aromas y sabores

La Tierra, el planeta vino

  • Diversidad. La vid crece en los cinco continentes y hoy en día se producen vinos en latitudes muy diferentes Hagamos un viaje sensorial

MUCHA gente se sorprende cuando se les propone vinos de orígenes que se salen de lo común. En España, los más consumidos proceden de la DOCa Rioja y de la DO Ribera del Duero, si hablamos de tintos; y de la DO Rueda, si se trata de blancos. Sin embargo, en nuestro país existen en la actualidad 69 Denominaciones de Origen y 27 Indicaciones Geográficas Protegidas repartidas por toda nuestra geografía. Eso si nos limitamos a España. Porque la OIV (la Organización Internacional de la Viña y el Vino, una organización intergubernamental) cuenta con los siguientes miembros, además de España: Argelia, Alemania, Argentina, Armenia, Antigua República Yugoslava de Macedonia, Australia, Austria, Azerbaiyán, Bélgica, Bosnia y Herzegovina, Brasil, Bulgaria, Chile, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Francia, Georgia, Grecia, Hungría, India, Israel, Italia, Líbano, Luxemburgo, Malta, Marruecos, Moldavia, Montenegro, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Perú Portugal , República Checa, Rumanía, Rusia, Serbia, Sudáfrica, Suecia, Suiza, Turquía y Uruguay. A la vista de esto, podríamos pensar que se puede hacer vino en cualquier parte del mundo. Esto es cierto a medias, ya que la viña necesita de unas condiciones especiales para su crecimiento y desarrollo, un cierto número de elementos para producir sus frutos, y es sobre todo la ausencia de éstos lo que determina la calidad final del producto.

El suelo es uno de esos factores, ya que es el soporte de las raíces, de donde la vid toma el agua y los nutrientes necesarios para el desarrollo de su ciclo vegetativo. La vid es una planta muy poco exigente en cuanto al tipo de terreno que necesita para desarrollarse, de hecho prefiere suelos con poca materia orgánica. En las latitudes mediterráneas, generalmente se plantaban viñas y olivos en los terrenos más pobres, donde no se podía desarrollar ningún otro tipo de cultivo. Es decir, el viñedo puede ser plantado en terrenos silíceos, calizos o arcillosos. Los únicos terrenos no recomendables para esta planta son los suelos humíferos que contienen demasiada materia orgánica. El suelo ideal debe, además tener capacidad de retención de agua y un buen drenaje y estar en pendiente para que no haya posibilidad de encharcamiento cuando llueva.

Otro factor primordial es tener una buena orientación con respecto al sol. En el hemisferio Norte, la mejor orientación es la Sur, ya que es la que tiene mayor insolación. En el hemisferio Sur la opuesta, la Norte. La vid pertenece a una familia de plantas trepadoras, emparentada con las lianas, que tiene la capacidad de trepar por los árboles en busca de la luz. Como ocurre con todas las plantas verdes, la fotosíntesis transforma la luz del sol en los componentes hidrocarbonados que necesita para su crecimiento. Sin embargo, no hace falta una exposición directa al sol, la simple luminosidad diurna basta. Para aumentar esta exposición a la luz, la viticultura moderna prefiere emparrar las viñas de modo que aumente la superficie foliar, es decir, la cantidad de hojas de la vid. Una mayor exposición a la luz permite una mayor producción de azúcares para aumentar la calidad de los mostos… Y su volumen alcohólico: son los azúcares los que se transforman en alcohol durante la fermentación, por lo que a mayor cantidad de azúcares mayor potencial de alcohol tendrá el mosto.

La latitud es un factor primordial, uno de los más importantes. Al igual que todas las plantas, la vid sólo crece a unas temperaturas determinadas. Esta franja se encuentra entre los 10 °C y los 25°C. Por encima de una determinada temperatura (alrededor de los 28°C), la evaporación del agua contenida en sus hojas no se compensa con los aportes de sus raíces. Las hojas se marchitan, la fotosíntesis se detiene y las uvas sufren un bloqueo en el proceso de maduración. Según las horas de calor, existe una escala, denominada de Winkler, que divide las zonas vinícolas en cinco zonas climáticas.

La Zona I abarca las regiones más frías (Champagne, Rin, Reino Unido...) y la zona V, las regiones más cálidas (Fresno, Argelia, Jerez, Australia...). Por ello, existen variedades viníferas de ciclo corto, que se adaptan mejor a las zonas climáticas I y II (muscat, riesling gewürztraminer); y variedades de ciclo largo, que se adaptan mejor a las zonas climáticas III, IV y V (garnacha, cariñena). En países miembros de la OIV que están fuera de esas latitudes, como Noruega, se produce vino pero de forma experimental (muchas veces en departamentos de ingeniería agrónoma de universidades) o por productores privados, pero de forma más testimonial que otra cosa.

En cuanto al agua, la vid se encuentra naturalmente bien en un entorno húmedo, lo que complica la tarea de los viticultores. Por una parte, las uvas corren el riesgo de verse afectadas por enfermedades fúngicas (provocadas por hongos); por otra, el exceso de agua puede hacer estallar los granos de uva o producir rendimientos excesivos. Las raíces de la vid penetran mucho en el terreno para procurarse la humedad que necesitan. En consecuencia, los viñedos tienen que poseer una capa freática profunda para que las raíces absorban el agua necesaria para la planta y se encarguen de aportarle los elementos minerales indispensables. A fin de evitar los excesos de rendimiento, la irrigación está prohibida en los viñedos europeos destinados a producir vinos de calidad. La falta de agua produce una concentración de todos los elementos de la uva, que se traduce en un mosto más rico y más consistente.

A diferencia del suelo, los tres elementos anteriores -agua, calor y luz- son más inestables, ya que varían de un año a otro. Y esto es lo que determina lo que llamamos 'añada': las condiciones climáticas concretas que se producen durante el ciclo vegetativo de la vid. Existen añadas buenas y no tan buenas. Hay añadas que son buenas para elaborar grandes vinos de reserva o añadas regulares, que producen vinos jóvenes de gran intensidad.

La Tierra es grande, no se cierre puertas: conocer el mundo a través de sus vinos es uno de los viajes más apasionantes que existen.

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