Granada

La Piedad de Carretero reaviva la polémica sobre los fusilamientos

  • El concejal de Patrimonio y el gerente de Emucesa afirman que la tapia del cementerio en la que la ARMH y la oposición municipal quieren colocar una placa en recuerdo a las víctimas "no existía en 1936"

La inauguración de la Piedad, -una obra donada a la ciudad por el escultor Eduardo Carretero en homenaje a todas las víctimas de la Guerra Civil y para ensalzar la reconciliación- reavivó ayer la polémica. Tras la presentación del monumento, un grupo escultórico que se alza en el Patio de San Juan, el concejal de Patrimonio y Contratación, José María Guadalupe abrió las puertas, de par en par, a la polémica. Y lo hizo con el objetivo de argumentar la negativa del PP a colocar una placa en memoria de los más de 3.900 fusilados en la tapia que cierra por el oeste el recinto del cementerio.

"Quieren colocar la placa en una tapia que no existe. De la Guerra Civil no queda aquí, afortunadamente, ningún elemento que estuviese en el año 36, por lo que con la inauguración de este monumento (la 'Piedad') se cierra un capítulo. Esta obra representa a todos y, por lo tanto, no hay ninguna discriminación", aseguró ayer el edil.

Según destacó, a la gerencia del camposanto no le consta que exista elemento alguno de 1936, por lo que "no hay vestigios de aquellas desafortunadas tapias". Además, a su juicio, hubiera sido "una barbaridad" mantenerlas. Y por si quedaba alguna duda, el responsable de Emucesa, José Antonio Muñoz, corroboró, aunque titubeando, lo que aseguró el concejal.

"Puede que el muro sea posterior, ya que no hay ningún estudio arquitectónico o documentación sobre el desarrollo urbanístico que lo avale. No hay estudios cartológicos y en los antiguos archivos sólo se habla de vallado y de ampliaciones de esas zonas que se realizaron con posterioridad a los años 30", señaló el gerente.

Además, relató que "existen dos muros paralelos". El más antiguo, al parecer, "data de principios del siglo XIX porque es el de los Patios I, II y II". Pero, por contra, afirmó que el muro donde cada año la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Granada coloca sin éxito la placa es "posterior a 1805".

Por otra parte, el gerente de Emucesa puso en duda que los orificios de la tapia sean vestigios de los fusilamientos: "permítaseme que dude de que son impactos bala", espetó.

Sin embargo, estos impactos ya fueron datados y reconocidos en un primer momento por Gerald Brenan, que cuando en 1949 regresó a Granada visitó el cementerio en busca de la tumba de Lorca. Allí, un sepulturero le enseñó la tapia donde se produjeron los fusilamientos. Además, el 25 de agosto de 1978, José García Arquelladas, guarda del cementerio en los primeros meses de la represión franquista, relató la trágica historia al hispanista Ian Gibson.

Los nombres de los fusilados fueron incluso recogidos por el periodista Eduardo Molina Fajardo en su libro Los últimos días de García Lorca, que acaba de ser reeditado. En esta obra póstuma, el falangista reproduce el listado, con nombres y apellidos, de los asesinados que constaban en el libro de registros del cementerio, un documento que después desaparecería.

La responsable de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Granada, Maribel Brenes, lamentó que el equipo de gobierno local "niegue la evidencia", ya que, "ese muro pertenece a la etapa en la que se creó el cementerio", a diferencia de otros que sí fueron eliminados en posteriores ampliaciones del camposanto.

Además, Brenes se refirió a un amplio estudio aportado por José Ignacio Barrera Maturana, miembro del LAAC (Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad), que analiza los impactos de bala y los grafitos que presenta ese espacio. Este documento se puede consultar en la página web todoslosnombres.org.

La presidenta del colectivo insistió en que "los documentos y los testimonios señalan ese espacio de tapia como el único que queda de los que existían y donde también se llevaban a cabo las ejecuciones". Y la prueba, según dijo, son los "numerosos impactos" de bala. Para preservarlo, además, la Junta de Andalucía tiene previsto declararlo Sitio Histórico una vez que se apruebe el decreto de Lugares de Memoria, cuyo borrador se encuentra ahora en fase de alegaciones.

Antes de la presentación de la obra Piedad, la ARMH había asegurado que ésta no representa a todas las víctimas de la Guerra Civil por ser un "icono católico". En el mismo sentido se posicionó el grupo municipal de IU. Sin embargo, el artista negó ayer cualquier vínculo religioso durante la presentación de la escultura.

Así, con el término "piedad", Carretero aseguró que se refiere al "sentimiento" y no a una imagen religiosa. En este sentido, citó a Manuel Azaña, quien al término de la guerra "pidió a los españoles, antes de marcharse del país, paz y piedad y "que no siguiera la represión".

"Pasado el tiempo, los que hemos vivido aquella época tendríamos que dejar algo a los jóvenes para que no se repitiera lo que pasó porque nunca se aprende o, cuando se hace, ya no sirve para nada". Así, Eduardo Carretero explicaba el motivo por el que ha donado a la ciudad su obra.

El conjunto escultórico a la reconciliación tras la Guerra Civil y en memoria de los fallecidos no es, a juicio de su propio autor, una obra bonita o dulce, ya que "debe de recordar que aquello fue una barbaridad".

Carretero explicó que esta obra de bronce de dos metros de largo por 2,20 de ancho y que luce junto al espacio dedicado por el Ayuntamiento a la Memoria de Granada, muestra a varias figuras que representan a las víctimas de la contienda (que aparecen en la parte delantera), así como a sus familias y la tristeza que sintieron tras su pérdida.

Por su parte, el alcalde de la ciudad, José Torres Hurtado, indicó que aunque el autor diga que no es bonita, se trata de "una bella obra de bella, con una firma magnífica y que va a embellecer nuestro cementerio", al tiempo que lamentó que haya quienes "quieren rememorar y hurgar en el conflicto". Tras agradecer la donación, destacó que el conjunto escultórico simboliza "la reconciliación de todos los españoles y el olvido de aquella guerra pero recordando a las víctimas". Así, el objetivo es que en momentos complicados "miremos esta escultura y cambiemos el rumbo de las cosas".

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