Granada

¿Qué pasaría hoy si un gran terremoto sacudiera Granada?

  • El servicio contra incendios y de protección civil realiza un estudio para prever los riesgos a los que se enfrentarían

En un punto de intensa actividad sísmica, Granada está acostumbrada a convivir con los terremotos, con ésos que son meras anédotas y también con ésos que provocan alguna grieta y algún susto, pero poco más. Sin embargo, nada nos asegura que mañana no vaya a haber una gran sacudida en la tierra, sin previo aviso ni tiempo de preparación. ¿Qué pasaría entonces? ¿Está Granada preparada para algo así?

El Servicio contra Incendios y de Protección Civil ha elaborado un estudio de riesgo sísmico en el que analiza la respuesta de la ciudad ante una situación de este tipo. La depresión en la que se encuentra ubicada Granada guarda en su recuerdo algunos seísmos de gran impacto. El más grande del que se tiene hoy noticia se remonta a finales del siglo XIX, cuando en la Navidad de 1884 la tierra dejó notar su fuerza a los pies de Arenas del Rey (entonces llamado Arenas del Río). Este pueblo quedó totalmente arrasado, pero también lo sufrieron en Alhama y en otras poblaciones cercanas. Según la información del Instituto Andaluz de Geofísica, en unos 20 segundos, con una intensidad máxima de 10, produjo unas 800 víctimas mortales y en torno a 1.500 heridos. Destruyó unas 4.400 casas y originó daños en otras 13.000.

Pero esto pasó en el siglo XIX. Es incomparable la calidad de las viviendas de entonces con la de los edificios que se construyen hoy en día. Además, ahora se sabe mucho más sobre los terremotos. Cuándo habrá uno sigue siendo una incógnita, pero se sabe qué zonas están más expuestas a ese riesgo -como Granada- y por tanto, se pueden tomar más medidas al respecto. ¿Quiere decir esto que la ciudad se quedaría intacta ante un terremoto como el de 1884? No, desde luego.

Para tener una idea de cuáles serían los efectos reales en la ciudad de una sacudida de esas características, el Servicio contra Incendios y de Protección Civil partió de la base de ponerse en el peor de los casos, es decir, imaginar un terremoto como el peor que hasta hoy se ha registrado en la zona, el de 1884, y suponer, además, que esta vez el epicentro se situara justo en la ciudad, para intentar prever cuáles serían los efectos de una sacudida de esas características.

En la hipótesis del estudio, por tanto, nos encontramos ante un seísmo de magnitud 6,5 en la escala de Richter, que produjera una intensidad máxima de entre 9 y 10, según apunta el geólogo Sergio Iglesias, de la oficina técnica del Servicio contra Incendios y de Protección Civil. "Desde luego los edificios hoy en día son distintos y los daños no serían como los de entonces", afirma.

Aunque el trabajo no se limita a considerar la calidad de las edificaciones actuales, sino que tiene también en cuenta otros factores, como el terreno en el que se encuentran. "Un edificio bien hecho construido en un terreno cuya respuesta sea mala puede sufrir peores consecuencias que uno mal hecho pero en un sitio mejor", apunta Iglesias, que añade, además, que también influye la relación del edificio con los que lo rodean, porque, por ejemplo, si hay una gran diferencia de altura se produce el llamado efecto aplauso, que provoca choques entre las edificaciones y aumenta los daños.

Lo primero fue cuantificar los elementos en riesgo. En el caso de este estudio se calcularon el número de edificios, a partir de los datos catastrales, y el de personas, en el que no sólo se incluyó a la población censada, sino también una aproximación del incremento que suponen en este número los universitarios, los turistas y residentes del Área Metropolitana que hacen vida en la ciudad. Según los cálculos del informe, se estimó que el número de personas que se encuentran en la ciudad un día cualquiera ronda las 361.000.

Teniendo en cuenta toda esta información y la de los efectos que produce un terremoto de la intensidad que se estudia, el análisis de esta unidad permite saber que en torno a un 5% de las edificaciones podrían verse destruidas y un 40% sufriría daños graves o muy graves, mientras que un 47% sólo presentaría tras el seísmo daños ligeros o moderados y un 8% resistiría sin ningún daño.

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