Granada

La gran ciudad del vino

  • Los franceses no se han conformado con un monumento-homenaje Para ellos el vino ha merecido tener su propia ciudad Está en Burdeos y es al vino lo que el Louvre a la pintura

MIENTRAS en España seguimos llevándonos el susto un día sí y otro también con el tratamiento que diferentes gobiernos quieren dar al vino (unos defienden que continúe siendo considerado como un alimento, tal y como lo recoge actualmente la ley; otros tratan de incluirlo en la categoría de bebidas alcohólicas sin tener en cuenta ninguna otra consideración); mientras en nuestro país no se entiende que no solamente hay una cultura del vino sino que el propio vino es cultura, en Francia se le rinde homenaje, casi se le rinde culto.

El vino es un elemento de tanto peso en la cultura y costumbres de nuestros vecinos que no han construido un museo en su honor, sino toda una ciudad. Si es usted amante del vino, la nueva Ciudad del Vino de Burdeos es al vino lo que el Louvre a la pintura, un lugar de peregrinación al que hay que viajar alguna vez en la vida. Este espectacular edificio de diez plantas, que ha costado 81 millones de euros, abrió sus puertas el pasado viernes a medio camino entre museo y parque temático. Además de exposiciones, talleres y los espectaculares vídeos que se exhibirán en su pantalla de 360 grados, los visitantes podrán disfrutar de un bar de tapas y una vinoteca monumental con más de 9.000 botellas de vinos procedentes de todos los rincones del mundo. Los impulsores de la iniciativa esperan recibir más de 450.000 visitantes al año, que accederán a esta suerte de 'Meca' del mundo vitivinícola previo pago de 20 euros de entrada. El edificio, diseñado por el estudio de arquitectura XTU, imita el recorrido que traza el vino al caer en la copa. Los paneles de aluminio de su fachada y su estructura poco convencional recuerdan a los diseños de Frank Gehry, por lo que ya hay quien lo ha bautizado como 'el Guggenheim del vino'.

Es, sin duda, un lugar único en el mundo, donde el alma del vino se expresa a través de una aproximación sensorial, una inmersión total en el corazón de un edificio de arquitectura evocadora. Mirar el vino de otra manera, a través del mundo, de las edades, de las diferentes culturas y civilizaciones. Su vocación es clara: dar valor y transmitir al mayor número de personas un patrimonio cultural, vivo y universal como es el vino, privilegiando las sensaciones y las emociones.

Los conocimientos se transmiten de manera interactiva, cada cual puede recorrer la ciudad a su ritmo y hacer sus propios descubrimientos según su curiosidad, ganas y tiempo. La Cité du Vin está regentada por la Fundación para la Cultura y las Civilizaciones del Vino, fundación reconocida de utilidad pública en Francia por decreto ministerial en diciembre de 2014.

Nada más llegar, lo que sorprende es la arquitectura del edificio, imposible que deje a nadie indiferente: es un viaje en sí misma, con una impronta de símbolos de identidad: nudosidades de la viña, el vino que gira en la copa, remolinos del río Garona… Cada detalle de la arquitectura evoca el alma del vino: 13.350 m² repartidos en diez niveles que culminan en una altura de 55 metros: un escaparate internacional de los viñedos del mundo.

Nada de exposiciones permanentes, sino un recorrido por 20 espacios temáticos que termina con una cata de vinos internacionales: un viaje a través del tiempo y el espacio para descubrir el vino en todas sus dimensiones: cultural, civilizadora, patrimonial y universal. A través de la historia, la geología, la geografía, la enología y, por supuesto, las artes. Entre mitos sagrados, religión y magia, La Cité du Vin se vive como una formidable epopeya que ha cambiado al Hombre y su forma de vida a lo largo de los siglos, que lo ha inspirado y continua inspirándolo hoy.

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