Granada

Enrique Morente I, Rey de los Flamencos

Érase una vez un reino, que antes fue de moros, donde los gitanos, principalmente, bailaban y cantaban. No se sabía hasta dónde lo hacían para expresar sus penas ni cuándo su alegría. Por las noches y madrugadas. Cantaban y danzaban para alegrar las fiestas de señoritos cortijeros; también jaranas de taberna, colmao y zambra. Allá por mediados del siglo XIX, alguien les llamó flamencos. ¿Por qué? Los estudiosos no se han puesto todavía de acuerdo.

En aquel reino, hacia 1922, los flamencos fueron dejando poco a poco de ser patrimonio de señoritos ociosos de voces aguardentosas. Organizaron un concurso en el corazón de la Alhambra. Y a sus cantes y bailes se les reconoció como un arte puro y jondo.

La esencia de los flamencos se escondía en las grutas del Sacromonte y del Albaicín Albaida, en las mismas laderas del cerro San Miguel. Pero se extendió como el aceite por todos los confines del reino. Y llegó a los tablaos de Madrid, que así se llamaron después las antiguas zambras y vetustos colmaos. Y ya no era un divertimento de señoritos cortijeros. Porque nació el arte, con variantes y estilos llamados palos. Surgieron compañías de las entrañas de aquellas cuevas sacromontanas, que llegaron a toda Europa, y América, incluso al mismísimo Cipango. Nacieron nombres míticos: Antonio Caracol, Antonio Mairena, la Niña de la Puebla, Antonio Chacón, Camarón de la Isla…

Hasta que en aquel reino nació el más grande de todos los hombres que llamaron flamencos. Le nombraban Enriquito cuando daba sus primeros pasos por el Camino del Monte y en el Paseo de los Tristes. Luego marchó de su Albayzín, cuando se le quedó pequeño. Fueron tiempos en que aquellos cantes rudos, arcaicos, parieron cátedras, academias, secretarías de estado, incluso títulos de patrimonio de la Humanidad. Enriquito, ya convertido en Don Enrique Morente, fue la pura evolución del flamenco: en la zambra, en el teatro, con la sinfónica, en palacios de deportes, en el Metropolitan... no hubo escenario que se le resistiera.

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