Tomás Sánchez

"Más que los puñetazos, lo que me duele es la falta de interés de Educación"

  • El docente que fue agredido el jueves por un joven en un instituto de Armilla denuncia la indefensión en la que se encuentra el profesorado víctima de la violencia escolar y el secretismo que impera desde la Administración

Tomás Sánchez lleva 20 años como profesor de Formación Profesional en Granada. Hace una semana sufrió una agresión a manos de un joven cuando desarrollaba su actividad docente. A sus 49 años, podría elegir entre seguir dando clases o volver a su plaza como delineante en un ayuntamiento, pero asegura que la enseñanza "es como una droga que no se puede dejar".

-¿Cómo ocurrió todo?

-El pasado jueves yo estaba de profesor de guardia en el recreo dando una vuelta por el patio para ver si había algún tipo de incidencia. Fuera de la verja había un chico con una bicicleta charlando con una alumna que estaba dentro del recinto. Me fijé especialmente por si había algún tipo de trapicheo de drogas. Pero no vi nada sospechoso.

-¿Y qué pasó?

-El chico había dejado la bicicleta y estaba saltando la verja. Me acerqué y salió corriendo. Lo llamé y le pedí que me acompañara a la Jefatura de Estudios. Dio unos pasos para seguirme, pero los alumnos que estaban alrededor empezaron a decirle: "pero si tú no eres del centro…". El joven reflexionó y decidió no seguirme. Así que lo cogí por la cazadora y se revolvió con agresividad.

-¿Fue cuando le agredió?

-Sí, lo cogí más fuerte de la ropa y empezó a darme puñetazos en el pecho, en la oreja, me agarró del cuello… Su hermano pequeño, que sí está matriculado en el centro, intentó también agredirme. Pero una alumna intervino y pude meterlo en el edificio. Ya suelto, el joven fue a la Jefatura de Estudios, donde nos esperaban advertidos por otros alumnos.

-¿Qué hizo el jefe de Estudios?

-Intentó calmar la situación hablando con el chico y, paralelamente, la jefa de Estudios adjunta llamó a la Policía Local mientras yo volvía a mi guardia. La Policía acudió rápidamente y me llamó para que les informara. El joven siguió con una actitud altanera y provocadora ante los agentes.

-¿Qué edad tiene el joven?

-Unos 15 o 16 años. Sabemos que está expulsado de otro centro, también de Armilla. Fue la propia Policía la que me aconsejó que fuera a un centro de salud para que me hicieran un parte de lesiones y que presentara una denuncia en la Guardia Civil.

-¿Fue solo al centro de salud?

-No, desde que tuvo conocimiento de los hechos, el jefe de Estudios me acompañó al médico y vino conmigo a poner la denuncia.

-¿Cómo le atendieron?

-Bueno, fuimos primero al centro de salud pero no quisieron atenderme por no estar en la Seguridad Social. Me dijeron que mi caso no era urgente y que me podrían atender, pero emitiendo una factura que yo tendría que pagar. Como el jefe de Estudios conocía a un médico en el pueblo vinculado a la compañía de seguros, fuimos para que me atendiese e hiciera un parte de lesiones.

-¿Cuál fue su diagnóstico?

-Hematomas, contusiones, enrojecimiento del cuello por haberme cogido con las manos y dificultad respiratoria. También me aconsejó que fuera al traumatólogo.

-No se dio de baja, ¿por qué?

-Porque estoy en condiciones de dar clases. Aunque tuviera esas molestias por la contractura, lo que me duele son otras cosas que,  en mi casa, no se iban a curar.

-¿A qué se refiere?

-Más que los puñetazos, lo que me duele es la actitud y la falta de interés por parte de la dirección del centro, de la inspección y de Educación. No he recibido ni una sola llamada de interés de la Delegación. Cuando la agresión se publicó en los medios tras la denuncia que hizo el martes el sindicato CSI-F, es cuando vino el inspector del centro a hablar conmigo.

-¿Y su director?

-La jefa de Estudios adjunta informó la misma mañana de la agresión al director, que estaba en unas jornadas de directores en Córdoba. La tarde la pasé en casa recibiendo llamadas de compañeros, pero en ningún momento me llamó el director. El viernes por la mañana me vio en la sala de profesores y no me dijo ni pío. Sólo cuando ya habían empezado las clases entró en mi aula y me pidió, delante de todos los alumnos, que saliera al pasillo para hablar conmigo. Cuando llegó el momento de explicarle que cogí al chaval de la cazadora, el director me hizo un gesto de desaprobación. Lo primero que me preguntó es si había algún otro profesor presente y le dije que no, pues sólo lo presenciaron alumnos, lo que provocó un segundo gesto de desaprobación. Dejé de hablar...

-¿Y los sindicatos?

-Estoy afiliado a CSI-F y cuando puse en conocimiento los hechos, me brindaron toda su ayuda. Fueron ellos los que lo comunicaron rápidamente a la Junta Docente y ésta al resto de sindicatos. UGT y Ustea me han llamado también para ofrecer sus servicios.

-¿Recibió el apoyo de alguna otra institución?

-El mismo viernes por la mañana me llamó el alcalde de Armilla, que se había enterado, imagino, a través de la Policía Local, y quiso mostrarme su apoyo y su indignación. Le agradecí el gesto que no había tenido nadie de la Administración regional. A última hora llegó un comunicado de toda la corporación de Armilla mostrando su apoyo. Y no son mis jefes...

-¿Cuándo contactó el inspector con usted?

-Esta mañana [por ayer]. Lo que no sé si fue porque ya había salido la información en la prensa.

-¿Qué le dijo?

-Me informó lo mismo que me dijo el jueves el jefe de Estudios: que tengo derecho a una asesoría jurídica y a una atención psicológica por parte de la Administración.

-Es inusual que un profesor dé su testimonio cuando sufre una agresión durante su actividad docente, ¿por qué ha decidido contarlo en primer persona?

-Porque creo que las cosas no pueden seguir así. Es incomprensible que uno sufra una agresión y cuente con el apoyo del portero, de los compañeros o del vecino de enfrente y, sin embargo, de la gente que nos conoce y que nos representa no haya siquiera un interés aunque sea para depurar esa información. Y que lleguen incluso a mostrar dudas.

-¿Qué cree usted que ha fallado?

-Mi opinión no ha cambiado al día antes de la agresión. Sigo pensando que estamos muy faltos de autoridad y ese resto de autoridad que podíamos tener se malogra desde nuestro propio centro de trabajo. Necesitamos el apoyo de las familias, pero no de manera incondicional, pues los docentes también nos equivocamos. Pero debemos ir en la misma línea. Si las familias nos ven como sus enemigos, vamos por mal camino.

-¿Cree que otorgar el estatus de autoridad pública a los docentes serviría para algo?

-Creo que en algunos casos sí. No es lo mismo meterse por una dirección prohibida donde te vigila un policía a hacerlo cuando no hay nadie. Tener ese reconocimiento beneficiaría mucho a la figura del profesor.

-¿Qué es lo que más le preocupa?

-Cuál será el futuro del niño. De éste y de cualquiera que haya como él. No tanto por futuras agresiones hacia mí, que no las descarto, sino porqué me planteo  qué hacemos con los chiquillos que actúan así. Algo está mal, pero no se puede quedar sólo en un castigo o en una reclusión en un centro de menores. Habrá que facilitarle los medios para que llegue a ser una persona normal.

-¿Teme futuras represalias?

-Sí. Sobre todo desde que nos han informado cómo funciona el chaval y el historial que tiene. No descarto una futura agresión, pero no puedo hacer nada.

-¿Por qué hay tanto secretismo con la violencia en las aulas?

-Es que se cubre... Hay incluso indicaciones para que no salga en los medios. Te dicen que es mejor arreglarlo, porque si no el centro parece que no es seguro.

-¿Es problemático su instituto, el Luis Bueno Crespo?

-Para nada. Es un buen centro, un buen instituto y con muy buenos profesionales.

-Entonces es que le ha tocado vivir algo así por puro azar, ¿no?

-Sí, por supuesto. Este tipo de cosas le perjudica a todo el profesorado de cualquier centro.

-¿Confía en la Justicia?

-No. Estoy más temeroso desde que el inspector me ha informado que se tiene que abrir un expediente administrativo, que habrá un instructor del caso, que se van a pedir declaraciones a los chicos y que se citará a los padres...

-¿Por qué?

-Porque muchos alumnos nos ven como el profesor al que hay que tumbar. Una compañera me ha dicho que ya se están tergiversando los hechos entre el alumnado. Que algunos dicen que estrellé al niño contra la pared, que le pegué… Y te quedas totalmente vendido. Menos mal que la Policía hizo una inspección al chaval y dio fe que no tenía ninguna lesión. Pero aún así esto me crea intranquilidad. No me extrañaría que al final me sancionaran a mí.

 

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