Granada

titiriteros underground De la subversión al delito

  • El medio 'natural' de la polémica compañía granadina Títeres desde Abajo se hallaba en el circuito alternativo, donde han representado la mayoría de sus obras

Viernes 5 de febrero. Cinco de la tarde. Cuando se abrió el pequeño telón del teatro de títeres instalado en la plaza del Canal Isabel II de Madrid, se desató una tormenta de consecuencias impredecibles que acabó con unos padres indignados por el espectáculo que acababan de presenciar sus hijos, y dos titiriteros granadinos, Alfonso Lázaro y Raúl García, detenidos y en prisión sin fianza por un delito de enaltecimiento del terrorismo. Tres días más tarde, la tormenta no ha amainado -al contrario, el tono de la discusión política no hace más que aumentar y no hay responsable público que no opine sobre el tema-, y los dos titiriteros continúan en la cárcel, a la espera de que el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno se pronuncie sobre el recurso presentado ayer por sus abogados pidiendo su liberación.

La del 5 de febrero no era la primera actuación de la compañía granadina Títeres desde Abajo, ni mucho menos; ni se trataba de la primera vez que sacaban sus guiñoles ante un público compuesto mayoritariamente por niños; ni siquiera era la primera vez que actuaban en Madrid. Pero ni el escenario ni el contexto en el que comenzaron a representar La Bruja y Don Cristóbal eran los habituales.

La compañía Títeres desde Abajo asegura en su página web que nace con el objetivo de "recuperar el teatro de títeres como forma de cultura popular", que no exclusivamente infantil. Aunque en su catálogo de obras cuentan con siete espectáculos destinados a los pequeños, La Bruja y Don Cristóbal pertenece a sus piezas de teatro popular, junto a Una casa es una ruina, que aborda el tema de los desahucios, y En la plaza de mi pueblo, una obra de carácter "gamberro y popular" en la que se cruzan "aldeanos, guardias civiles o republicanos sodomitas".

La compañía, más que en carteles oficiales como el del Carnaval del Ayuntamiento de Madrid, se ha movido principalmente por el circuito underground, donde el público estaba lejos de escandalizarse por el tono de la obra, por su violencia o por el cartel que reza 'Gora Alka Eta' que aparece en un momento de la representación. La Bruja y Don Cristóbal se estrenó el pasado 29 de enero en la Biblioteca Social Libre Albedrío, y el 31 de enero volvió a representarse en el Centro Social Ocupado La Redonda, la célebre casa okupa del Camino de Ronda. La mayoría de las representaciones de sus obras de nueva creación -según la web de la compañía, los espectáculos infantiles corresponden a una anterior etapa como guiñolista de uno de los fundadores, Raúl García- se han llevado a cabo en escenarios similares, sobre todo en centros culturales "autogestionados e independientes", en salas alternativas como El Apeadero y en eventos promovidos por el sindicato CNT, al que pertenecía uno de los titiriteros detenido.

El debate que ha generado la aplicación de la Ley de Seguridad Ciudadana (más conocida como 'Ley Mordaza') tiene dos bandos claramente diferenciados: quienes consideran apropiada la detención de los dos titiriteros granadinos y su ingreso en prisión sin fianza, convencidos de que la obra hacía apología del terrorismo; y quienes creen desproporcionada la medida, al tratarse de una obra de ficción que entronca con la tradición de los títeres de polichinela y cachiporra.

Esta es la postura que ha mostrado mayoritariamente el mundo de la cultura granadina. Aunque pocos son los que conocían la trayectoria de Títeres desde Abajo, ninguno de los representantes culturales consultados por este periódico comprenden la decisión del juez Ismael Moreno. Sin entrar en la calidad de la obra, partiendo de la base de cierta "ingenuidad creativa" por parte de los autores y dejando clara la inoportunidad de representar La Bruja y Don Cristóbal ante niños, son pocos quienes no defienden a los dos titiriteros granadinos.

El productor de la Compañía Remiendo Teatro, Carlos Gil, aseguraba ayer a este periódico que puede haberse producido "un error de programación" -de hecho el propio Ayuntamiento de Madrid llegó a avisar por redes sociales media hora antes de que comenzara que no era para niños- y que quizá los propios titiriteros podían haber cortado la representación cuando comprobaron quiénes componían su público, pero que, en su opinión, eso no justifica su detención. "El encarcelamiento está fuera de lugar, es intolerable", asegura Gil, que denuncia la manipulación por parte de organizaciones políticas y medios de comunicación. "Hay otras obras que hablan sobre ETA, otras en las que hay asesinos, y no por ello es apología del terrorismo o del asesinato", explica.

Desde la compañía Títeres Etcétera, una de las principales referencias en este tipo de teatro, aseguran que "cuesta mucho entender" que alguien pueda ser detenido por subirse a un escenario. "El caso abre un debate sobre temas diversos: cómo se conciben los programas culturales, con qué criterios se contratan las obras y qué papel juegan los títeres en la sociedad", explica Yanisbel Martínez, adjunta a la dirección de la compañía. Títeres Etcétera acaba de volver de Madrid, donde ha representado El Retablo de Maese Pedro, una obra musical de Manuel de Falla en la que Don Quijote acaba arremetiendo contra unos títeres moros que perseguían a otros cristianos, confundiendo la realidad y atacando a las marionetas. "Aquí ocurre lo mismo, pero han arremetido contra los titiriteros".

Martínez recuerda que el tipo de teatro representado por La Bruja y Don Cristóbal entronca con el teatro de ponichinela, un teatro "históricamente violento", en el que los protagonistas se enfrentan al poder, representados por curas, policías o jueces. Y eso no significa, según la adjunta a la dirección de Títeres Etcétera, que los maestros titiriteros que recuperaron esta tradición hicieran "apología de la violencia". "Históricamente este tipo de espectáculos se ha hecho siempre, y la truculencia siempre ha formado parte de ellos", apunta Yanisbel Martínez, que recuerda que "el teatro es un espacio de ficción" y que no deben confundirse los límites con la realidad. En el caso de la acusación de enaltecimiento del terrorismo, desde Títeres Etcétera apuntan que "se está juzgando a partir de una imagen fija de una pancarta", sin tener en cuenta el contexto en el que se enmarca el cartel.

Los abogados de los dos titiriteros detenidos aseguraron ayer en un comunicado que la pancarta aparece cuando uno de los personajes, Don Cristóbal Polichinela, se la coloca a la bruja para incriminarla y mandarla a prisión.

También la Unión Internacional de la Marioneta (Unima) se pronunció ayer a favor de los dos actores granadinos, pidiendo su libertad. "En este caso, como mucho, se puede haber producido un error en la programación como lugar, hora y recomendación de edad. Pero eso no justifica la tergiversación a la que se ha sometido el argumento de la obra, convirtiendo la sátira política en enaltecimiento del terrorismo".

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