Granada

Palestina, el vino vuelve a sus orígenes

  • Otros paisajes. El vino no es desconocido en este territorio, elaborado por cristianos y judíos, desde hace milenios Los viñedos suponen el 5% de las tierras cultivadas en Cisjordania

EL Monasterio salesiano de Cremiso está en Cisjordania, en una colina a 850 metros sobre el nivel del mar, a cinco kilómetros de Belén y doce de Jerusalén. Fue construido en 1885 sobre las ruinas de un monasterio bizantino del S.VII. Las Bodegas Cremiso han estado en funcionamiento desde el establecimiento del monasterio. Sólo el 2% de la producción de vino (alrededor de 700.000 litros por año) se elabora con uvas propias de Cremiso. El resto proviene principalmente de Beit Jala, Beit Shemesh, y la zona de Hebrón. Los palestinos, musulmanes en un 98%, casi no producen vino, aunque la viticultura no es desconocida en el territorio: Israel lo ocupa desde hace cerca de medio siglo y muchas colonias, ilegales desde del punto de vista del derecho internacional, elaboran vino. Buena parte del culto al vino se relaciona con la tierra de origen de sus uvas. La etiqueta puede decir Producto de Israel, pero ojo: puede que se elabore en territorio palestino ocupado. Alemania, el más estrecho aliado de Israel en la UE, está en vías de acordar con otros países del bloque la adopción de normas para el etiquetado de productos hechos en asentamientos judíos. De modo que la etiqueta Hecho en Israel solo se aceptará para productos manufacturados dentro de las fronteras que este país tenía en 1967.

En Cisjordania subsisten cerca de veinte variedades de uva, procedentes de viñas cultivadas en terrazas, en colinas escarpadas o junto a la carretera. Son uno de los principales productos agrícolas palestinos, por detrás de las olivas. Se usan mucho en cocina, en forma de zumo o como postre, y las hojas de viña, rellenas de arroz o carne, son todo un clásico. Los viñedos representan el 5% de las tierras cultivadas en Cisjordania y cada año se producen 50.000 toneladas de uva, según el Ministerio de Agricultura palestino. La Cisjordania ocupada crece y va rumbo a convertirse en un país de vino. Al menos 29 bodegas operan actualmente en estos asentamientos.

Así, tenemos el ejemplo de la familia Khoury. Hace casi 20 años, Nadim Khoury creó la primera fábrica de cerveza en Palestina y ahora, junto a su hijo Canaan, aspira a colocar la región en el mapa mundial del vino. Aprovechando el éxito de aquella fábrica, los Khoury fundaron su empresa agrícola en 2013 cuando Canaan volvía de Estados Unidos tras terminar sus estudios. La familia Khoury, cristiana, es una de las pocas que produce vino palestino. "Desde los tiempos de Cristo la gente hace vino en Tierra Santa", dice Nadim Khoury. Para ellos, pertenecientes a la comunidad cristiana que representa el 90% de la población de Taybeh, producir es también la voluntad de perpetuar la tradición milenaria de la vid en estas tierras. Ghassan Cassis, que trabaja en sus viñedos familiares cerca de Ramala, y vende sus uvas a los Khoury, no es muy optimista sobre el futuro de la viticultura palestina. "Latrun, que era una ciudad palestina hasta 1967 y producía vino, ahora está en Israel y el vino que hacen se vende como vino israelí", dice este hombre formado en Australia.

Otro de los productores importantes es Yaakov Berg, que fundó la 'bodega boutique' de Psagot en 2009. Plantó su primera viña en 2003, muy cerca de Ramala. "Esto nunca fue Palestina. Es la tierra de nuestros padres", declara Berg mientras revisa las etiquetas. Pasa por alto que lo ilegal son los asentamientos, según el derecho internacional. Mientras los puestos de control, las torres de observación y los muros obstaculicen la vista desde Ramala y restrinjan el movimiento de trabajadores y mercancías de Palestina, colonos como Berg pueden seguir elaborando su vino y librando con sus viñedos una silenciosa batalla por la supremacía en tierras públicas y privadas. "Orgulloso de las profundas raíces judías en la tierra" donde crecen sus uvas, a Berg le gusta mostrar a sus visitantes una prensa de 2.000 años de antigüedad, "del período del Segundo Templo", que halló o en una cueva que descubrió bajo su casa. "Es muy importante conocer el origen del vino, su calidad, su singularidad. Todo viene de la tierra", dice Berg.

Pero cómo etiquetar ese producto de la tierra se está convirtiendo en un tema espinoso. La amenaza de "fruto prohibido" se yergue sobre estos vinos. Es probable que en su próxima reunión, los ministros de Relaciones Exteriores de la UE consideren un acuerdo para etiquetar mercaderías hechas por colonos judíos en territorios ocupados. Berg sabe que una etiqueta como Hecho en las Colinas de Judea puede causar muy poca sensación en Europa. 'Territorio ocupado es apenas una definición política, una advertencia que significa 'no lo compre'", dice.

El Acuerdo de Libre Comercio de Israel con Europa excluye mercaderías de las colonias porque no se consideran israelíes. Berg reacciona amargamente: "A lo largo de la historia, nos han querido etiquetar. "Judío", decía la insignia amarilla impuesta por los nazis. Ahora es el boicot. Confío en que Alemania no se atreva a volver a marcarnos como judíos", dice. La acción propuesta por la UE responde en parte al reclamo de activistas palestinos que llevan a cabo la campaña no violenta Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel, hasta que este ponga fin a la ocupación.

La bodega de Psagot produce 200.000 botellas por año. Cada una cuesta entre 30 y 60 dólares. Es un negocio dinámico que genera unos 10 millones de dólares anuales. El 70% del vino se exporta, principalmente a Estados Unidos, Australia y Europa. Como el vino es 'kosher' -otra etiqueta, indicativa de que fue elaborado respetando los preceptos de la religión judía- su principal público es la diáspora. Por lo tanto, es poco probable que un cambio en las normas de etiquetado afecte seriamente la industria vitivinícola de los colonos. Berg dice que los llamados a boicotear sus vinos no hacen sino impulsar la demanda.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios