Granada

La pierna de David

  • Los 84 profesionales que trabajan en el colegio Jean Piaget atienden a 74 alumnos con discapacidad Su labor es desarrollar la estimulación, la autonomía y la autorrealización de los chicos para gestionar su futuro

David Avellaneda tardó tres años en aprender a caminar. Primero, como cualquier bebé, se arrastró. Después descubrió que podía avanzar sentadito, de espaldas, impulsándose con los bracitos, su única pierna y el trasero. Su madre, Lupe, convenció al traumatólogo que trata al pequeño desde que le amputaron una pierna a la altura del muslo de la necesidad de una prótesis. No daban un duro por él, pero la insistencia de la madre dio sus frutos y consiguió una prótesis rígida, una piernecilla sin articulación para que el pequeño David, de 6 años y con síndrome de Down, aprendiera a caminar. "A él ya lo habían descartado, pero lo cogimos con muchas ganas y ya lo tenemos corriendo por aquí". Pilar Simón, fisioterapeuta, no puede ocultar su orgullo ante el ejemplo de superación que es David.

Los comienzos nunca son fáciles. "Se quitaba la prótesis, se tiraba de ella. No la quería", recuerda la maestra del pequeño, Conchi Valverde. Hasta que entró en vereda. "Después se adaptó", cambió su conducta y David aprendió a moverse. Primero con un andador, luego cogido de la mano o apoyándose en las paredes y, finalmente, después de tres años de esfuerzo, consiguió ser totalmente autónomo. Su prótesis rígida fue sustituida por una articulada, una rodilla que supuso un paso atrás. "Teníamos la confianza de que se iba a dar cuenta de que sería capaz de aprender la estrategia para poder caminar", apunta Valverde. Y lo consiguió después de "mucho trabajo, mucho", recuerda la maestra, mientras muestra un vídeo del pequeño en el que camina solito, llama a la puerta y entra en una de las clases de su colegio, el Centro Público Específico de Educación Especial Jean Piaget, el único de sus características en la provincia.

El colegio cuenta con una plantilla de 84 personas para atender a 74 alumnos, todos ellos con alguna discapacidad, física o psíquica, desde los 3 hasta los 20 años. Niños con parálisis cerebral, trastornos del espectro autista, Down, trastorno bipolar, esquizofrenias... que son atendidos por profesores, maestros especialistas en Audición y Lenguaje y en Pedagogía Terapéutica, educadores, monitoras de Educación Especial, monitores escolares, fisioterapeutas, una médico, una auxiliar de clínica, ordenanzas, personal de cocina, vigilante y personal de mantenimiento. Todos celebran hoy, junto a los chicos, el día de las personas con discapacidad.

El trabajo en este colegio es, por fuerza, minucioso y paciente. "Los grupos son muy pequeños, se da el caso de que dos alumnos son atendidos por dos tutores", explica la directora del Jean Piaget, Isabel María Valverde Moreno.

El colegio -que ocupa un edificio inmenso en el término municipal de Ogíjares- comenzó su andadura como centro específico de Educación Especial hace 35 años. Entonces había entre 250 y 300 alumnos con algún tipo de discapacidad. Desde hace años, la Junta apuesta por normalizar la presencia de alumnado con discapacidad en las aulas y existen programas de inclusión que permiten que haya centros con aulas mixtas -en las que el alumnado con necesidades educativas especiales comparte parte del horario con el resto de niños- o específicas, como es el caso del CEIP Vicente Aleixandre, que trabaja con alumnos con trastornos del espectro autista. Ese trasvase de niños dejó al Jean Piaget con menos alumnos y, a su vez, propició que al centro se derivaran otro tipo de discapacidades, como las relacionadas con los trastornos de conducta.

La jornada comienza a las 9:30, cuando llegan hasta el centro, situado en Ogíjares, las siete líneas de transporte que recorren media provincia. Bajan de los autobuses y, ya en el aula, se hace una presentación de qué van a hacer ese día. La comunicación depende, para un buen número de alumnos, de pictogramas, un sistema alternativo al verbal. Se les dice si hace sol, o si llueve, si es otoño o invierno, qué van a comer, si les toca sesión de fisioterapia, educación física en el gimnasio, hidroterapia en la piscina... van a la cocina a preguntar qué hay de menú. Las natillas -hoy las degustarán por estar de fiesta- es uno de los platos estrella. "Comen muchísima verdura y fruta", explica Francisco Ramírez, cocinero del Jean Piaget desde hace 23 años. Buena parte de las preparaciones son en forma de puré, para evitar los atragantamientos. Después del recreo se trabaja con la programación curricular. A cada alumno se le adaptan los contenidos para que sea capaz de progresar. A las dos y media comen. Una cuarentena de profesionales -entre monitores y profesores voluntarios- dan de comer o les ayudan a manejarse con los cubiertos. Algunos, a causa de su grave discapacidad, sólo pueden alimentarse por sonda. A las tres y media, de vuelta a casa.

"¿Ha venido mi mamá?" "No, todavía no". Las profesoras Paqui Almenara y Encarni Ruiz trabajan con media docena de alumnos en el taller de Auxiliar de Oficina, el germen, además, de uno de los proyectos que se desarrollan en el centro, la creación de una miniempresa educativa. Diseñan y confeccionan libretas que serán puestas a la venta. Alejandra dibuja portadas y Jesús taladra folios. Ciro se afana en encuadernar. "Estos alumnos sí tienen capacidades manipulativas desarrolladas", explica Valverde Moreno. Se les enseñan tareas básicas, adaptadas, a pesar de que la probabilidad de llevar estas habilidades al mundo laboral son escasísimas, según reconoce la directora. La tarea aquí es que sean capaces de autorrealizarse, explica Paqui Almenara. En el taller de Habilidades y Destrezas Manipulativas se trabaja en el desarrollo de la autonomía a través de la creatividad.

El centro cuenta también con un taller de Auxiliar de Carpintería, dotado con herramientas normales con las que fabrican, supervisados por Pepe Martín, bandejas, cajas de percusión, relojes, llamadores... a este taller acceden los alumnos más autónomos, pero que sufren algún trastorno del comportamiento o personalidad. Este taller, como los anteriores y junto al de Jardinería y el de Autonomía Personal y Social, forman parte del programa de formación para la Transición a la Vida Adulta y Laboral. Los padres, el equipo del centro y en algunas ocasiones los propios alumnos deciden qué camino seguir cuando los chavales cumplen los 16 años, qué taller es el más adecuado de acuerdo con sus destrezas. Se formarán allí hasta que cumplan los 20, momento en el que dejan el colegio.

"El año pasado se fueron dos niños de 20 años. Los cogí cuando tenían 6". Ana Torres es fisioterapeuta y reconoce que no puede evitar implicarse con los pequeños. Su trabajo es "siempre sacar lo mejor del niño" y "aceptar cuando hay una involución", algo muy normal cuando se trabaja con niños con graves discapacidades. "La experiencia dice que eso es normal". Torres, que es especialista en neurología infantil, reconoce que los padres comparten con el equipo del colegio sus angustias. "Nosotros les explicamos, esto no se va a poder conseguir, pero vamos a luchar por esto otro", que sufran menos dolor, que ganen en movilidad... Cada discapacidad es diferente, y cada padre reacciona de una manera ante la situación de criar a un hijo con discapacidad. "Hay familias más abiertas y otras menos", reconoce la fisioterapeuta. Cuando se detecta que un padre necesita ayuda, el propio centro cuenta con una orientadora donde se deriva el caso. Este año, además, se va a retomar la escuela de padres y madres. "Les ayuda a normalizar situaciones que son normales, como qué ocurre cuando llega la pubertad", explica Torres mientras sostiene a Faina, una niña de enormes ojos azules. Hoy, junto a sus compañeros celebrará el Día de las Personas con Discapacidad.

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