Confiar en alguien es un acto muy duro. Significa que delegamos parte de lo más importante que tenemos en otra persona que no somos nosotros mismos. Y no existe mayor acto de confianza que compartir tiempo de nuestra vida con ese otro.
Berta Wilheimi siempre se ha adelantado a su tiempo. En los años 20 fue de las pioneras en acudir a la universidad para dedicar gran parte de su tiempo a la filantropía y a la apicultura.
Ayer, 5 de julio, Berta cumplía 101 años. Siempre rompiendo moldes. A la celebración acudieron sus familiares más cercanos; hijos, sobrinos, nietos. Y David Jiménez Castrillo. David es el subdiector general de marketing de la aseguradora Santalucía. Y Berta lleva confiando en esta aseguradora andaluza 73 años, lo que la convierte en la asegurada más longeva de toda la compañía.
David no conocía a Berta de nada. Ella desconocía la existencia del directivo. Pero la empresa sí era consciente de que, a sus 101 años, Berta se convertía en el cliente más antiguo de Santalucía. Y se merecía algo especial. La empresa, más joven que la propia Berta, lleva a gala ser líder en protección familiar, con más de 400 agencias y 9.000 colaboradores en todo el territorio nacional. Entre sus 7 millones de clientes, "Berta es extraordinaria". Entre pastel de cumpleaños, abrazos y celebraciones, el subdirector general de marketing obsequió ayer a Berta con un regalo y unas palabras: "Hoy es un día para celebrar. Para festejar toda una vida llena de hitos y para estar cerca de un cliente muy especial". Berta fue testigo de la trasformación de una empresa empeñada en velar por la tranquilidad de las vidas de otras personas. Dedicada a crear confianza en todos los hogares que han contado con gente como David. Decía Katherine Hepburn que cuanto más se envejece más se parece una tarta de cumpleaños a un desfile de antorchas. Se-ten-ta-y-tres (que diría Nabokov) antorchas de confianza. Una vida dedicada a los demás. Una vida andada de manera firme y, sobre todo, segura.
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