Granada

Jiménez Blancouna vida entre la política y la abogacía

  • El Centro Artístico acogió ayer una conferencia sobre el que fuera su presidente, fallecido el 31 de agosto de 2014

"Centro artístico, científico y literario. La vieja institución granadina con una biblioteca admirable regida por una mujer bibliómana y experta, con una tradición de conciertos y de direcciones musicales que han pasado a la historia, exposiciones continuas de pintores de primera, y lugar de ocio y descanso de la tercera juventud, que llenaba la 'pecera' -cristalera abierta a la Acera del Casino, ancho paseo de los granadinos caminantes- y las salas de juego de billares o de cartas para los socios de mediana edad y horas que entretener". Así describía Antonio Jiménez Blanco el Centro Artístico de Granada, palabras recogidas en el libro Los niños de la guerra ya somos viejos.

Este abogado y político granadino nació en la ciudad de la Alhambra el 24 de enero de 1924. La referida institución cultural le dedicó ayer dentro del 'Ciclo Homenaje al Pasado' una conferencia que dio su propio hijo, Gonzalo Jiménez-Blanco.

Una sesión que estuvo dividida en cuatro grandes bloques para dar a conocer "una idea global" de su figura. Aunque la céntrica calle de la Colcha fue la que le vio dar sus primeros pasos, pasó largas temporadas en Sevilla porque por motivos laborales su padre se fue a trabajar a la capital andaluza. En concreto a la fábrica de Bayer. En su etapa sevillana estudió en los jesuitas, hecho que le influyó en su vida.

Se licenció en Derecho por la Universidad hispalense donde conoció al profesor Giménez Fernández, ministro en la época republicana y que gozaba al parecer de buen criterio jurídico político, "siempre abierto a nuevas ideas". Esa tolerancia de la que siempre hizo gala Jiménez Blanco es debida en parte al citado docente.

Desde niño la vocación política la tuvo muy presente. En 1931, con tan solo siete años de edad, en las "famosas" elecciones municipales en las que ganaron los republicanos en las ciudades y que dio origen a la Segunda República, llevó a su padre a votar.

Otro acontecimiento que le causó gran impresión fue la Guerra Civil, vivida desde la retaguardia. Tanto por lo que supuso de rivalidad entre hermanos como por cuanto las miserias y años de estrechez que siempre tuvo en la cabeza, "aunque fuera para evitar que pudieran volver a producirse", apuntó su hijo.

Volcado en su actividad profesional, también dedicó parte de su tiempo a la familia. Bien es cierto que el peso de la educación a sus hijos recayó en su esposa. Resulta curioso cómo eran los castigos de Jiménez Blanco. Ayer Gonzalo recodaba uno de ellos: "Nos encerraba en un cuarto con un ejemplar del Quijote y teníamos que aprendernos de memoria el capítulo primero".

Sus últimos veinte años de vida los dedicó a los nietos -con quienes hablaba mucho-, el judaísmo, internet y el inglés.

En su vertiente como profesional de la abogacía, cabe destacar que fue nombrado presidente del Consejo de Estado, un cargo reservado a los juristas de reconocido prestigio. Inició su andadura en un despacho de la calle Recogidas y acabó fundando uno de los de gran relevancia en Madrid. No hay que olvidar que también pasó por el despacho más importante de Granada en el piso familiar de la por entonces avenida de Calvo Sotelo (actual avenida de la Constitución) y de manera independiente en la plaza de la Trinidad.

En su labor profesional, fue un abogado de inversiones extranjeras en España y gracias a ello estuvo involucrado en alguno de los proyectos más emblemáticos del desarrollo de Granada. Así, nació la sociedad Cetursa, la promotora del impulso turístico de Sierra Nevada. De igual modo, se ocupó de separaciones y nulidades en tiempos en los que el divorcio no existía. De su faceta como abogado en sala se curtió como orador, cualidad que le valió para su carrera política. Le tocó defender a presos políticos de la época como Paco Portillo o Lluis Llach por enarbolar banderas republicanas en sus conciertos en el teatro Isabel la Católica.

Como ha quedado patente con anterioridad, su inquietud por la vida pública es anterior a la muerte del general Francisco Franco. Simpatizante de la Plataforma Democrática formó parte de la organización del homenaje a Federico García Lorca el 5 de junio de 1976, en su Fuente Vaqueros natal.

"Yo quiero que haya democracia para votar a la derecha", dijo tras la muerte del dictador. Llegaron las elecciones de 1977 y fue elegido como senador de UCD por Granada. En la Cámara Alta destacó por su tolerancia y oratoria detalle que le valió para ser designado portavoz de esa formación en el Senado. En los comicios del 79 encabezó la lista al Congreso y tras ser elegido fue nombrado portavoz de UCD. Una doble tarea que nadie ha desempeñado hasta ahora. Su defensa hacia la figura de Adolfo Suárez siempre será recordada así como su papel en el golpe de Estado del 23-F.

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