Granada

SUPERDOTADOS talento por descubrir

  • Las familias demandan más atención para los alumnos con altas capacidades El riesgo de la frustración y el fracaso escolar planea sobre su inmenso talento No todos están diagnosticados

Y un día la guerra con Daniel terminó. "Todo empezó a encajar". Su perfeccionismo, su precocidad, su extrema sensibilidad, su profunda tristeza cuando algo le frustraba. "Todo le hacía daño y cuando veía algo injusto, no podía evitar llorar". Algo en apariencia tan nimio como la incapacidad de Daniel (nombre ficticio) para controlar el trazo del lápiz en los ejercicios de caligrafía. Aquellas letras que se le atragantaban porque su mano no era capaz de seguir el ritmo de sus pensamientos, por no poder obligarse a ir más despacio, a esmerarse en los trazos como el resto de escolares... algo que se conoce como disincronía y que es uno de los rasgos de la alta capacidad intelectual. Daniel tenía otros 'síntomas' que apuntaban hacia su extraordinaria capacidad para estudiar, razonar, comprender. Aprendió a leer solo, y con año y medio recitaba de corrido el abecedario. Tras el diagnóstico "pensé ¡bien!, ya sé lo que le pasa", recuerda Ángela Martín, su madre. El de Daniel no es un caso único. Según las estadísticas de la Consejería de Educación, en el curso 2014-2015 (último del que hay datos) se contabilizaron 879 alumnos en la provincia de Granada con altas capacidades repartidos entre Primaria y Secundaria. Esto supone menos del 1% del alumnado de esas etapas, con más de 102.000 matriculados. Sin embargo, se estima que el 2% de la población es superdotado, lo que apunta a que buena parte de los niños con altas capacidades ni siquiera están diagnosticados, uno de los problemas -que no el único- al que se enfrenta el colectivo.

Ángela Martín forma parte de la Asociación Asgran (asgran.org), nacida para "aunar esfuerzos" con el objetivo de que sus hijos "sean felices", un camino que "supone mucho trabajo" y en el que reclaman más apoyo por parte de las administraciones educativas. Y es que lo que Ángela califica como "regalo" -de hecho, en inglés el término con el que se denomina a los niños extraordinariamente talentosos es gifted children- se ve empañado por la "invisibilización" que, según las familias, sufre el alumnado con altas capacidades. Este problema tiene como primera 'víctima' a las propias familias, que sufren por el desconocimiento o los estereotipos que pesan sobre estos chicos. La imagen que se llega a tener de ellos -empollones, raros...- hace que algunos de ellos incluso vivan esta situación con angustia. Carolina, hermana de Daniel, tiene talentos simples -uno de los tres perfiles en los que se desglosa la superdotación- y "ella, en mi cocina, me dijo que no quería ser la más lista de la clase. No quiere que nadie lo sepa", cuenta Ángela. Ellas, más que ellos, tienden a "invisibilizarse", a intentar pasar desapercibidas.

Se hace poco para detectarlos, y, cuando por fin llega la noticia, las familias se encuentran en ocasiones con profesorado que "desconoce" qué hacer con ese alumnado, apunta Carlota Buendía, madre y miembro de Asgran. "El profesorado necesira formación en altas capacidades y superdotación".

Los padres inciden en que "no siempre" se cumple con el protocolo que marca la legislación, que obliga a hacer un seguimiento de estos alumnos. "Algunos profesores creen que si un alumno tiene altas capacidades no es necesaria ninguna intervención", apostilla Carlota, que, sin embargo, insiste en que estos chicos necesitan, precisamente por su inmensa capacidad y facilidad para aprender, un refuerzo continuo "para mantener la motivación" y para "nutrir" su curiosidad.

"No sé si hubiéramos detectado el talento de Carolina tan pronto, de no haber tenido en casa el precedente de Daniel", expone Ángela. Él fue extraordinariamente precoz. "Se aprendía los cuentos de memoria e incluso cada una de las pistas de los discos..., de decenas de discos". Su hija, sin embargo, destaca en determinados talentos -como el relacionado con la creatividad-, y, pese a su tremenda capacidad, en ocasiones comete errores. "El profesorado ve en esos fallos una señal de que no puede avanzar" en una materia, razona su madre, que ve claro que, sin embargo, esos tropiezos son señal de otro problema. El principal, el estereotipo que pesa sobre este alumnado. "Ellos también tienen derecho a equivocarse", reitera Ángela. De hecho, existe fracaso escolar entre alumnos superdotados. Su capacidad desborda el temario que se imparte en el colegio, se aburren, necesitan un estímulo mayor. Si no lo encuentran, se frustran.

Ese trabajo 'extra' que necesitan supone un esfuerzo mayúsculo para las familias, que ven como aquí "se deja escapar este talento", señala Carlota. Han tenido que romperse la cabeza para dar la vuelta, como si fuera un calcetín, a su día a día. Ellos van al colegio para socializarse -"Mi hijo no sabía de qué hablar con el compañero de al lado ", ejemplifica Ángela- y es fuera del horario lectivo donde pueden cumplir con las expectativas de aprendizaje que necesitan. Para ello, la Asociación Asgran cuenta con la colaboración de instituciones como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Ciencialia, Amat o el Centro Psicopedagógico AS de Málaga, especializado en trabajar con jóvenes con altas capacidades.

Rodrigo, de 8 años, es daltónico. Se estudió a sí mismo, experimentó, sacó conclusiones y elaboró un trabajo (en inglés) con el que explicar a otros niños qué es esta característica genética. Lo explica él mismo. Su cabeza va demasiado rápido y, en ocasiones, no encuentra la palabra en español. Entonces recurre al inglés. Su modo de trabajar es más apropiado para un posgrado universitario -se plantea un campo de trabajo, se investiga y redacta una tesis- que para una clase de Primaria, en la que el aprendizaje se basa en la "repetición" más que en la investigación por cuenta propia y en la búsqueda de conclusiones, otro de los rasgos que identifican a un alumno con altas capacidades, dice Carlota.

Elena Torres, la madre de Rodrigo, reconoce que su hijo se encuentra más cómodo entre otros chicos de la asociación -que cuenta con medio centenar de miembros- que con compañeros de su edad, "pero también sabe adaptarse a compañeros de su edad". Para mantener la motivación, Asgran diseña talleres "específicos", en los que se apuesta por un modelo de aprendizaje "más autónomo y creativo", señala Elena.

La red que conforma la asociación -y la relación de entre iguales que se establece entre los chavales- les ayuda a "retroalimentarse" y a avanzar en campos tan dispares como la astronomía o los primeros auxilios, chino o robótica, pero también en aspectos "emocionales", como la autoestima, el control de las emociones, la frustración... problemas que se acrecientan cuando las altas capacidades no se diagnostican y que el niño puede arrastrar a lo largo de su vida de adulto, incide Elena.

También es común en ellos la necesidad de seguridad. A Daniel se le ha propuesto avanzar un curso y finalizar así sus estudios de Primaria un año antes. Lo ha rechazado. "Él no quiere que se le adelante de curso y estar en otro grupo. Los cambios le suponen un mundo", indica su madre. La ley permite, en determinados casos, que el alumnado 'salte' hasta dos cursos, y "en muchos casos se aconseja la flexibilización", indican desde Asgran.

En ocasiones los rasgos que indican altas capacidades son evidentes -precocidad a la hora de leer o escribir, como fueron los casos de Daniel y Rodrigo- pero no siempre es así. La falta de un patrón común dificulta que las familias sepan que en casa tienen un superdotado -ya sea diagnosticado con altas capacidades, talentos simples o complejos- y las cribas establecidas en Andalucía por la Consejería -un cuestionario en el penúltimo año de Infantil y otro en sexto de Primaria- "no siempre se llevan a cabo", según las familias.

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