Infraestructuras Ajuste del proyecto del Metro ante la aparición de nuevos restos arqueológicos

La estación de Metro del Alcázar Genil incorporará parte de la naumaquia

  • Las obras del tranvía chocan con el tramo central, que en 1931 quedó enterrada bajo el Camino de Ronda · Los dos extremos de la inmensa alberca (121,4X28 metros), donde se celebraban batallas navales, fueron destruidos al construir las urbanizaciones laterales

El Alcázar Genil no es hoy ni la sombra de lo que fue. El palacete permanece encajonado y empequeñecido entre una impersonal urbanización de bloques levantada en medio de una polémica que coleaba en los años ochenta del pasado siglo. En sus momentos de esplendor, entre comienzos de los siglos XIII y el XVI, lució una qubba y pabellones cercanos. Además, fue famoso por sus dos grandes estanques, uno circular y otro rectangular, enorme, que es el que ahora interrumpe la línea del Metro que horada el Camino de Ronda. Las obras del Metro se han topado con el muro occidental de la naumaquia del Alcázar Genil hace tan sólo dos semanas. Las alarmas han saltado y han comenzado a trabajar arqueólogos e historiadores. Las obras se han parado en este punto mientras los ingenieros buscan cómo salvar el inconveniente. La solución más factible es incorporarla a la estación del tranvía.

¿Qué es lo que ha aparecido? Las excavadoras han chocado con un muro de argamasa similar al calicanto (arena y cal grasa) de un metro y medio de altura por todo el ancho de la zanja del Metropolitano. Es un segmento del estanque almohade en forma de U casi perpendicular a la calle. Está situado a tres metros y medio bajo el Camino de Ronda. La porción de estanque tiene una anchura de 28 metros y está cortado por los pilotes de la propia obra; se supone que entre los pilotes y los cimientos de los edificios de ambos lados, bajo las aceras, permanecen otros dos segmentos. El interior del estanque está relleno de escombros y tierra; lo más lógico es pensar que fue desmochado en su parte alta y rellenado al pasarle por encima el Camino de Ronda. Ahora está siendo vaciado para comprobar su estado de conservación. En sus orígenes es posible que su altura se aproximase a los 2 metros.

El estanque medía 121,4 por 28 metros hasta la década de los años treinta del siglo XX. Estaba orientado en dirección sur de modo oblicuo a la qubba; no era el único que había, pues al oriente se ubicaba otro albercón circular (ver foto aérea). Así lo aseguró el arquitecto Rafael Contreras, que en 1878 dirigió obras de reforma de la zona. Por aquella fecha estaba casi intacto.

Voracidad urbanística

Después vinieron años de decadencia y abandono hasta que a partir de 1931 comenzaron las obras del Camino de Ronda. La nueva ronda de circunvalación de la ciudad "pasó por encima" del estanque, partiéndolo en su tercio más próximo a la ciudad. Durante la II República fueron enterrados 25 metros (15 de calzadas más dos aceras de 5), que es lo que mide la calle. A ambos lados quedaron bien visibles sus extremos junto a los taludes de la carretera N-323. Hasta que llegó la expansión demográfica en la zona y acabó con ellos. En los años setenta, el Ayuntamiento dio licencia para levantar la urbanización Alcázar Genil, que acabó por esconder y empequeñecer para siempre el edificio almohade; se trata de diez bloques de pisos: los bloques 1 y 2 los construyó la empresa de Bernardo Espín Sánchez; los inmuebles 6, 7, 8 y 9, José María Palmer Mirasol, ya en 1984. Hasta 1988 no fueron entregados los cuatro restantes (Zulema, Zoraida, Zaida y Fátima), a cargo de la Cooperativa Generalife. Durante muchos años resonaron en los periódicos y en los juzgados los problemas de cimentación y económicos de aquellas obras. La diputada socialista María Izquierdo Rojo fue de las pocas voces políticas que se levantaron contra aquella tropelía que se llevó por delante importantes restos históricos; incluso llevó el tema al Parlamento.

En la acera de enfrente la suerte de la alberca fue parecida, aunque no tan sonada, a pesar de que había mayor tramo. Entre 1975 y 1983, Inmobiliaria Osuna y Chinchilla urbanizaron entre el río y la carretera de Motril, la zona llamada Jardín de la Reina, que no era otra que las huertas del propio Alcázar Genil. Por aquellos días los terrenos eran propiedad de la familia Sánchez Montes, pero antes lo habían sido de los Duques de Gor, de una familia judía y de la familia real granadina.

Estación con alberca

No hay nada decidido. Los informes de ingenieros y arquitectos serán determinantes. Pero la decisión deberán tomarla los políticos. "Lo más probable -declara una fuente cercana al proyecto- es que busquemos una solución que pase por conservar la parte más espectacular de la alberca e incorporarla a la estación de Alcázar Genil". Se tratará de una solución que compagine el interés histórico y la práctica, es decir, aprovechar que la naumaquia ha aparecido justo al lado de una futura estación del Metro para incorporarla en parte y hacerla museable. Algo similar a lo que se hizo con el muro romano del aparcamiento del Violón. "Aunque todo dependerá de la calidad de lo que aparezca cuando se limpie entero", precisa la fuente.

La conciliación de intereses pasa por proteger un hallazgo de ocho siglos, pero no condicionar en exceso la obra del Metro en sus aspectos técnicos y económicos. Ya está prácticamente descartada la hipótesis de arramblar con el tramo de naumaquia, al menos en su totalidad; la tesis que cobra fuerza es hacer pasar por debajo el tranvía. Para ello, habrá que retocar el proyecto rebajando aún más la cota y haciendo una pequeña vaguada en el túnel. Ello conlleva algún problema técnico, sobre todo porque, en ese caso, al pilotaje le faltaría profundidad. Y no hay posibilidad de hacer una curva por la cercanía de los edificios.

La estación prevista no sufrirá más modificaciones que las provocadas por la incorporación de los restos. Ello conllevará el lógico sobrecoste, pero se pretende que sea mínimo; también se pretende que no suponga un retraso temporal de importancia. La decisión se tomará en unos días. Seguro que el resultado final mejorará con la incorporación de la vetusta obra hidráulica musulmana.

La calificación de Patrimonio Histórico Artístico de 1922 sólo afecta al edificio. Ése fue precisamente el gran error que permitió después destrozar la zona con las edificaciones en la época desarrollista. Pero ya no hay remedio. Tampoco la naumaquia fue declarada Bien de Interés Cultural por la Junta, porque ya no existía en 1994. No obstante, existe un completo catálogo de normativas y cautelas que se le pueden aplicar para preservar lo poco que queda de ella. Ya se ha hecho con restos arqueológicos de ínfima importancia en comparación con el tema que nos ocupa (los cantos rodados de la Plaza de Toros del Triunfo, por ejemplo).

Más viejo que la Alhambra

El llamado Alcázar Genil no era sólo la qubba y la naumaquia. Es un monumento de origen almohade, inmediatamente anterior a la construcción de la Alhambra. Fue ordenado levantar en 1218 por gobernador almohade Sayyid Ishaq (al principio se llamó Alcazar Sayyid en su honor). La intención del jerife norteafricano fue construir un jardín de las delicias en forma de almunia parecida a la Buhayra de Sevilla, en lo que entonces era el corazón de la vega de Granada, a poco más de un kilómetro del centro de la medina. Su traza está inspirada en edificaciones similares persas; se adornó con elementos geométricos, lacería y atauriques magrebíes. La luz le entra por veinte ventanas con celosías en la parte superior de la torre. Se trata de qubbas muy repetidas en la arquitectura islámica (Alhambra, Cuarto Real, etc). Se destinó a recreo y residencia de invitados ilustres; estaba rodeado de frondosos jardines, fuentes y estanques. Tomaba el agua de la acequia Arabuleila que riega la margen izquierda del Genil.

El primer rey nazarí, Alhamar, tuvo alojado aquí al infante Don Felipe, huido de la corte sevillana de su hermano Alfonso X el Sabio en 1273. Existen referencias de las recepciones y fiestas de tipo naval (naumaquias) que se celebraron en este estanque, el más grande de Granada. Una tradición que enlazaba con la costumbre romana, aunque a menor escala.

Don Álvaro de Luna estuvo en él con motivo de la batalla de la Higueruela (Atarfe, 1431) y el Condestable Iranzo fue alojado durante su visita a Granada. También lo menciona el embajador veneciano Andrea Navagiero, que lo visitó en 1526. Ciertamente a finales del siglo XV su uso, en plena ofensiva cristiana, había decaído bastante debido a dos motivos: problemas de seguridad de la familia real y porque estaba a pleno rendimiento la residencia veraniega del Generalife. Había menos victorias que celebrar que en tiempos de Alhamar y Mohammad V.

En su origen, el complejo constaba de los dos estanques mencionados, jardines y extensas huertas. El edificio principal era la qubba (5 metros de lado por 10 de alto) y dos pequeñas habitaciones (alhanías) anexas, de planta baja, hoy bien conservadas; la naumaquia era rematada al sur por un pabellón de 35 por 5 metros que hacía las veces de presidencia de los combates navales. Los cimientos estaban bien visibles en los años setenta del pasado siglo, cuando comenzaron a levantarse los bloques de pisos.

La primera obra de reforma de que tenemos referencia data de tiempos del emir Yusuf I, a mediados del siglo XV, que le dio un aspecto alhambreño. En las Capitulaciones de 1491, figura como propiedad de la madre de Boabdil, Aixa la Horra; aunque una parte de las huertas habían sido enajenadas a un banquero judío. Toda la almunia pasó a propiedad de los Reyes Católicos y de ellos, a la nobleza cristiana. Al siglo XIX llega en propiedad de los Duques de Gor. A partir de 1878 se iniciaron unas obras de reforma para hacerla casa de verano de esta familia, que se repetirían en 1889; de esa época son las dos "casetas" anexas a la qubba que existen en la actualidad y el pórtico. También fue eliminada una original solería vidriada en tonos azules y blancos, con losas triangulares y cuadradas, y sustituida por el mármol blanco actual. Luego adquiriría la propiedad la familia Sánchez Montes hasta que, ya desprovista la finca de terreno, el edifico pasó a propiedad pública (1984).

En fotografías aéreas de los años 50 se aprecian los tramos de la naumaquia que no fueron enterrados bajo el Camino de Ronda. En suma, la almunia ha sufrido un cúmulo de despropósitos desde finales del XIX a finales del XX: en el cuarto final de este siglo fueron saqueados los zócalos y las yeserías hasta donde alcanzaba la mano del hombre.

Existen discrepancias en cuanto a la distancia que separaba esta alberca de la qubba: unos textos la sitúan muy próxima y otros llegan a decir que a partir de 145 metros: con la fotografía que aportamos queda clara su ubicación con respecto al Alcázar.

La declaración de Monumento Histórico Artístico, por Real Orden de Alfonso XIII de 6 de julio de 1922. La declaración de BIC no llegaría hasta 1994, fecha en que fue restaurado por la Junta y destinado a sede del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes. Hace muy pocos años su utilidad ha sido ubicar la Fundación Francisco Ayala.

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