaciones sexuales consentidas?

-Ha sido una reforma en profundidad del Código Penal y afecta a una multiplicidad de delitos. Es una reforma de gran calado y no solamente afecta a la edad, sino que en materia de menores tiene cierta importancia, pues tipifica el grooming (ciberacoso) y da una nueva redacción al sexting, que consiste en la remisión de fotografías de contenido erótico sin el consentimiento del menor o la menor en su caso. El asunto de la edad es problemático porque hay una multiplicidad de franjas de edades en función de determinadas ramas del ordenamiento jurídico español. ¿Qué ocurre? Pues que inevitablemente elevar la edad de los 13 a los 16 años es una facultad del legislador. La franja de los 16 años es una franja acorde con el Derecho comparado y sobre todo es una opción legislativa. ¿Si me parece bien o mal? Yo, verdaderamente, estoy más de acuerdo con los 16 años que con los 13, sobre todo con la idea de unificar la edad en los distintos campos del ordenamiento jurídico.

-¿Siguen 'in crescendo' los delitos relacionados con las nuevas tecnologías?

-Sí. No con un crecimiento exponencial, pero sí siguen creciendo, lo que hasta cierto punto es lógico: vivimos en la era digital. Los menores además tienen un manejo proverbial sobre las nuevas tecnologías. El ciberespacio, como me gusta a mí decir, se ha convertido en un cuarto instrumento de socialización, junto a la familia, la escuela y la sociedad. Ahora bien, lo que tenemos es que educar para saber manejarnos en ese nuevo mundo de la era digital. El problema no está en el uso sino en el mal uso que se haga de las nuevas tecnologías, y si no se educa a los menores en la utilización de las redes sociales, el whatsapp o internet, en general, es donde nos encontramos un problema. En la última Memoria de la Fiscalía Superior se pone de manifiesto que ha habido un aumento progresivo de delitos cometidos a través de las nuevas tecnologías desde el año 2009. En cualquier caso, hay que poner de manifiesto que la delincuencia en menores está disminuyendo año a año.

-¿Cuánto ha bajado?

-Este año en Andalucía la disminución está en torno al 8-9%, y la media, según la Memoria de la Fiscalía General del Estado, está en el 8%. Además, lleva bajando casi cinco años consecutivos. No hay que olvidar que hemos pasado por un período complejo y complicado y, sin embargo, se ha mantenido esa disminución. ¿Qué quiero decir con esto? Que la Ley del Menor es una ley positiva; algo estamos haciendo bien para que esto funcione.

-¿Usted también piensa que no hay que comprar un móvil al niño hasta que se lo pueda pagar?

-Yo soy un poco escéptico con el tema de la edad. Hay menores que tienen una corta edad y tienen una madurez terrible. De hecho, en las reformas legislativas, por ejemplo en materia de familia y en materia de protección a la infancia y la adolescencia, progresivamente van sustituyendo la edad por el término de madurez. Creo que la responsabilidad que se pueda exigir a un menor no está en función tanto de la edad como de la madurez que presente. Y no solo en el mero uso de las nuevas tecnologías, sino para comportarse en otras situaciones de la vida. ¿Cuándo debe tener un menor un móvil o tener acceso a internet? A mi juicio depende de cada menor, de su madurez y de las relaciones familiares que tenga. El uso de las nuevas tecnologías, insisto, no es malo por sí mismo, el problema es lo que se haga con ellas. ¿Cómo se trabaja el uso? A través de la educación y en eso hemos avanzado bastante. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado están realizando una labor muy importante en los centros educativos, y creo que los padres están involucrados y son conscientes de la necesidad de enseñar a utilizar las nuevas tecnologías. La mera aplicación del Derecho Penal no va a disminuir el mal uso que vengan haciendo los menores de ellas.

-¿Cuáles son los principales delitos que cometen los jóvenes?

-La delincuencia juvenil en el ámbito de Andalucía, Ceuta y Melilla sigue estando principalmente en los delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico: robos con fuerza, robos con violencia, hurtos... Hay, no obstante, nuevas formas delictivas que se están poniendo de manifiesto en los últimos años, como por ejemplo el maltrato intrafamiliar, que sigue perviviendo año tras año y no baja. En 2014, incluso hay un repunte: el número de expedientes que se incoaron por esta materia ascendió a 1.390.

-¿Se trata de violencia psíquica o física?

-Es una violencia más psíquica que física. Se trata de chantaje, de humillación a los padres, intimidación, coacción... Y esto nos tendría que llevar a reflexionar en el sentido de que debemos poner todos los medios a nuestro alcance, porque lo que está claro es que el Derecho Penal no va a resolver el tema. Aquí tenemos que implicarnos todos para resolver este problema, pues me temo que exista cierta cifra oculta en esta materia y que lo que sale es cuando la familia está ya en el límite total y absoluto.

-Es que denunciar a un hijo tiene que ser muy duro...

-Es muy duro, pero yo creo que no se deben permitir determinadas conductas. Yo soy partidario de no obviar el problema; cuando exista tiene que salir y denunciar o buscar alguna solución a través de los equipos de mediación. Echar mano de la justicia restaurativa sería una buena salida, porque en la erradicación de esta manifestación delictiva está claro que solo y exclusivamente el Derecho Penal no es suficiente. Incluso en la aplicación de las medidas judiciales (la medida que se suele poner aquí es o bien la libertad vigilada o bien la convivencia en grupo educativo) se tiene como finalidad trabajar tanto con el menor como con la familia, y tanto en el seno del centro educativo como posteriormente una vez que se sale.

-¿Y la violencia de género?

-Ha repuntado también este año. Se han incoado 50 expedientes en Andalucía. Entiendo que hay un problema de educación y que debemos trabajar la prevención, porque igual estamos permitiendo determinadas conductas que en el futuro pueden terminar en lo que es el delito de violencia de género.

-¿Cree que hay machismo en la juventud?

-Yo no tengo datos para decir que la juventud es machista. Tengo muy buen concepto de la juventud y de la infancia, y creo que no es tan perversa como se dice. Pienso que no se puede estereotipar a la juventud; hay jóvenes espléndidos y otros que se comportan como se comportan. Pero en la juventud no existe una maldad intrínseca como tal, sobre todo porque además vivimos en una época de cambio y debemos encuadrarnos ahí. Dicen que hemos vivido una evolución histórica y yo creo que hemos vivido un cambio histórico. En mi opinión, lo que hay es un problema de educación y tenemos que reflexionar si la familia, la escuela, la sociedad están donde tiene que estar.

-¿Qué opina del problema con los comedores de la Zona Norte?

-Solamente le puedo decir que se presentó un escrito denuncia en la Fiscalía Superior, dando cuenta sobre las dificultades que se estaban produciendo y como en principio era una cuestión que afectaba solo y exclusivamente a la provincia de Granada la Fiscalía Superior se inhibió y se remitieron las actuaciones a la Fiscalía de Granada, que es la que está tramitando en la actualidad esas diligencias.

-¿Están las drogas y el alcohol detrás de muchas de las infracciones que cometen los menores?

-Ese tema es preocupante. En líneas generales, es cierto que en los últimos años se viene observando que hay determinados menores que están muy deteriorados, hasta tal punto que si se analizan las medidas aplicables en el ámbito de la jurisdicción de Menores se aprecia cómo han descendido, por ejemplo, las medidas privativas de libertad pero han aumentado los tratamientos ambulatorios y los internamientos en centros de tratamiento. Cada día existen más menores con determinados deterioros a nivel psíquico, psicológico y psiquiátrico, y ahí se unen el alcohol, el consumo de estupefacientes y, ¿por qué no decirlo?, el uso habitual de las nuevas tecnologías, que yo me atrevería a decir que crean adicción y habitualidad. De hecho, algún caso ha habido en Andalucía. Esto puede tener además cierta incidencia en las cifras de absentismo escolar, que en Granada son mínimas, o en el ámbito del fracaso escolar.

-¿Usted qué haría con el botellódromo?

-¿Con los botellódromos? Yo no creo en el botellódromo como tal. Hacer espacios destinados a que los menores beban los viernes o los sábados (ahora creo que empiezan los jueves) desde luego no es recomendable bajo ningún concepto. Creo que los poderes públicos y la sociedad en general deben ser creativos e inventar nuevas formas de ocio, pero no botellódromos. Ahora, la ley ya lo ha dejado claro y prohíbe esos espacios públicos y castiga como infracción administrativa la venta de alcohol a menores. Y en eso las policías locales están haciendo una gran labor.

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