Jaime Hernández

"Los ordenadores de la cárcel están obsoletos y eso afecta a la seguridad"

  • El nuevo director del penal granadino demanda al Gobierno la renovación del sistema informático de Albolote y 40 funcionarios más · La colaboración de las ONG y la organización, en su punto de mira

Hace apenas cuatro meses que aterrizó en la cárcel de Albolote, aunque no es la primera vez que asume la dirección de un penal. Jaime Hernández Alonso (Medina del Campo, Valladolid, 1957) lleva en su currículum cuatro nombramientos como máximo responsable de los centros de San Sebastián, Algeciras, Jaén y Alicante y, desde principios de año, es el director de la única prisión que hay en Granada. Licenciado en Criminología, casado y con dos hijos, Hernández tiene el arduo reto de gestionar una prisión claramente masificada. Albolote tiene 14 módulos, de 72 celdas cada uno, lo que suma 1.008 habitáculos. En ellas se alberga en la actualidad a 1.690 reclusos, que son vigilados y atendidos por 520 trabajadores (460 funcionarios y 60 laborales). Es decir, que casi el 70% de las celdas de la cárcel están ocupadas por dos reclusos, cuyos delitos más comunes por los que están recluidos son el robo y tráfico de drogas.

-¿Cómo ha encontrado el centro?

-Bueno, hay más cosas por hacer de las que creía. El anterior director [Nahúm Álvarez, ahora responsable del nuevo centro penitenciario de Murcia] y yo somos totalmente diferentes y nuestra gestión también lo va a ser. Es bueno tener a gente que no piense como tú en tu equipo, pero cuando sucedes a alguien tan distinto, los cambios se notan mucho.

-¿Qué es lo más urgente que hay que afrontar o, al menos, lo primero que va abordar?

-Hay muchas cosas por hacer y más trabajo del que yo esperaba. Por ejemplo, hay que conseguir que todos los módulos sean de verdad habitables, que estén limpios y en buenas condiciones, que todos los presos conozcan a los trabajadores sociales independientemente del módulo en el que estén. Mi cometido ahora es centrarme en la vida interna de la cárcel, mas que la imagen que se tenga de ella en el exterior.

-Es un centro en el que trabajan muchas entidades externas...

-Sí, sólo ONG hay 13. Vamos a revisar la colaboración que prestan, de hecho, tengo una reunión prevista con ellas para esta semana. En esta prisión hay un flujo de personas muy elevado, tras un primer análisis hemos detectado que al menos 200 de las que tenían ficha de acceso no cumplen en la actualidad una labor en el centro. Por temas de seguridad hay que revisar estas cosas.

-Cuando se anunció su nombramiento (12 enero 2011), los funcionarios de la cárcel protestaron para pedir mejoras laborales, ¿qué demandan y cómo va a dar respuesta a sus necesidades?

-Bueno, ante todo tengo que decir que los funcionarios que hay en esta cárcel son muy buenos profesionales y tienen muchas ganas de trabajar; también es verdad que el índice de veteranía es el mayor de cuantos centros he dirigido, con todas las ventajas y dificultades que ello implica. Antes a los funcionarios se les exigía una labor centrada exclusivamente en la seguridad del centro, pero ahora se les demanda también que colaboren en los programas sociales que favorecen la reinserción de los presos. Hay que cambiar el chip. Son inteligentes y dominan muy bien su profesión, pero saben que tienen que adaptarse a las nuevas líneas de trabajo que se marcan desde arriba.

-El papel de los funcionarios es clave en el buen funcionamiento de una cárcel...

-Son ellos los que deben resolver los conflictos y los que arriesgan sus vidas. Y le aseguro que en una cárcel el conflicto surge cuando menos lo esperas, está a la orden del día. Aunque los internos suelen respetar a los funcionarios.

-Denunciaron averías en los ordenadores y en el sistema de apertura y cierre de las celdas...

-Los ordenadores que hay en el interior de la cárcel están la mayoría obsoletos y en el exterior hace falta más equipos. Esta semana he pedido que nos envíen más ordenadores y que nos renueven los más antiguos, pues afecta a la seguridad de las celdas.

-¿Qué diferencias hay entre la cárcel de Albolote y las demás?

-Esta prisión se concibió para albergar a un millar de presos y en la actualidad tiene 1.690 aproximadamente. En los centros que yo he estado se exportaban los reclusos cuando cambiaban su condición de preventivos. Pero éste alberga tanto a preventivos como a penados, recepciona reclusos de toda Andalucía, sobre todo de Granada, Málaga, Jaén y Almería, lo que hace más compleja su gestión. Y además tiene dos módulos de mujeres, cuando en la mayoría sólo hay uno.

-¿Cuantos más módulos de mujeres más dificultad?

-Sí, el hecho de que haya dos módulos de mujeres aumenta la conflictividad en el centro, porque te obliga a clasificarlas y genera tensión entre ellas. En 15 días hemos recibido 30 reclusas de Málaga y eso se nota en la convivencia.

-¿Cuántos funcionarios le hace falta a esta prisión?

-Con 40 más me conformo. Es verdad que la relación de puestos de trabajo está cubierta, pero es insuficiente para una prisión con casi 1.700 presos.

-Usted reconoce entonces que está masificada, ¿no?

-Las celdas están preparadas para albergar a dos presos, aunque lo deseable es que hubiera sólo uno. Esto influye en la conflictividad de la prisión y hace que el control sea más difícil.

-¿En qué módulos hay más de un recluso por celda?

-En el 1, 2, 3, 4, 6, 7, 11 y 13, que hay entre 120 y 138 presos en cada uno, cuando debería haber 72.

-El primer altercado serio que ha tenido que afrontar fue un incendio que originó un preso, ¿se le ha trasladado ya?

-No, tiene un juicio pendiente y además está en tratamiento médico, pero se le va a enviar a la cárcel de Huelva.

-Ese incidente reveló además algunas deficiencias en la seguridad de la cárcel, ¿no?

-Ya hemos hecho los ajustes necesarios, nos dimos cuenta que el coche de bomberos no habría podido acceder a una parte del módulo y ya hemos rebajado la superficie afectada. Pero es verdad que el sistema de detección de incendios hay que mejorarlo.

-¿Cómo consigue los cambios?

-Trabajando muy de cerca con todos. Hasta hoy sólo he tenido que dar cuatro órdenes por escrito.

-¿Y por qué motivo?

-Una de ellas fue porque no había forma de que las visitas dejaran de fumar en las salas de comunicación. Emití una orden y pusieron carteles informativos en todos los habitáculos donde se advertía que se echaría a quienes fumaran. Así lo hicimos las primeras veces y al fin de semana siguiente ya no fumaba nadie.

-En esta prisión hay reclusos de gran tirón mediático y un buen número de internos con especial seguimiento, ¿cómo afecta esto a la vida interna en la cárcel?

-Tenemos una veintena de presos que necesitan especial seguimiento: 15 presos de ETA, tres vinculados al islamismo extremo y uno del Grapo. Pero todos están mezclados con el resto de la población reclusa. Los presos famosos son como los demás en el interior de la cárcel, se les presta cierta atención pero sin darle más importancia que al resto.

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